Capítulo 11*

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AGNES

Es viernes.  Vale me llamó temprano para informarme, que ya debió haber llegado toda la documentación que le pedí de mis estudios, así que voy rumbo a la oficina de correos a buscar dicho sobre, ando conduciendo el auto que me regaló papá, es un bello automóvil color negro, no me agrada mucho el color, pero, evidentemente estoy mas que agradecida por este obsequio, ya que me permite andar con un poco de libertad por la ciudad, por eso y por muchas cosas más es que amo a mi papá, bueno él siempre ha sido así, le gustan las cosas, grandes, costosas, lujosas en fin el auto es una verdadera muestra de su personalidad.

Llego a la oficina, aparco el automóvil, me bajo y toco el pequeño timbre que hay apostado en la parte externa de la oficina de correos,  este lugar es muy antiguo, pienso.  Una señora mayor, rubia y bajita me abre con un dispositivo automático y me deja pasar, su cara es amable, graciosa.  No hay nadie en el lugar así que le doy los datos del origen y quien me envió mis cosas, ella los toma y va adentro, asumo que a buscar el paquete.  Siento que mi teléfono comienza a vibrar y a sonar al mismo tiempo por lo que busco desenfrenadamente en el bolso hasta que lo consigo, veo la pantalla y me indica numero privado, acepto y hablo con algo de desconfianza.

―Hola...

―Hola, Chiquita, ¿dónde estás? ―ahh, es la loca de mi hermana.

―Hola, Ángela, estoy en la oficina de correos buscando un paquete, ¿por qué tienes el número privado?

―Bueno por medidas de seguridad, papá siempre nos dice eso ―encojo los hombros ya que le restó importancia, me parece absurdo hacer esas cosas, somos de la élite no unos artistas o familiares de la Reina Isabel― ¿Y qué paquete estás buscando?

―Algo que me enviaron de Estados Unidos, es mi carpeta personal.  Y bien, me imagino que llamas por algo.

―¡Claro! ―responde con euforia―  ¿No sabes qué día es hoy?―si sé que día es hoy pero, ¿eso de verdad importa? Pienso.

―Viernes―musito de lo más tranquila.

―Exacto... Y te recuerdo que tú nos debes una salida, una que prometiste sería hoy, así que alístate y que Aarón ira por ti esta noche ―ruedo mis ojos, que fastidio, no soy muy amante de la vida nocturna, en cambio este par sí.

―¿Ni siquiera puedes preguntar si quiero ir?

―No, Chiquita, lo siento, no puedo, esto es algo que ya estaba discutido así que no acepto ninguna de tus vagas excusas para escabullirte de nosotros, además ,que necesitamos agotar por completo tus días de soltería, ¿entendido?

―Que idioteceses dices, tú estás casada y de igual forma sigues festejando como si tuvieras quince años, Ángela.  Tus excusas son mil veces más baratas que las mías ―Ríe a carcajadas por lo que sumo a su risa.

―Rubia tonta ―eso me hace reír mucho mas―.  Vas a ser una mujer casada muy diferente a mí eso te lo aseguro, y ya deja la cháchara que no te vas a escabullir, nuestro hermanito va en la noche a casa de papá y mamá, así que te quiero, mas bella de lo que eres, con tacones de aguja para morir, y con esos rizos dorados sueltos por fa, que así me matas ―emito un sonido nasal afirmativo como muestra de aceptación―. Te quiero, nos vemos esta noche, besos, Chiquita.

―Nos vemos, Ángela―corto la llamada y guardo el teléfono en mi bolso.

Miro al mostrador y nada que la señora aparece así que toco una vez mas esa especie de campanilla que está en el mostrador y ahí aparece, no trae nada por lo que me hace fruncir el ceño,  al notarlo comienza a hablar.

No me complace ser tu esposa ©  (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora