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Capítulo 5 – ¿Que te hace feliz?
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— Cariño vas a llegar tarde al instituto —dijo mi madre besando mi mejilla.

— Papa lleva más de 1 hora en en baño, no se lo que hace y tampoco me importa, pero dile que salga, ya. —me quejé.

— Ya sabes como es y no quiero volver a  discutir con él. —suspiró— venga, vístete que yo te llevaré a clase.

Bufe. — Vale, ya voy.

Corrí a cambiarme y mi madre me llevo al instituto.

— ¿Estás bien hija? —me preguntó antes de bajar.

— Estoy cansada de todo; de papá, de que paséis de mi, de que no confiéis en mi, de todo.

Ella me interrumpió. — Estarás bien, lo prometo. —sonrió— ya sabes que puedo ayudarte en lo que sea y tus amigos también.

— Te quiero mucho mamá. —sonreí y besé su mejilla— gracias por traerme.

Baje del coche y corrí hacia clase ya que estaba llegando tarde.

— Haber, ¿quién de vosotros es feliz? —pregunto Merlí y nadie respondió— Gerard.

— A mi siempre me va bien, bueno, tampoco siempre. —confesó Gerard.

— Solo en el final de la vida se puede decir si has sido feliz o no. —siguió hablando Merlí— ¿queréis ser felices? Pues Aristotil dice que tenéis que trabajar en ello.

Merlí caminó por la clase. —Para la próxima clase quiero que escribas en un papel anónimo que es para vosotros la felicidad.

¿Que iba a escribir si en ese momento todo me daba asco?

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— ¿Y cómo estás tan segura de que a sido Merlí? —le pregunté a Berta.

— Yo, es el único profesor que lo veo capaz de hacer esto —dijo Marc entrando a la conversacion.

— Es un invecil, va de guay y luego mira. —dije negando.

— Para mi es el mejor profe. —confesó Gerard.

— ¿Y si fue Bruno? —preguntó Marc.

— Ni de coña.

— Bruno ya te digo que no fue —defenso Tània— él no seria capaz de robar un examen.

— ¿Que os pasa? —preguntó Bruno nada más entrar en clase.

— Tío ya me podrías haber pasado a mi las preguntas. —dijo Berta— Merlí te ha pasado el examen, no?

— ¿Que dices tía? No vayas escampando nada, a ver si lo echan. —contestó Bruno.

— Díselo a Pol que es quien nos lo a dicho. — añadió Gerard.

Bruno se sorprendió. — ¿Dónde está Pol? —preguntó marchandose acelerado.

Tània y yo salimos tras Bruno y le vimos discutiendo con Pol. Bruno se marchó enfadado hacia otro lado y Tània se fue con él, yo les mire a ambos y me acerque a Pol.

— ¿Que os pasa? —le pregunté.

— Nada. —me dijo serio.

— No hace falta que disimules.

— ¿Entonces para qué preguntas Ivy? —empezó a andar y yo le seguí.

— Para saber si tu realmente confiabas en mi. —confesé— pero ya veo que eres como todos, un idiota. Y tranquilo no diré nada.

— Yo no robe ese examen, fue Merlí —me confesó — y no soy idiota.

— No estaba sospechando de ti Pol.

— Lo se, confío en ti. —él sonrió.

Que me dijera eso, me hizo pensar en si realmente podría ser capaz de contárselo a él.

Lo que me hizo Miguel, era algo que me removió por dentro desde que pasó. Estaba harta de fingir que estaba bien.

— ¿Y esa cara? —preguntó acariciando mi mejilla.

Aparté su mano bruscamente, mientras también me alejaba de él. — No pongo ninguna cara.

— Ya —asintió— haré como que dices la verdad.

Nos miramos fijamente y seguimos andando mientras charlábamos de temas indiferentes.

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Esa misma tarde volvimos a clase y Merlí entró con otra cara, parecía distinto.

— Hoy es la última clase que hago con vosotros. —confesó— como ya sabréis todos, esto es porque sospechan de mi por haber robado el examen.

— ¿Entonces te vas? —preguntó Marc.

— Si. —Merlí se dirigió a Gerard— dame la bolsa.

Gerard le entregó la bolsa con las respuestas sobre la pregunta de la felicidad.

— ¿Que es para vosotros la felicidad? —habló Merlí— está es la pregunta que os hice en la última clase, vosotros habéis escrito lo que pensáis que es para vosotros la felicidad.

Merlí sacó un papel y empezó a leer.

— Yo sería más feliz si mi padre dejara de tocarme los huevos. —leyó en voz alta— Bruno me has emocionado.

Bruno sonrió tímidamente y negó apartando la mirada.

— Seguimos —dijo Merlí sacando otro papel— para mi la felicidad es saber que alguien confía en ti —me miró serio— vaya Ivy, eso si no me lo esperaba. —siguió hablando Merlí.

¿Como supo que fui yo? ¿Acaso leía mis pensamientos?

— ¿Has visto? —le miré seria.

— ¿Puedo preguntar porqué? —tiró el papel— bueno, nunca creí que podrías pensar realmente eso.

Suspire. — A veces las personas de mi alrededor... —me calle— cuando confieso algo la mayoría de mi gente cercana, como mi familia, nunca me creen y cuando alguien si lo hace.. me siento bien.

Note cómo todos me miraban sorprendidos, anonadados, yo simplemente ignore sus miradas y agache la cabeza.

Merlí me miró por última vez y siguió leyendo algunos papeles en voz alta.

— A mi me hace feliz Ivy Shepherd. —leyó esta vez Merlí en voz alta.

¿Qué? Me quedé en shock. Todos posaron de nuevo la mirada en mi, esta vez me avergoncé.

¿Quién podria escribir eso? Vamos, no soy para tanto.

— Wow... —dijé timida mientras mis mejillas empezaban a calentarse.

— Ay Ivy, Ivy. —me miró Tània sonriendo.

— Este no es anónimo —hablo Merlí— sin dinero la vida es una mierda, no hay felicidad. Pol Rubio. —este lo miro serio— ¿qué? ¿vas a esperar sentado a que te toque la lotería?

— A mi la lotería ya me a tocado, la familia es la que te toca. —le contestó Pol.

— Pero Pol, hay familias que tienen dinero y están mal —le contesto Joan.

Tenia razón, en mi caso, era una completa mierda.

Joan se giró hacia Pol y compartimos una mirada cómplice, como si ambos supiéramos que es estar mal en una familia.

— ¿Tu no te has preguntado nunca que hubiera pasado si hubieras nacido en otra familia? —dijo Pol jugando con su boli.

No hubo tiempo de decir nada más, el timbre sonó y todos empezamos a salir de clase con ritmo.

merlí • flashlight Donde viven las historias. Descúbrelo ahora