Capítulo 24

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AVA PAIGE

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AVA PAIGE

Ya había tomado el último examen, estaba guardando algunas cosas en mi casillero, el metal de este estaba frío al tacto. Por fin podía descansar de estudiar hasta tarde, poder dormir a gusto e irme tarde a la cama. Sentí la presencia de alguien detrás de mí, giré la cabeza para percatarme de quien era, los rulos del chico se asomaron por un lado de mi cabeza.

—Hola —salude, terminando lo que estaba haciendo para girarme y verlo mejor.

—Fueron unas semanas agobiantes —soltó un suspiro.

Mis ganas de hablar se esfumaron cuando la chica de cabello negro rizado se posó delante nuestra, le dio una mirada al chico, intimidándolo. Arrugue el entrecejo confundida por su reacción, fue como si un perrito con miedo se escondiera en sus hombros.

—Mejor vámonos —mencionó el chico con cierto nerviosismo en la voz.

Jay sabía muy por encima lo mío con Cinthia, no todo, pero si lo necesario para entender que ella es asfixiante y que no debería confiar en ella.

—Está bien —le dije con media sonrisa.

Le hice una mueca al chico para que entendiera que estaba bien, que podía irse. Se quedó unos minutos dudando si se iba o no. No era nada nuevo que cada que podía se acercaba a mí para sacarme cosas para poder usarlo a su favor, ella era una controladora de lo peor. La miré confundida, su rostro se sentía con superioridad, no sabía que iba a soltar, pero seguramente no sería nada bueno.

—¿Qué quieres? —apretó sus labios, fingiendo estar ofendida. Volqué los ojos inconscientemente.

Me provocaba todo tipo de rechazo. No era capaz de verla como una amiga después de una relación fallida, como normalmente me gusta quedar con mis anteriores parejas. Con ella todo era diferente, lo sentía tan natural rechazarla.

Cruzó sus brazos por encima de su pecho y elevó levemente la barbilla.

—¿Es justo? Dime, Ava.

"Es justo" esas simples palabras me llevaron muy atrás de mis recuerdos que creí olvidados por alguna especia de... no lo sé, dicen que cuando algo te resultó difícil de afrontar tu cerebro lo guarda y no te lo muestra hasta que algo lo detona, es justamente lo que estaba pasando en ese instante.

«Dos años atrás.

—¿Me estás jodiendo verdad? —le pregunté apretando los dientes.

Otro atardecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora