Capítulo 15*

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Ahora si está completo, perdonen el contratiempo, espero les guste ya que hice mi mayor esfuerzo para tratar de recordar casi todo, el próximo será mucho mejor, lo prometo.

I Don't Wanna Miss a Thing by Aerosmith ( No quiero extrañar algo)


AGNES

Suspiro profundo... estoy boca abajo. Siento que alguien pronuncia mi nombre con mucha suavidad en mi oreja. De verdad no me quiero levantar, esto se siente agradable, placentero. Esa persona que me llama, ahora comienza a darme dulces besos en el cuello, luego en la espalda, se acerca y besa mis orejas y por cada uno que me da repite mi nombre, no sé si estoy en un sueño, pero me siento tan bien que me voy a entregar a disfrutar del momento.

Los besos creo que están despertando un cúmulo extraño e inexplicable de sensaciones, me remuevo un poco en la cama, olvidando que tengo un trauma en mi tobillo derecho y que estoy sumergida o no en el letargo, al hacerlo pego un grito de dolor, mi tobillo sigue mal, pienso. Abro los ojos de golpe, pestañeo un par de veces y trato de ubicarme, estoy en la habitación de Steven.

Miro a un lado y él me me está observando con esos llamativos ojos verdes de una forma intensa, me doy cuenta que ya no estoy muy arropada que se digamos. Giro mis ojos hacía abajo, a mi tobillo y sigue inflamado, no tanto como ayer, pero igual sigue inflamado. Escucho la voz de Steven que me dice:

―Intenté despertarte lo más tranquilo posible para evitar eso. Es evidente que no lo logré ya que igual te lastimaste el tobillo ―su rostro expresa seriedad y preocupación.

―Creo que los medicamentos me drogaron de más, olvidé por un segundo que mi tobillo está sentido, que duele como los mil demonios, y que estaba aquí, en tu casa, tu cama y durmiendo contigo.

―¿Ahora si estarás de acuerdo en que lo mejor es ir a un médico?

―Sí, esto no va a mejorar sino enyesan el pie, que desgracia ―Suspiro profundo― no hay nada peor en este mundo que tener un yeso, esto va a ser una tortura ―espeto algo frustada.

Steven se levanta, va al baño y hace sus necesidades. Eso creo, luego vuelve para retomar el habla.

―¿Bien? Supongo que te tengo que ayudar, no sé, ¿a levantarte? ¿Asearte? ¿Qué vamos a hacer? ―Emito un suspiro profundo , es más, como un bufido. No me dejo ver de ningún hombre. Por Dios, ¿por qué debió pasarme esto aquí, y no es otro sitio? Levanto mi vista y de inmediato nuestras miradas se cruzan. Muerdo con nerviosismo el labio inferior y analizó en pocos segundos que carajos debo hacer. Igual no hay muchas opciones, ¿cierto?

Llego a la conclusión de que no tengo muchas salidas, así que le pido que me lleve al baño y me deje cerca del inodoro. Lo hace y se planta en la puerta, de espaldas, a esperar a que termine de orinar. Que cosa más bochornosa, es horrible depender así de alguien en el que no confías a plenitud. Al terminar, como puedo y saltando de una pata llego hasta el lavamanos, ahí me lavo la cara, recojo mi cabello en un moño alto y cuando creo que estoy sola, miro al espejo y el reflejo de este hombre me observa con suma curiosidad, con esa mirada cargada de magnetismo, con deseo. Nos sostenemos las miramos quién sabe por cuántos minutos hasta que entra y me entrega un cepillo de dientes nuevo, le ofrezco una sonrisa de agradecimiento y procedo a cepillarme.

Al terminar, me vuelve a cargar en sus brazos y me sienta en la cama, sale de la habitación y al entrar, trae mi vestido, lo recibo y veo como se pierde en el baño. Escucho el agua caer por lo que asumo que se está duchando, sólo me toma unos segundos terminar de vestirme, lo hago y luego me tiro literalmente en la cama a esperar a que Steven termine de asearse, cuando lo veo salir, quedo relativamente como se dice impactada.

No me complace ser tu esposa ©  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora