Capítulo 2: Un día para recordar

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Para Samanta la vuelta a casa fue eterna, no veía el momento de estar en la seguridad de su pequeño piso. Al llegar cerró la puerta y sus piernas dejaron de sostenerla derrumbándose tras ella, se sentía sucia recordándolo todo. Recordando aquellos días en los que tras salir del hospital iba de hostal en hostal para evitar que él diese con ella de nuevo. Pero muy pronto el dinero se acabó y tuvo que buscar trabajo empezando así su recorrido por todas esas cafeterías, restaurantes o pubs haciendo que la lista en su currículum aumentase con cada trabajo nuevo. No es que fuese mala en el trabajo, es más, le gustaba mantenerse así de activa y cuando su turno terminaba estaba tan cansada que apenas tenía tiempo de pensar en nada. Pero siempre abandonaba el trabajo cuando sus compañeros empezaban a incluirla en planes o le pedían alguna cita, ella no quería enredarse en nada, no quería relación alguna con nadie, simplemente no podía. A la más mínima insinuación Samanta se marchaba sin explicaciones consumiendo en el proceso todos los ahorros que conseguía tener en cada nuevo trabajo. Pero esta vez sabía que sería diferente y no podría irse sin más de allí, más que nada porque Javier no se lo pondría fácil.

Como pudo se arrastró hasta el cuarto de baño y se volvió a duchar dejando que el agua callese por todo su cuerpo para que purificase si podía su alma. No supo cuánto tiempo estuvo allí pero debió de ser mucho porque el sol ya no entraba por sus ventanas indicando que la tarde hacía bastante que había llegado. Aun mojada se recostó en la cama, no le importaba su desnudez, solo quería estar en un lugar seguro y tranquilo eso no duró mucho porque su teléfono empezó a sonar sacándola de la nube en la que estaba.

- ¿Si?- Contestó con los ojos cerrados.- ¿Quién es?.- Al no recibir respuesta se irguió en la cama mirando la pantalla del teléfono, no reconocía ese número pero volvió a preguntar con nerviosismo. ¿Y si era él?. ¿La habría encontrado?. Cómo pudo ser tan idiota de aceptar ese trabajo con Javier, la había engañado seguía viéndose con él y como una tonta se había expuesto.- ¿Quién es?. Si no contesta colgaré.
-¿Samanta?.-La voz era conocida.-Soy Javier, por favor no cuelgues.
-¿Javier?.- Su pulso empezó a normalizarse.- ¿Qué quieres?. Pensaba que mañana nos veríamos para firmar el contrato y hablar de las condiciones.
- Sí. Mañana nos vemos sobre las 10 en el mismo sitio de hoy. ¿Te va bien?.
-Claro sin problemas.
-Ummm...¿Samanta?.
-¿Sí?
-Feliz Cumpleaños.- A Samanta eso le pilló totalmente desprevenida, no sabía qué decirle. Solo se quedó ahí sentada y completamente desnuda con el teléfono en la mano.- Samanta me has oido.
-Eh.. Claro. Perdona pero me ha pillado por sorpresa.- La risa de Javier a través del teléfono le llegó hasta lo más profundo y con ella una calidez que hacía mucho tiempo que no notaba y eso la asustó.
- Lo siento pero he visto tu teléfono en el currículum, perdóname por no haberme acordado y decírtelo antes. Desde que te fuiste todos los años en esta fecha me acordaba de como lo celebrábamos. Y lo extraño mucho, extraño como éramos antes. Has cumplido 30.¿No?
- Si
- Bien, ahora es una nueva etapa. Deja todo atrás y empieza a vivir. Te lo mereces.
-Gracias Javier.- Otra vez esa risa de él.
-Bueno mañana nos vemos, ¿Vale?
-Claro. Hasta mañana.
-Hasta mañana Sam.

Sam...Hacía mucho tiempo que nadie la llamaba así y en cierto sentido extrañaba a esa chica de la que no quedaba nada.

A las 10 puntual estaba saliendo del ascensor que daba directamente a la entrada de la cafetería y como el día anterior un sin fín de personas entraban y salían del local haciendo los últimos retoques. Entre ellos reconoció la figura de Javier, era alto y sus hombros lo suficientemente anchos para quedar marcados a través de la camisa en cualquier postura que estuviera pero lo que siempre le llamó la atención de él desde que se conocieron el primer día de universidad fue el color de su pelo, a pesar de ser un hombre joven su cabello negro estaba manchado por varios mechones blancos heredados de su madre haciendo que resultase muy atractivo para todas las compañeras de la universidad. Además llegó a ser capitán del equipo de baloncesto, cualquier chica de la que estaba interesado caía en sus redes sin mucho esfuerzo. Samanta casi perdió la cuenta de cuantas novias o rolletes tuvo desde que le conoció pero a diferencia ella, que solo tenía ojos para uno, le resultaba excesivo, Javier siempre le achacaba que aun no había encontrado a la indicada y hasta que la encontrase tenía que buscar mucho. Sin darse cuenta una figura se paró delante de ella sacándola de sus pensamientos.

- ¿En qué pensabas?.-Javier estaba muy cerca de ella, tan cerca que casi podía sentir el calor que desprendía su cuerpo.-Estabas con la mirada perdida y sonriendo.
- Nada en particular.- La cercanía de Javier la hizo sentir incómoda o más bien la asustó retrocediendo un poco, cosa que no pasó desapercibida por él.
- ¿Llevas mucho esperando?.
-No, acabo de llegar.
- Si me das un segundo termino una cosa aquí y hablamos de lo nuestro.- Diciendo esto se giró sobre sus talones para volver con el grupo de hombres que estaba antes. Dejando a Samanta sola en el umbral de la sala sin saber que habían sido observados desde la distancia.

Pasó algo más de media hora en la que Samanta no dejaba de observar cómo Javier trabajaba dirigiendo al grupo de hombres que a cada palabra se mostraban cada vez mas nerviosos, una vez todos se fueron a sus ubicaciones para continuar su trabajo Javier recogió todos los papeles que había estado usando para dirigirles y al terminar se dirigió a Samanta para guiarla al ascensor.

-¿A dónde vamos?.- Le dijo a Javier un tanto desconcertada porque pensaba que sería en el mismo sitio que ayer poniéndose a cada segundo más nerviosa.
- No te dije ayer que mi apartamento está en este mismo edificio.- Aunque quiso rectificar al momento por la expresión de pánico que se formaba en la cara de Samanta.- No es lo que parece Sam. Tranquila, de verdad. Tengo mi despacho personal allí y tengo tu contrato.
- Yo... no... Lo siento.- Dijo bajando la mirada.
- No Sam. Lo siento yo, no soy capaz de hacerme una idea por lo que pasaste pero yo no soy él.- Cogiéndola de los hombros y haciendo que Samanta le mirase a los ojos.- No te preocupes, cuidaré de ti. Te lo prometo.- Tras soltarla quedaron en silencio el resto del trayecto hasta el piso 14.

El ascensor se abrió dejando a la vista un elegante distribuidor en tonos grises y crema con varias puertas que daban a los apartamentos. Javier abrió la que estaba más a la derecha guiando en el proceso a Samanta hacia un amplio salón con muebles oscuros de tonos negros y plateados pero fueron las vistas de la ciudad que se expandía a sus pies lo que la dejaron sin respiración.

-Impresionantes verdad. Compré este apartamento porque es de los pocos que tienen cristaleras por toda la pared exterior, así que puedes ver la cuidad por cualquier habitación, incluso desde el baño.
- ¿De verdad?.- Abriendo sus ojos como platos.
-Si bueno, menos la cocina.- Encogiéndose de hombros.- Ven es por aquí.- Guiándola por el pasillo hasta la puerta que daba a su despacho, dejando que Samanta pudiera confirmar que efectivamente las impresionantes vistas de la ciudad seguían también ahí.

Para nuestra Samanta está yendo todo muy rápido, por un lado se está dejando llevar por los acontecimientos, por otro lado desea marcharse. Espero que os haya gustado.

Enfrentándose al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora