Capítulo 7*

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AGNES

Pufffff, grandísimo imbécil!, ¿quién coño le habrá dicho a este idiota que yo quiero un regalo de él y menos un anillo de compromiso? Me digo para mis adentros. Retiro la mano con fuerza y ni siquiera le doy las gracias, miro a  mi padre que tiene los ojos abiertos muy grandes producto de mi reacción, él aprieta sus labios en una dura línea y ese me hace devolverle a Steven la mirada

―Gracias ―respondo de mala gana.

―De nada, Agnes― comenta. Giro en busca de mis hermanos gemelos y visualizo a Jack que está sentado en la gran mesa rectangular junto a su esposa.

―Permiso―espeto, por lo que los tres hombres, incluyendo a mi padre asienten.

Me muevo entre la gente y llego a donde está Jack , poso mi mano de su hombro, me agacho un poco para que escuche todo lo que tengo que decirle.

―Consígueme algo de tomar fuerte sino voy a explotar, no esa mierda de Champagne, algo como vodka, no sé―Jack me observa fijamente y se levanta, toma con suavidad mi brazo y me lleva a rastras con él, cuando estamos un poco alejados de la mesa retoma el habla― A ver, Ags, sé que la rabia te esta consumiendo y créeme que te entiendo pero, primero no quiero verte borracha para cuando papá anuncie este maldito compromiso. No es el sitio ni el momento indicado, y segundo, utiliza todo tu ingenio e inteligencia para tratar de disfrutar la noche y darle a entender a ese idiota que no te importa un comino este matrimonio, que esta mierda de sociedad a ti no te afecta en nada, ¿bien? ―Debo hacerle caso a mi hermano, es cierto que tiene toda la razón del mundo. Tengo los ojos empañados por lo que Jack me abraza muy fuerte, nunca en mis 24 años me había hablado así pero es cierto que sus palabras son mas que acertadas―Te quiero, princesa.

―Yo también te quiero―contesto, besa mi frente y toma mi mano para encaminarnos de nuevo a la mesa.

En la mesa, Steven quedó posicionado a mi lado derecho mientras que en el izquierdo está mi gemela, Ángela. De frente tengo a Aarón que ríe y juega con su esposa, le dice cosas, me imagino que calientes al oído porque más de una vez se sonroja, sonrío y sigo enfrascada en mi móvil, hablo con Valery a través de mensajes de texto, de como ha evolucionado la fiesta, la noche ha caído y si me preguntan ¿De verdad, qué quisiera hacer? respondería que me quisiera ir a mi habitación, enrollarme en mi cama e intentar caer en un profundo sueño.

Pero, es evidente que siendo el centro de atracción de la noche estará muy difícil lograr cumplir mi meta, así que me tendré que aguantar.

No veo ni a mis padres ni a los de Steven por ningún lado, no ha parado de escrutarme toda la noche, no me quita la mirada, cosa que me intimida, tantas mujeres que hay aquí y mantiene fija toda su atención en... ¿mis tetas? Si, eso creo, no le quita la mirada a mis pechos , que gran descarado es este tipo, de verdad esta situación me esta poniendo muy nerviosa, no quiero ni imaginar mi vida de casada con Steven, que dios se compadezca de mí. Suplicó en mis pensamientos.

Oigo los leves toquecitos que alguien le hace al micrófono y levanto la mirada a la tarima, mis ojos se abren profusamente ya que mamá y papá, sumados a los de Steven están sobre ella a punto de anunciar mi sentencia de muerte, mi compromiso.

Papá me hace señas para que me levante, hago caso así que me levanto de la silla, Steven se suma al igual que mi familia, escucho con ávidez lo que papá va decir:

―Bueno, Sras y Sres. Aparte de estar complacido por la compañía que nos han hecho esta noche  para festejar el cumpleaños de mis gemelas, Agnes y Ángela, debo realizar un breve pero importante anuncio ―Aarón me mira y guiña un ojo como si en ese gesto me traspasara un poco de su fuerza― Hoy no solo se celebra el cumpleaños de mis pequeñas si no que está noche queda totalmente declarado el compromiso de mi hija, Agnes Sharman y Steven Truswell ante la élite y ante el mundo ―mi cara debe estar totalmente transfigurada ya que mi padre agrega ―Hija. Te amo, esta es la mejor decisión que tu madre y yo hemos tomado― Una lágrima corre por mi mejilla, la gente aplaude eufórica, unos cuchichean, otros gritan ¡felicidades!, semejante estupidez me digo a mi misma.

No me complace ser tu esposa ©  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora