AVA PAIGE
Era uno de esos días del mes donde quería dormir y no despertar hasta que el dolor se fuera del todo, donde me irritaba hasta el más mínimo sonido, hasta mi respiración. Y no por el hecho que doliera, porque lo hacía, era más por lo incómoda que me hacía sentir, la suerte es que era sábado.
Los días en que menstruaba eran un infierno, me sentía una pelota por lo hinchada que estaba, y normalmente el primer día me agarra con nauseas y consigo vomito. Lo gracioso a todo eso es que estando en este estado solía ducharme más de la cuenta, hoy iba por la segunda ducha del día, debía ir a hacer mi turno de los sábados.
Salí de la bañera en vuelta en una toalla en busca de mis pastillas para aliviar el dolor. Las tomé y rápidamente me vestí, he tenido paranoia de que algún día iba a ver la sangre bajar por mi pierna sino me colócala la toalla femenina inmediatamente salía del baño.
Ponerme jeans no era una opción, así que me fui por un vestido negro holgado que me gustaba como me quedaba a pesar de lo inflamada que me veía. Tomé mi cámara por si me apetecía salir a tomar fotos luego del turno.
Estaba apunto de recibir a mi último cliente del día. Entró con la vista en el teléfono. Llevaba esos jeans negros que al parecer no se quitaba de encima, una camiseta blanca junto al gorro de tela negro. Ahora traía un aro en su nariz además del que tenía en el lóbulo.
—Un café espresso no tan fuerte —dijo, sin mirarme.
Reí y di la vuelta para preparar su pedido.
—Aquí tienes.
Levantó la vista.
El color de sus ojos por alguna extraña razón se veía más vibrante, más intenso. Mire por encima de él para ver su auto estacionado fuera. A la luz del día se veía aún más hermoso que aquella noche. Deslice la vista hasta él. Probó el café y me dio una sonrisa simple como aprobación.
La última vez que nos vimos fue en la fiesta de Adam, y no estaba muy orgullosa de lo que le dije, que es eso de ojitos lindos, quería morir de nuevo en este instante. Nos quedamos en un silencio por unos segundos, en ese lapso se me había ocurrido una idea que me beneficiaba a mí y por eso estaba dudando en si soltarlo o no.
—¿Me podrías hacer un favor? —solté sin titubear.
—Depende —dijo, sin ninguna expresión.
Estaba por soltar un pequeño insulto por su indiferencia a la vida, pero sabía que eran las hormonas haciendo efecto. Tomé aire y lo solté.
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Otro atardecer
Romance«Otro amor, otro atardecer; cada uno viene más intenso que el anterior.» #1 - atardecer #4 - elamor REVISIÓN HECHA POR LA AUTORA. 2 0 2 2