Capítulo 15

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AVA PAIGE

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AVA PAIGE

Mis días se resumían en esto: ir a mis clases, llegar a casa para comer y ducharme, ir al trabajo; al terminar me iba a cualquier sitio con Ethan. No es para nada un mal plan. Cada día teníamos algo nuevo para hacer, nuevas risas que soltar y siempre había algo estúpido en mi cabeza que decir.

Me esperaba cada que podía al finalizar mis turnos. No sé si fue lo que le dije el día que discutió con su padre o que le salía con naturalidad, pero todo entre nosotros se volvió más íntimo. Él me prestaba atención en absolutamente todo lo que le decía, jamás me sentí tan atendida, y es sorprendente lo bien que almacena las cosas sin sentido que suelto.

Mientras caminábamos, yo uno centímetros más atrás que él, veía su ancha espalda moverse con tranquilidad, su cabello se movía a todas partes por el viento, me pregunto que olor tendrá su cabello. Baje la vista al suelo y pude ver la gran distancia que había tomado en tan solo un minuto.

—¿Puedes ir mas lento? —agregue con la voz suave. Él giró por encima de su hombro.

El chico sonrió y se detuvo, lo pude alcanzar para luego detenerme junto a él.

—Estoy yendo normal.

Se inclinó unos céntimos hasta mi cara, por un momento pensé que me besaría, cosa que no hubiera estado tan mal, en cambio, tomó mi brazo para hacerse pasó metiendo su cabeza entre mis costillas y el antebrazo, me sujeto de las pantorrillas y me elevó sobre su hombro.

Me tomó tan desprevenida que no hice ninguna queja. Me sostuvo con más fuerza en los femorales. Esperaba una respuesta irónica y que siguiera su camino como si nada, estaba claro que era una caja de sorpresas.

Gracias al cielo que llevaba jeans. Temía que pesará mucho para el poder seguir andando. Mientras caminaba conmigo colgando, me preguntaba que tipo de relación teníamos, tampoco quería ponernos una etiqueta porque las detestaba, seremos lo que queramos sin tener que ponernos un título.

Porqué tan solo en menos de un mes había conectado como jamas lo había hecho con nadie antes, por eso me confundía y me decía que todo estaba yendo muy rápido para luego darme una bofetada mental y decirme que dejé de preocuparme, que disfrute el momento de lo que sea que tengamos.

—Llegamos —me bajo con suavidad. Arreglé mi cabello que se había alocado.

—¿La playa? —asintió sin importancia. Su semblante estaba tranquilo.

—¿Nunca has querido meterte con ropa? —arqueó una ceja. Lo miré amenazante.

—No, muchas gracias —negué con la cabeza. — . Mejor vamos a por un helado.

Otro atardecer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora