Capítulo 11

54 7 0
                                    

AVA PAIGE

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

AVA PAIGE

—¡Tienes que cerrar los ojos para sentirla! —no sabía que este hombre podía chillar tanto.

—¡Que más da! —chille de vuelta.

Entrecerró los ojos, amenazándome con la mirada. Solté un suspiro y volqué los ojos para luego hacer lo que me había dicho.

La música empezó a sonar y me sentía tan estúpida con los ojos cerrados. Recosté mi cabeza del asiento. La melodía invadió mis oídos y me sentía tranquila. Él me había dicho que era su favorita, que debía de escucharla.

Me parecía raro que este señor me querría enseñar algo. Apareció en mi puerta en la tarde preguntándome si tenía algo planeado para hoy domingo, como no hago nada le dije que estaba libre y aquí estamos, en su auto, estacionados donde la brisa hacía volar nuestros cabellos, debajo de un árbol para tomar la sombra que este daba.

Me concentraba en la letra que revoloteaba en mi cabeza. Lo miraba de vez en cuando, cuando la letra me causaba nostalgia. Llego un punto donde mis ojos empezaron a picar y no pude contener que una lágrima saliera de mis ellos. La retiré con el torso de mi mano, pero cada vez que avanzaba otras más caían por el mismo lugar.

Esta vez lo miré y notó que me había hecho llorar. Quien me conoce sabe que soy muy sensible, todo me hará llorar, me entro en la piel de la otra persona y todo valió mierda. Y esta letra me entristecía porque me imaginaba al chico de ojos azules en tal situación, aunque la letra también me daba alegría, combinada con tristeza.

Nos conocíamos desde hace menos de un mes, era suficiente para mí sentir empatía por él y preocuparme. Cuando la canción terminó quería llorar aún más, pero lo contuve. Además, agreguemos que estaba en mis días.

—¿Me ayudarás a dejar razones para ser extrañado? —preguntó, con una sonrisa burlona.

Quería golpearlo. Como dije, es buena letra, tiene un trasfondo de que le ayuden a ser recordado, y quien lo haya perdido no se sienta mal por ello. Quería dejar tranquilo a la persona que lo vaya a perder.

—¿Por qué te hizo llorar? —volvió a cuestionar, esta vez con un signo de interrogación en su cara, más interesado por mi reacción.

—Te imagine en la situación —él arqueó sus labios con expresión de sorpresa y ternura a la vez.

—Agradezco tu preocupación, pero aún me falta mucho por vivir —lo fulmine con la mirada, él volvió la vista a la lista de canciones que había en su teléfono. — . Simplemente me gusta porque es una buena canción para representar la vida.

Otro atardecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora