Capítulo 25

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23 De Diciembre

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23 De Diciembre.

ETHAN STONE

Desde que lleve a la pelirroja al acuario he estado vuelto loco buscando un detalle, algo me de dijera que eso sería especial, que jamás lo olvidará y que pudiera llevarlo consigo toda la vida si fuese posible. He ido de tienda en tienda, tiendas de joyas antiguas, de segunda mano; buscando ese collar que me imaginé en mi cabeza una noche sentado en el sofá escuchando Sparks.

Estaba un poco harto de la búsqueda sin resultado, no sabía si detenerme y darme por vencido, pero luego recordaba que no, que ella se merecía ese detalle. Estar con ella era una especia de anestesia un poco rara porqué sentía de todo y a la vez nada, podía sentir el calor de sus labios, en cambio, no sentía estrés u ansiedad de ninguna forma.

Le di de comer a Umi, para poder irme a vestir y salir de casa. La nieve había estado jodiendo mi auto consecutivamente, ahora lo guardo en el garaje, no lo hacía porque no me apetecía, pero ya a estas alturas de temporada era obligatorio.

Conduje hasta la tienda con pereza.

—¡Buenos días, buenos días! —exclamó el moreno en cuanto la campanera anunció mi llegada. Rodeé el mostrador para ponerme al lado de él.

—¿Todo bien? —aclare mi garganta.

—Oye, ya encontré un local donde tienen varias cosas como me las detallaste —dijo, organizando algo en la caja. Yo jugaba con mi arito de la oreja, viendo a las pocas personas que estaban dentro ojeando los discos. — . Te dejaré la dirección anotada.

—Gracias.

Podía contar con Charlie para las que sea, no había manera de que él me dijera que no, y al revés. Muchas veces era un hijo de perra, pero con todos sus defectos lo quiero. Le había comentado sobre lo que estaba buscando, cuatros ojos son mejor que dos, y aceptó sin chistar, no se preocupo en preguntar de que se trababa o porque quería yo una joya antigua en forma de corazón.

En los años que llevo soltero y a su lado nunca mencioné nada sobre una chica o asomado, y ahora que cada cierto tiempo le digo cosas cursis se burla de mí con eso, es raro, volver a querer a alguien, mas no de la forma equivocada, querer de verdad, con el corazón completo.

—Ya no puedo más —apoyo con fuerza sus manos sobre el mostrador, llamando mi atención.

—¿De que hablas ahora? —sonreí de lado.

—¿Para que quieres ese collar? —encarnó la ceja derecha dándole un aire divertido a su rostro.

—Para metérmelo por el culo —dije, con una sonrisa sarcástica.

Otro atardecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora