Capítulo 6

78 7 0
                                    

AVA PAIGE

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

AVA PAIGE

Decidí salir a correr antes de ir a clases. Antes no me hubiera parecido buena idea salir a trotar a las cinco de la mañana, pero lo necesitaba, mi mente se estaba saturando y tenía que drenarlo de alguna manera. La zona donde vivo está cerca de una urbanización un poco mas económicamente hablando, mejor. Mi amiga no estaba ahí por cuestiones de que sus padres son increíblemente sofisticados, y este lugar era más bien... simple, pero te dejaba ver que sus billeteras estaban apunto de reventar.

Pasando por la gran reja que dividía su mundo y el mío iba saliendo una motocicleta negra, de esas que puedes ver en las películas de adolescentes, donde hay un chico rudo que te rompe el corazón y aún así lo amas. La reja se deslizó hasta abrirse por completo, yo me detuve para estirar mis músculos como excusa para husmear un poco.

Nuestras miradas se cruzaron y no podía creer que era él, de nuevo, esto parecía una broma. La curiosidad invadió mi cuerpo haciendo que caminara hasta donde él estaba estacionado.

—Hola —dije, recuperando la respiración que había perdido hace rato trotando.

Ladeó suavemente la cabeza, no tenía expresión. Sacó un gorro de tela para llevarlo hasta su cabeza y cubrirlo con el.

—Estoy seguro de que me estas persiguiendo —se expresó manteniéndome la mirada.

—¿Aquí vives?

—¿Sueles acosar a la gente? —pregunta, con tanta serenidad que me hirvió el cuerpo.

Ya debía acostumbrarme al echo de que me lo cruzaría a donde fuera que yo fuese, y no era una opción ignorarlo, había un imán que después del café me jalaba a conocerlo.

—¿Por qué corres a estas horas? —rebotó mi pregunta. Dos veces.

—Porque es relajante —respondí, con inocencia.

Dejó salir una risa burlona, como las que ya me había dado antes.

—Nos vemos —acomodó sus manos en el manillar.

Se colocó el casco por encima de su gorro negro, apretó el acelerador, me dio una última mirada y se fue. Di una fuerte pisada al suelo de concreto, no podía creer que me había tratado de esa manera. No soportaba la indiferencia, ¿qué le costaba ser amigable?

Indignada, seguí mi caminata.

La alarma que me indicaba que debía volver a casa para ir a clases, sonó. Esta vez no olvide nada importante.

Había dado por terminada mis clases de fotografía. Ahora podía salir una hora antes de aquí. Estaba tan ocupada en mis cosas y en las apariciones del chico misterioso que Cinthia pasó a segundo plano para mi cerebro. La mire a lo lejos mientras guardaba mis libros, ella se acercó a pasos rápidos.

Otro atardecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora