AVA PAIGE
—¿Cuál es tu excusa para no ir? —solté un suspiro, por enésima vez.
Me puse boca arriba en la cama, mirando al techo donde extrañamente ella tenía fotos de artistas pegadas, sabe dios para qué.
—Eth dormirá en casa hoy —sentí una almohada plantada en mi cara sin aviso. La miré volcando los ojos para poder verla.
—Eres una perra caliente —me regaló una risa.
Ella terminó de vestirse, después se sentó frente al espejo, comenzando a maquillarse. Me escribió para que viniera a acompañarla mientras se arreglaba para ir al club de su padre, la rubia iría con ella, pero yo preferí quedarme en casa. Uno, porque él me rogó por quedarse esta noche —que quedé claro que no fui yo, sino ÉL— y dos, es domingo y sólo quería estar en mi cama.
—¿Cómo me veo?
—Jodidamente sexy —ella golpeó su glúteo con diversión, a lo que yo reí.
Las dos nos teníamos que ir. Yo fui directo a casa para tomar una ducha, quedamos en vernos en su trabajo, dijo que quería darme un pequeño regalo. Me puse algo cómodo y salí de casa. En el camino iba hablando sola, como siempre, quien no lo hacía.
La campanilla anunció mi llegada, llevando sus ojos azules a mi semblante parado en la entrada. Sonrió, mostrando su hoyuelo. Apoye los codos del mostrador de cristal, poniendo mi barbilla entre mis manos.
—Hola, preciosa —se acercó para dejar un beso corto en mis labios.
Últimamente no llevaba su gorro negro de tela, y ha estado llevando más seguido el arito en la raíz, cosa que le daba un aire muy sexy.
—¿Qué haremos hoy?
Este se levantó de la silla giratoria para salir de detrás de la caja registradora. Se posicionó a mi lado.
—Tienes cinco segundos para escoger los vinilos que más te plazca, totalmente gratis —me puse recta, analizando lo dicho anteriormente. Fruncí el entrecejo.
—¿Qué? —sonreí. Él asintió apretando los labios a la vez que cerraba los ojos.
—Ya han pasado dos —abrí los ojos más de lo normal.
Dirigí mis vista a los estantes y cajas de discos, y sin pensarlo fui en busca que los tesoros. Para mi suerte casi la mayoría estaban a la vista y los podía sacar sin problema ni tardanzas. Veía de reojo al chico que casi quería estallar de la risa, en mi cabeza los segundos ya habían pasado, pero quién era yo para avisarle sobre ello. Entre mi axila llevaba unos seis discos, y todavía el no decía que era todo. Por el octavo me detuve, le di una mirada recelosa y me acerqué.
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Otro atardecer
Romance«Otro amor, otro atardecer; cada uno viene más intenso que el anterior.» #1 - atardecer #4 - elamor REVISIÓN HECHA POR LA AUTORA. 2 0 2 2