Capítulo 1 *

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Esta obra está inspirada en las novelas "Tenías Que Ser Tú, Siempre Tú y Solo Tú" de @NikyMoli previa aceptación de dicho autora.

El contenido de la obra por lo general es apto para personas de 15 años o más. Puede que contenga violencia, contenido sexual explícito o lenguaje fuerte. Queda a la responsabilidad del lector si la lee o no, ya que pudiese herir la sensibilidad del mismo.....

Es 15 de septiembre estoy a solo tres días de mi cumpleaños número veinticuatro. Llego a casa después de una jornada super movida en donde pasé, casi toda la noche metida en el quirófano de cirugía tras cirugías, todas de emergencia.

Al entrar a mi departamento, encuentro que todo está muy callado, cosa que me extraña, ya que es sábado y si mis amigas no están haciendo un fiesta o medias borrachas tiradas en el sofá, están gimiendo de buenas dosis de sexo con cada uno de sus novios, cosa rara ya que no hay ni lo uno ni lo otro.

Necesito darme un ducha caliente de 5 minutos para liberar mi estrés. Mi cuerpo está tan agotado que lo único que me pide es agua y mi agradable cama.

Salgo del baño, me enfundo mi panty y una franelilla cómoda. Me tiro en mi gran cama, y me echo a dormir. No creo que haya pasado ni 5 minutos cuando caigo en un profundo sueño.

―¡Agnes! ¡Agnes! Despierta. Levántate ―Valery me zarandea por el hombro― Levántate, hay alguien que te busca.

―Vale... Por favor, déjame dormir, estoy cansada ―giro hacia el otro lado de la cama pero es inútil, Vale sigue fastidiándome.

―Es en serio, baby. Tus padres están afuera, levántate.

Cuando dice mis padres, casi caigo de culo.  Sin querer, golpeo la punta de mi pie con la mesa de noche y maldigo con un tono bastante alto, me siento en la cama a sobarme el dedo por el dolor del golpe, ¿qué hacen mis padres aquí? Pienso. Noto que Valery que esta muerta de la risa, la observo con ojos asesinos, claro ella no es la que está sufriendo éste intenso dolor.

―¿Es cierto lo que acabas de decir? ―asiente― ¿Y entonces por qué coño te ríes? ―se encoge de hombros y apunta mi pie, el dedo se está inflamando y vaya que duele y mucho.

Valery es una loca enfermera con la cual decidí compartir mi departamento, la conocí en la Universidad cuando estudiaba medicina, hicimos el básico juntas y después cada una se fue por su camino profesional, compartimos una bella amistad, además de mis otras dos compañeras de piso, con la que más estoy unida es con Vale.

Vale como yo le digo es huérfana, sus padres murieron cuando ella era una bebé en un accidente aéreo de formas para nada esclarecidas, nadie sabe a ciencia cierta que ocurrió ni las causas directas de dicho accidente, solo sé, así como mi amiga, que ni siquiera los cuerpos fueron hallados.. Por tal motivo su custodia quedó a cargo de sus abuelos maternos. Vino a estudiar a Chicago y aquí nos hicimos muy amigas.

Es una castaña bellísima de ojos grises impactantes y cuerpo de infarto. Podría jurar que ha tenido unos cien amantes, no lo sé, quizás más, nunca hemos sacado la cuenta, la muy zorra me ha intentado enredar con sus "conquistas no finiquitadas", como dice, pero, de verdad eso ni me quita el sueño. Sé y estoy consciente que no debo ni puedo enredarme casi con nadie.

Entro al baño corriendo, cepillo mis dientes, arreglo un poco mi cabello y procedo a vestirme. Tomo una lycra deportiva, mi brasiere y una franela que hace juego con mi pantaloncillo, me calzo mis zapatillas de ejercicio y entro a la habitación.  Observo el lugar y no vislumbro a mi amiga por ningún lado.

Me dirijo a la sala y, veo la espalda de mi padre que mira a través de los grandes ventanales de mi apartamento. Menos mal que la señora de limpieza vino ayer, pienso. Y que no hay ningún hombre sin camisa o desnudo paseando por mi casa.

―Agnes.  Mi princesa ¿Cómo estás? ―Es la voz eufórica de mi madre, que corre desde donde está y me da un fuerte abrazo.

Le devuelvo el gesto, la abrazo y beso su mejilla.  Ella coloca uno de mis rizos rebeldes detrás de mi oreja.  Sonrío y llamo a mi padre.

―Hola, papá  ―Gira su cuerpo para fijar sus ojos en los míos, luego abre sus brazos por lo que salgo corriendo a su encuentro.

Mi padre me abraza muy fuerte, siento como inhala el aroma de mi cabello, me da un beso en la coronilla y oigo su voz imponente y gruesa que me dice:

―Hola princesa. Es la hora de volver a Londres.

STEVEN

Estoy relajado en mi cama después de haber follado con Bea.  Lo hicimos unas 3 veces, esta mujer es una maquina sexual, se mueve como la propia porn star. Río a carcajadas producto de las comparaciones tan locas que llegado a hacerles a mis conquistas.

Bea es una de esas mujeres que forma parte de la élite, una chica que a sus 28 años no ha conseguido a su Agapi, no por ser fea, al contrario es bellísima, es rubia de ojos color miel, alta con unos pechos operados de infarto.

Me encantan los pechos grandes sean naturales o no. El problema de Bea ha sido su mala reputación, es una zorra innata, se ha tirado a cientos de hombres dentro y fuera de la nuestra sociedad, cosa no muy bien vista, por esa razón nadie la ha tomado en cuenta para ser la prometida y futura esposa de su hijo.

Ella es mi comodín sexual cuando ando solo, por llamarlo así. Viene a mí en cuestión de segundos cuando la necesito y por esos hoy estamos los dos juntos en esta cama.

Llevo unas semanas de soltería y decidí disfrutarlos con mi carta extra.

―¿En qué piensas? ―Bea me saca de mi ensoñación.

―En nada en particular, en que eres muy buena con el sexo ―eso la hace reír con arrogancia, toma un cigarrillo y lo enciende. Siempre hace lo mismo a pesar de que le he dicho que no me gusta el olor y menos el humo que emana esa mierda.

―¿Te puedo preguntar algo? ―asiento y la observo― ¿Es cierto lo que andan diciendo en las altas esferas? ―Frunzo el ceño, no sé de que me habla― ¿Es cierto qué tu gordita, tu Agapi, vuelve? ¿Dicen qué ahora sí te vas a casar? ―Quedo de piedra, no he escuchado nada de eso, además que no imagino como debe estar Agnes, mi Agapi.

Quizá este gorda, fofa, lo más probable, fea, que sé yo, y yo no quiero eso, quiero una chica bella con la que quiera casarme. Es cierto que ya a mis 28 años debería haber abandonado mi soltería y con algún hijo, sin embargo la élite ha cambiado un poco las normas además tengo muchos años sin verla.  Ay mi dios, que será lo que me espera, pienso.

―¿Dónde escuchaste eso, Bea? ―espeto en un tono fuerte e imponente.

―Lo escuché de mi padre y de varias personas más que no vienen al caso.  Lo que quería saber, es sí es cierto.

Estoy furioso, yo no sé nada, sé que debo casarme, pero yo debería escoger a la mujer que será la madre de mis hijos, alguien que me guste, alguien de quien me enamore. Ya varios conocidos han escogido, entonces ¿Por qué carajos debería casarme con Agnes si todo ha cambiado? Necesito hablar con mi padre.

Me levanto de la cama, le tiro a Bea su ropa para que se cambie y se retire de mi casa. Ya no la quiero aquí, ya me la tiré por todos lados y quiero que se vaya. Me observa confundida pero sabe como soy, medio bipolar, ya mi humor cambió, así que entro al baño, me ducho y me enfundo uno de los mejores trajes que tengo.

Subo a mi deportivo negro y me dirijo a la mansión de mis padres, necesito que ellos me aclaren todo esto.

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Besos y saludos
Mafer...

No me complace ser tu esposa ©  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora