Capítulo 25: El Jacuzzi.

99 10 1
                                    

Samanta se despertó de golpe, estaba empapada y aún temblaba.

-¡Samanta!.- Javier estaba junto a ella.- Has tenido una pesadilla.
-Creo...Creo que sí.- El corazón se le iba a salir por la boca.
-Intenta relajarte.- Se levantó rápidamente para traerle un vaso de agua.- Tranquila. Estoy aquí y no me voy a ir...¿Qué estabas soñando?.-La observaba cauteloso.
-No...No lo sé...-Sí lo sabía pero no quería decirlo en voz alta por si llegaba a hacerse realidad. Miró a Javier de reojo que no se perdía expresión alguna.- Solo necesito unos segundos...
-Sam...Por favor dímelo...Has soñado con él. ¿Verdad?.- Conectaron sus miradas.-Te he oído decir su nombre varias veces.-Acunó su cara entre las manos.- No dejaré que te pase nada.
-Hace tiempo que escapé de su agarre...-Rompió el contacto visual.-Pero a veces viene en mis sueños y allí no tengo donde esconderme.- El llanto finalmente pudo con ella y se hundió en los brazos de Javier.

No supo cuánto tiempo estuvo llorando pero los primeros rayos del sol rozaban su cara despertándola. La luz inundaba la habitación indicando que la mañana hacía rato que había llegado. Intentó incorporarse en la cama pero el enorme cuerpo de Javier se lo impedía. Seguía abrazándola en la misma posición en la que se había dormido. Su respiración era relajada y constante, todavía estaba profundamente dormido, se quedó mirándolo unos segundos hasta que intentó moverse sin despertarle.

-¿Cuánto tiempo llevas despierta?.- Su voz seguía ronca por el sueño.
-No mucho. ¿Te he despertado?
-He notado que te estabas moviendo.- Entreabrió los ojos por la claridad.-¿Qué hora es?.
-No lo sé pero creo que es bastante tarde.- Se incorporaron en la cama para ver a través de los ventanales las increíbles vistas.
-¿Qué quieres hacer?. Podemos pedir el desayuno o bajar y desayunar en el restaurante.
-Prefiero bajar.

Media hora después atravesaban las puertas del restaurante para desayunar junto con algunos rezagados. A esas horas la mayoría ya estaba realizando el circuito por lo que había muy poca gente allí.

-¿Cómo estás?.
-Bien, solo ha sido una pesadilla.
-Sí quieres podemos irnos ya a casa.- Samanta soltó la taza del café que se estaba bebiendo, cuando vio la expresión que tenía Javier en su cara y entrelazó sus manos con las de él.
-Javier...Estoy bien. Solo ha sido una pesadilla...No puedes controlar lo que sueñas.- Dejó que asimilase esas palabras para continuar hablando.- Él me hizo mucho daño...Uno tan grande que creo que es completamente irreparable pero poco a poco lo estoy asimilando, para mí es más que suficiente...
-Sam...Yo...Lo siento...-Agachó la cabeza. 
-¿Por qué?.-¿Le diría lo de los sobres con las fotografías...?
-Yo...-Permaneció callado unos segundos que para Samanta fueron eternos.-Solo...Lo siento, a veces pienso que soy un inútil y que no puedo hacer nada por ti, para que liberes un poco esa carga que has estado llevando durante tanto tiempo...
-No eres ningún inútil...¿Quieres saber lo que eres?.- Apretó su mano con más fuerza y los ojos empezaron a picarle.-Eres mi todo...-Eso significaba para ella, su todo. Desde que apareció de nuevo en su vida todo lo que hasta ahora conocía cambió para mejor descubriendo en el proceso una nueva Samanta. Nada que ver con la Samanta de hace años y mucho menos una distinta a la hecha pedazos. De alguna manera Javier poco a poco los volvió a unir y darle una nueva oportunidad.-Todo...Así que no digas esas cosas de ti.
-Te quiero Sam...Pase lo que pase, te quiero.-No era a primera vez que le decía exactamente lo mismo pero si era debido a las fotografías que escondía a Samanta, ya empezaban a darle igual el hecho de que no se lo hubiese dicho. Era algo que estaba pendiente de hablarlo pero esperaría a que él diese el primer paso.

El spa estaba abarrotado apenas podías dar un paso sin tropezarte con alguien o estar completamente en silencio por el murmullo que había de fondo.

-No hay quién se relaje con toda esta gente.-Estaba algo molesto.
-En la habitación tenemos un jacuzzi...-Se quedó mirándola sorprendido.
-No creo que llegues a dejar de sorprenderme...- Le dio un beso en la punta de la nariz.

Enfrentándose al pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora