01. Gente equivocada en el lugar equivocado

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—Mamá, me voy con Jun —dijo Cein, tomando su bolso mientras salía corriendo de la casa. Sabía que, si se quedaba, su mamá comenzaría a molestarlo con la misma interrogante de todos los días. "Hijo, por cierto, ¿ya decidiste qué carrera quieres estudiar?"

Él tenía designado dónde iba a estudiar, pues ya estaba hablado desde el día que se graduó del bachillerato, que sus padres hicieron una intervención en la cena de celebración que terminó convirtiéndose en un martirio, y muy lejos de llegar a ser un buen recuerdo. El chico pensaba que sus padres lo pasarían por alto, pero en realidad era lo único que les importaba.

Como se acercaba el tiempo de apertura de matrículas, lo presionaban cada vez con más frecuencia, y es que ese "Quieres..." no era idea de él, pues Cein había dicho no querer estudiar en la universidad, y peormente las carreras que además le habían dejado de opción, las cuales eran sólo dos: el sueño frustrado del papá y la profesión que actualmente ejercía. Más que indignación, le parecía una ridiculez, pues el sueño frustrado que le quería imponer era Medicina Forense, y Cein le respondió que ponerlo a estudiar esa carrera era como si a él lo hubiesen hecho estudiar Gastronomía cuando no le gustaba ni comer. Por esa comparación es que el Sr. Min le vio más posibilidades a la otra opción, la profesión que ejercía él, Contabilidad.

Cein tenía un talento nato con los números, y a su papá le parecía buena idea que se dedicara a seguir algo relacionado con economía. El chico tenía varios recuerdos de sus padres intentando imponerle el interés por la economía, celebrándole los logros relacionados con las matemáticas, así también, su papá lo involucraba en su trabajo de contador, y en su oficina.

Aunque la verdad es que, si Cein hubiese tenido un gusto definido desde hace años y lo hubiera mantenido, poniéndose firme, lo más probable es que ni siquiera necesitaría ayuda de sus padres para ingresar a estudiar lo que le gustaba. Pero, él no quería nada, y no sabía por qué. Cuando era pequeño quería ser bombero, luego en su adolescencia eligió la arquitectura; pero, muy pronto todas las profesiones le pasaron por la cabeza y terminó por escoger ninguna. Eso sí, tenía varios gustos artísticos, pero nunca fue muy seguro de sus habilidades como para competir con otros chicos que de pronto eran mejores que él.

Pero sí estaba seguro de su don con los números, sólo que nunca le llamó la atención.

—¿Cómo vas a desperdiciar tal talento? ¿Sabes la suerte que tienes? A la mayoría de las personas las matemáticas se le hacen imposibles —era un sermón diario en la vida del muchacho, y que comenzó la misma noche de su graduación, en la mesa donde discutieron su situación y él terminó por ponerse altanero y responder que no quería estudiar. Todavía recordaba ese día como un momento de mucha tensión.

El chico ya se había alejado varias cuadras, tarareando una canción de Morrissey que tenía en la cabeza hasta que llegó al punto de encuentro con Junseo, un muchacho de 18 años al igual que él —sólo dos meses menor—, y con quien se había graduado del bachillerato. Compartían similitudes, pues ambos entrarían a la universidad por obligación, aunque la reacción de Jun era distinta, porque él sí decía querer ser cirujano como su padre. Y por esa personalidad es que le caía mal a Cein, a pesar de que todos creían que era su mejor amigo. Al mayor le molestaba que su compañero fuese tan conformista, y constantemente se burlaba de él por eso y por su falta de pensamiento propio porque, además, el chico era cristiano y se esforzaba por juzgar las opiniones y gustos de Cein, pero él era más listo, y terminaba sermoneándole a Jun con las mismas palabras usadas por él y que había copiado del pastor.

—¿Otra vez tarareando esa canción? —preguntó su amigo, pues no era la primera vez que lo escuchaba tararear The world is full of crashing bores.

Blood, Sweat & TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora