Extra 2: Caprichoso destino.

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-¡¿Vas a dejar que se vaya así?!.- Fue el primero en reaccionar y no estaba dispuesto a que Samanta perdiera esa oportunidad. Al menos de hablar las cosas para aclararlas después de tanto tiempo sin verse.- ¿Samanta?.- La zarandeó un poco hasta que consiguió que al menos se girase hacia él.- Samanta tienes que ir detrás de él. Al menos para preguntarle por qué está aquí y cómo es que te ha encontrado. ¿Por qué ha construido ese hotel?. Si lo ha hecho por ti o simplemente es que era una buena oportunidad. Pero no puedes quedarte aquí sin saberlo. Así que corre antes de que desaparezca.- Tiró de ella tan fuerte como pudo y la empujó hacia la salida entre toda la gente que había a su alrededor.- Después de verte mal todos estos años, no pierdes nada por unos minutos más. Te quiero mucho Samanta, pero sé que tú aún sientes algo por él y que ese hueco que hay en tu corazón no puedo llenarlo yo por mucho que lo intente. Ahora vete tras él, que yo siempre voy a estar aquí.- Le dio un último empujón y como por inercia Samanta corrió hacia la calle en busca de Javier.

A esas horas la gente se estaba empezando a retirar a sus casas, por lo que era bastante fácil distinguir a las personas y más aún; si la persona que buscabas pudieses dibujarla con los ojos cerrados, de todas las veces con la que aparecía en tus sueños. A lo lejos, Javier caminaba muy lentamente y casi dando tumbos.

-Javier...- La voz de Samanta salía entrecortada pero firme.-¿Cómo...?.- Ambos se detuvieron al instante, provocando que las personas a su alrededor siguiesen su camino algo enfadados.

-Samanta...Lo siento...He llegado demasiado tarde...- Las lágrimas brotaban y corrían por las mejillas de Javier como si fueran un río.

- ¿Pero...?.- Se acercaba lentamente. En el fondo temía que si llegaba a tocarle, este se desvanecería entre sus dedos, como ocurría cada mañana cuando se despertaba.

-He tardado, pero ahora estoy aquí...- Estiró los brazos y dejó que se acercara lo suficiente como para poder estrecharla entre sus brazos de nuevo.

-¿Por qué?.- Estaba temblando de la emoción, pero al mismo tiempo estaba aliviada de que la estuviera sujetando. Ya que en cualquier momento podría caerse al suelo.

-Te debo una explicación, pero es muy largo de contar...- Se separó de ella lo justo para mirarla a la cara.- ¿No se molestará...?.

-¿Quién?.¿Raúl?. Es mi amigo y mi compañero de piso, no hay nada más que mucho cariño entre nosotros.- Pudo sentir como el cuerpo de Javier se relajaba a su alrededor.

-Entonces, vámonos a otro sitio.

Samanta se apresuró a guiarle hasta su piso, tenía la suerte de vivir muy cerca de todos los sitios que le gustaba ir en la ciudad y a los que podía ir andando. Durante todo el camino guardaron silencio, pero no se soltaron de la mano hasta que llegaron a la puerta del edificio.

-Sé que te debo muchas explicaciones y voy a contártelo todo. Pero antes...- Se acercó de nuevo a Samanta, acunando su cara entre sus manos como tantas veces lo había hecho, solo unos segundos antes de besarla. Al roce de sus labios pudo sentir el sabor de las lágrimas pero el sentimiento que llegó con el fue dulce. El paso de los años no lo habían cambiado y eso la llenó de nuevo; haciendo que sintiera que el frío y la oscuridad que ocupaba su interior se fuesen, para llenarlo de esa calidez que solo él podía darle.- Sam...Hay muchas cosas que quiero decirte.- Se apartó bruscamente de ella.- Pero quiero contártelo todo antes de que suceda algo más...

Entraron por la puerta, casi al unísono y como si hubieran sido guiados por una mano invisible, se sentaron en el estrecho sofá que había en el salón.

-Lo primero que quiero que sepas es que Jorge...-Vio como el cuerpo de Samanta se tensaba al instante de pronunciar ese nombre, por lo que buscó su mano para entrelazarla con la suya.- Jorge murió hace un par de años.

Enfrentándose al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora