Capítulo 28: A las puertas del infierno.

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<¿Quién habla...?. Me duele todo el cuerpo...Quiero seguir así un poco más...¿Cuánto tiempo llevo durmiendo...?. Siguen sin callarse...Solo quiero dormir un poco más...No puedo...¿Qué es ese olor...?. Es desagradable, no me deja respirar...Necesito abrir los ojos...Pero no puedo...¿Son ellos....?.>

-No la gastes toda aquí...Necesitamos echar un poco por el pasillo y las escaleras, si no no se extenderá por todo el edificio.

-¿Les has echado a ellos también...?.

-Sí, ha sido lo primero que he hecho. Toda su ropa está completamente empapada de esa manera arderán rápido.

-Deberíamos dejar uno de los bidones aquí para que explote con el calor.

-Me parece buena idea...¡Lourdes!. Deja uno entre ellos, para cuando explote desintegrará lo que quede de ellos...Y deja de llorar y poner esas caras, estás tan metida en esto como nosotros.

-Te sugiero que te ciñas al plan o yo mismo te entregaré a la policía acusándote de su muerte...Todos vieron cómo amenazabas abiertamente a Samanta, así que no será muy difícil meterte en la cárcel. Por otra parte, si intentas hablar de esto con alguien, daré contigo y acabarás como ellos...

-¡¡¡Fíjate!!!. Aún está viva...- Aunque su visión era borrosa podía distinguir las figuras que la rodeaban y de cierto modo ser consciente del estado en el que su cuerpo estaba.-Todavía tiene ganas de vivir aunque la hayas dejado al borde de la muerte...He de admitir que es resistente...

-¡Vaya,vaya...!. Ha sido toda una sorpresa. Te follé tan duro que tu cuerpo colapsó al poco de empezar, pero aquí estás...Ahora ya no tenemos tiempo para despedidas...Por suerte, serás la afortunada de ver como tu vida acaba...

-¡Deja de decir tonterías y vámonos de aquí de una puta vez...!.- Érika tiró de Lourdes para sacarla de la habitación hacia el pasillo.- Ya te divertiste, ahora cumple con tu parte.

-Bueno...El deber me llama...-En su cara se dibujó una sonrisa burlona.- Realmente siento que las cosas hayan acabado así, tú has sido la única culpable de todo esto. Solo tenías que hacer lo que te decía y quedarte a mi lado...-Se arrodilló junto a ella con una expresión fría en su rostro, para cogerla de su barbilla y obligarla a mirarle a los ojos.-Odiaba que me mirases así...¿Crees que no lo intenté....?. Sabía que no eran las cosas así pero no podía permitir que me abandonases...Me juré a mí mismo el día que desapareciste que si te volvía a encontrar no serías de nadie más...- Acortó aún más la distancia que los separaba.- Y casi lo lograste...Si no llega a ser por aquella llamada...Te habrías vuelto a escapar...Ahora el fuego te consumirá y te convertirá en polvo...En nada...-Se apartó de ella para dirigirse a la puerta pero antes de cruzar el umbral giró sobre sus talones para volver a mirarla.- No sabes lo mal que me siento al ver cómo han terminado las cosas así...Podríamos haber sido tan felices juntos y tuviste que arruinarlo...

El dolor que recorría su cuerpo le impedía moverse y el olor a gasolina la estaba ahogando. No podía hacer nada más que rendirse de una vez por todas y resignarse al destino que habían trazado para ella. Los gases eran muy fuertes y poco a poco volvía a perder la consciencia.-Al menos no estaré consciente cuando el fuego llegue...Es mejor así...-. Sentía cómo su cuerpo se elevaba, dejó de ser pesado.- ¿Es esto lo que se siente al morir...?. No puede ser...Aún me duele el cuerpo...-.

-¿Señorita...?.- Intentaba abrir los ojos pero apenas podía.- ¿Señorita Blanco...?. Por favor, necesito que despierte...- El olor era diferente, ya no se ahogaba. ¿Dónde estaba?.- Por favor abra los ojos, ya no puede seguir durmiendo.- ¿Acaso no he muerto?. ¿Quién me llama?. No conozco esa voz...- Señorita Blanco, no es bueno que siga en este estado...

Enfrentándose al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora