Sangre y oscuridad

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                        Chandler

Ni siquiera voltee a mirar cuando se fueron. Una parte de mi estaba feliz de ya no tener que verlos.
Sobretodo a ella.

Que el infierno me lleve si me vuelvo a encontrar con semejante chica tan exasperante.
Tan irritante.
Aveces odiaba a las personas vivas.
Maldición pero que chica tan insoportable.
Era un dolor verdadero dolor en el culo.
En apariencia podía dar la impresión de ser suave y delicada como un pétalo pero cuando te descuidas te clava las malditas espinas.
Una rosa espinada.
Que patético.
Tan delgada y pequeña,  con su nariz respingona y su rostro redondeado enmarcado por un largo cabello oscuro cayendo por su espalda e incluso ese desagradable gesto que hacia con su boca para aseverar su desconfianza, por su maldita culpa debia buscar de nuevo algo para ponerme.
Estaba tan enojado.
La noche anterior, no tenia ni una pizca de sueño así que tuve que escuchar toda la mierda que ella hablaba con el niño.
Había algo en sus palabras que no quería admitir.
Era mucho mejor estar solo
Estuve sentado en el piso de madera durante un par de horas mirando al techo de zinc con vigas oxidadas. Mire alrededor y debajo del catre había una especie de baúl pequeño, lo saque de su sitio y encontre ropa vieja, nada que pudiera servirme salvo una chaqueta de cuadros muy al estilo de un leñador. Tome la chaqueta y me la puse. Esto era mejor que nada. Quien quiera que construyo este refugio sin duda se esforzó por dotarlo de cosas que cualquier persona que encontrara este sitio podría necesitar.

Quizás era hora de volver al convertible. Pero antes debía darle algo al estomago. El maldito se estaba devorando así mismo. Recordé que durante el drama de la chica esa, tire el tobo con los peces que había atrapado con el niño.
Que mocoso tan genial.
Me agradaba.
En cambio su hermana...
Escucho un sonido raro.
Era como unos gruñidos.

Cuando salgo de la casa lo primero que veo a uno de esos cadáveres atorado entre unos arbustos espinosos. Sus ojos hundidos eran legañosos y su  carne podrida apestaba. Esa maldita cosa tenia los brazos extendidos como si deseara atraparme.
Era un hombre de mediana edad.
Solté una risa vacía.
Y me dirigí hasta donde estaba atrapado.

_Estas convertido en una mierda, amigo...
Lo miro de cerca y me doy cuenta que en realidad ni siquiera puede escucharme.
Esta muerto.
No solo lo delata su olor putrefacto.
Sino que también ha perdido la chispa que lo volvía humano.
Lo que sea que lo impulsa a seguir caminando en este mundo no tiene nada que ver con la vida sino con la muerte.

Sigo observándolo y me pregunto que clase de persona era cuando estaba vivo.
¿Tendria esposa e hijos? ¿un buen empleo?
¿Una linda casa con un perro cariñoso?
Miro al cielo nublado, y una brisa fría sopla alrededor  de los dos. ¿Que era eso que había pasado con el mundo? ¿Porque de un momento a otro todo se fue al cárajo?
El cadáver sigue gruñendo.
Me alejo un poco y me inclino a recoger una rama de arbol seca del suelo.
La empuño entre mis manos y apunto la parte puntiaguda a uno de los ojos del cadáver.
Tomo impulso y le clavo la rama con fuerza. Atravezando su globo ocular, incrustandose en su cabeza.
De inmediato deja de moverse.

No se porque mierda se me vine ese pensamiento pero lo digo en voz alta.
_ Si alguna vez me convirtiera en esto, desearía que algún imbécil hiciera esto por mi...

¿A quien le gustaría andar eternamente comiendose a los demás?

Entonces me alejo de toda esa porquería y me dirijo al lago. Lavo mis manos lo mejor que puedo y recojo el tobocon los peces del suelo. Alguna vez creo que vi uno de esos programas de supervivencia en el Discovery Channel donde un tipo encendía una fogata pequeña solo con hojas secas y ramas muerta.  Así que recolecto todo lo que puedo necesitar pese a que algunas cosas están húmedas por la lluvia.
Igual me importa una mierda.
Voy a hacer una maldita fogata porque estoy muriendo de hambre.
Comence colocando pequeñas piedras alrededor de un circulo estrecho y puse troncos para leña luego añadí  un puñado de astillas de madera y hojas secas y busque en mis bolsillos el encendedor. Las chispas encendieron la yesca rápidamente. Lave los peces y los empale con ramas delgadas para que se asaran al fuego.
Mientras se cocinaban me quite la ropa y me lance a nadar en el lago.

El Club De La Dimensión MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora