Capítulo 28

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AVA PAIGE

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AVA PAIGE

—Tienes que entender, no todo es así —me dio una mirada triste.

—Espero que jamás tengas que perder a alguien y pasar por todo este dolor —sabía que estaba tratando de contener las lágrimas.

—Pero estoy segura que la abuela no hubiera querido verte así. —negó con tristeza. Apreté mis labios sin saber que más hacer.

La muerte de su madre lo dejó marcado este último año, es la primera muerta que ha presenciado cerca de él. Yo la recordaba por su pie de arándanos, y los bizcochos de chocolate que nos hacía. Podía comprender que aún le doliera, estaba reciente, era su madre.

—Quisiera verla por última vez y poder decirle que nada de lo que dije era verdad. —rompió en llanto.

Lo atraje a mi pecho acariciando su cabello rojo. Me dolía en cada parte de mi cuerpo verlo de esa manera. Escucharlo sollozar en mi pecho me debilitaba, me uní a sus lágrimas por los recuerdos que se aparecían en mi cabeza de la abuela. La última vez que la vimos fue en Londres porque allí vivía, estábamos cenando y yo escuché a mi padre decirle cosas de las que hoy se arrepiente.

La abuela no era una mala mujer, pero sí le gustaba opinar un poco sobre la vida de mi padre y eso no estaba bien, más allá de decirle que fue una asquerosa madre, no fue la mejor manera de expresarse. Él nos contaba de todas las cosas que vivió con ella, él sabía que no fue mala.

—Promete que nuca te irás enfadada con las personas que amas, Avie... —salió de mi pecho y me miró. Sus ojos verdes estaban rojos. —Este mundo es prestado y nosotros efímeros..., por desgracia.

Agachó la cabeza mirando sus rudas manos. No comprendía del todo el dolor que estaba sintiendo en este momento o desde ese día que todo se le vino abajo. Las secuelas de una pérdida tan importante son gigantes, son catastróficas e incontrolables.

—Por eso te pido que por favor dejes esa mierda —mis ojos picaban. — . Necesito al padre que me llevaba a tomar fotos a los atardeceres, que me enseñaba cada semana un disco nuevo, con el que me reía sin parar todo el día, el que me permitía quedarme despierta hasta tarde a escondidas de mamá... —solloce soltando una risita melancólica. —No quiero tener esta fotografía mental de ti cuando te vayas. —no pude ahogar las lágrimas que estaba conteniendo.

Nos empezamos a distanciar antes de cumplir los dieciochesco, ahí empecé a fumar y tomar como una loca empedernida, adolescente al fin. Fue un poco mi etapa rebelde, por motivos diferentes. Yo no conocía otra cosa que el amor incondicional de mi padre, cuando se distanció tan abruptamente me destrozó, me dejó en el limbo.

Otro atardecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora