Boleto al infierno

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Chandler

Tres cosas tenían trastornada mi puta existencia en estos momentos...
Tres malditas cosas.
1)El niño no despertaba
2)Su hermana no paraba de lloriquear
3)Los malditos cadáveres estaban agolpandose en la puerta y parecian dispuestos a derrumbarla.
¡Maldita sea!
¡El infierno parecía empeñado en querer tocarme las pelotas!

Estábamos atrapados en este pequeño cubículo de cuatro paredes angostas sin ventanas y en la jodida oscuridad porque en el umbral de la puerta se escuchaba como si alguien arrastrara los pies. El niño, aun no despertaba....
Maldición! Esto sera mas difícil de lo que creía ...
Estaba empezando a cagarme en los calzones...
Es curioso no me asustaba aceptar desafios y enfrentarme con psicópatas y con cadáveres pero si me aterraba la idea de perder a este niño.
La vida se me estaba yendo a la mierda.
Me senté con la espalda contra la pared a mirar el techo o lo que sea que pudiese detectar en la oscuridad.

_ ¿Como esta?_ Finalmente decido decir
Sintiéndome un idiota.

_ La fiebre sigue igual...
La voz de ella era un susurro neutro

No quería reconocerlo pero me asustaba que el veneno no pudiera ser contrarestado por el suero.
_ Mejorará...
Mentí descaradamente, eso ni yo lo sabia...
_¿ Eres medico?_

Solté un suspiró.
¿Lo era?
Maldición, no.
Pero ella era enfermera.
Lo poco que sabia, lo había aprendido de aquella mujer mientras estuvo en la cárcel.
_ Aprendí un poco...
_ Parecías saber que hacer
Su voz parecía serena pero tenia un matiz triste.
_ Solo fue primeros auxilios...

Quise dejar el asunto zanjado ahí.
No estaba especialmente complacido con rebuscar en mi pasado. Pero después de tanto tiempo su recuerdo volvía desde las profundidades de mi mente para atormentar lo poco racional que me quedaba.
Lena
Ese era su nombre.
Ella era una chica, de aspecto pequeño, manos frágiles y cabellera pelirroja muy desordenada. Al principio de su llegada a la correccional no había tenido la necesidad de pelear con nadie, estaba llevando un récord estúpido. Como si esos imbéciles guardias o los reclusos no fuesen capaces de provocarme. Supongo que deseaba estar tranquilo y por esa razón, estaba manteniendo mi distancia.
Con un perfil bajo y toda esa mierda.
Pero la cárcel es un lugar en donde jamas te van a tratar bien, es un lugar donde jamas se van a preocupar por ti.
En ese lugar la gente no mejora ni evoluciona en alguien mejor sino que se convierte en algo peor...
Allí los monstruos se hacen
_ Gracias por eso...
Parpadeo
Su voz me toma por sorpresa.
_ Gracias por todo lo que has hecho por nosotros...
Apreté los dientes
No estaba acostumbrado a que alguna persona fuese agradecida.
_ Lamento mucho la forma en que me comporte y todas las cosas que dije antes...

¿Que era esta sensación tan extraña?
Incómodo dije entre dientes.

_ Esta bien...

¿Esta bien, que?
No sabia que mas decir.
Mis ojos siguen silenciosamente al bulto que veo apenas visible en la penumbra sobre la cama.
E imagino como estará su expresión.
Seguramente sus ojos estarán hinchados de tanto llorar.
La imagen de una chica despeinada vistiendo mi camiseta, con su hermano pequeño en brazos viene a mi mente.
Me impacto tanto la expresión que tenia esa vez.
No era para nada la chica irritable y gritona de la ultima vez, al contrario era alguien a punto de perderse, de sus ojos la luz ya se había escapado, la chispa que me atrapo cuando la conocí ya no estaba. Su mirada era marchita.
Y su cuerpo parecía moverse por inercia.
_ Trata de dormir_ Le aconsejo y agacho la cabeza.
Ella no dijo nada mas.
Las horas que vinieron después simule que estaba profundamente dormido, todo estaba tranquilo hasta que capte unos sollozos.
Eran leves.
Pero podía escucharlos con claridad.

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