14. Mi querido amigo

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—¿Nombre?

—Min Cein —respondió al oficial detrás del escritorio, y pronto como el chico dio sus datos, lo hicieron ingresar a otro cuarto para revisarlo antes de ser escoltado por un guardia hacia la silla donde esperaría que llegara la persona con quien quería hablar.

—Oh, Min Cein, no te has olvidado de mí —dijo el chico detrás del vidrio con el teléfono en su oído y una sonrisa de felicidad.

Cein recordaba a Son Donghee. Era su mejor amigo en la escuela y el colegio. Un chico con los peores problemas que alguna vez haya escuchado en alguien.
Era mayor que él por dos años y cumplía dos días antes que Cein. Justo en el cumpleaños 16 del menor, le dieron la noticia de que Donghee había sido arrestado y estaba en la cárcel. Cein se sorprendió, aunque en realidad lo veía venir desde hace tiempo.

Donghee fue la primera persona que se le acercó sin juzgarlo como los demás quienes lo veían raro porque siempre estaba con un libro en la mano. Ambos fueron unidos y emocionalmente "sanos" hasta que la pubertad se interpuso. Además, el comportamiento de Donghee había cambiado al punto que fue expulsado del colegio y a Cein le tocó encontrarse con él en otros lugares. Sin embargo, mientras más pasaba el tiempo, sentía que lo conocía menos.

Si bien Cein había influenciado a su amigo para desarrollarle un gusto por la literatura —como intentaba hacer con quien sea que conocía—, él también introdujo a Cein en su mundo, uno en el que e menor no pensó o deseó entrar nunca, pero fue en el que continuó hasta antes de que Donghee fuera a la cárcel. El mundo del crimen.

El mayor estaba al tanto de que Cein no haría nada muy peligroso y por eso no lo llevaba a todos sus trabajos, y de alguna manera se ponía en el papel de hermano mayor, y conocía demasiado a su hermanito. Al final terminaba manipulándolo, y el menor era tan poético que le aclaraba a Donghee:

—Si voy a robar, al menos que sea a alguien que lo merece.

Y así fue como junto con su amigo iban a robar casas en barrios seguros, en los que las personas no imaginaban que fuera necesario poner cámaras o asegurar las ventanas. Era por eso que Cein creía que Donghee era un genio, pero un genio desperdiciado, porque tenía un conocimiento amplio e instintivo en física, y un don para leer a las personas, y pudo haberse convertido en psicólogo o filósofo, pero prefirió ser ladrón.

Con Cein llegó a realizar ocho robos, y sin él, como veinte o más. Y hubiera hecho mucho más de no ser porque lo arrestaron, y a Cein le hubiera sucedido lo mismo de no ser porque se retiró a tiempo. Siempre pensó que esa decisión lo había salvado y que nadie sabía que él alguna vez estuvo involucrado, pero ese mismo pensamiento lo hacía sentir culpa.

La última vez que entraron a robar a una casa, se encontraron con la sorpresa de que un muchacho de al menos 18 años (igual que Donghee) había despertado, y pensando que no había nadie en la sala, caminó tranquilo, encontrándose con dos chicos que robaban su casa. Donghee, dejándose llevar por el pánico, no lo dudo y golpeó en la cabeza al muchacho con un teléfono que estaba sobre el escritorio, dejándolo inconsciente. Al salir de la casa, Cein le reclamó y dijo que no volvería a acompañarlo, y aunque Donghee lo dejó en paz, sí añadió algo que aterró al menor.

—Al menos no lo apuñalé.

Cein sabía que Donghee siempre llevaba una navaja en el bolsillo pero que rara vez la sacaba. Sin embargo, la vez que lo arrestaron, se supo que había apuñalado al señor que estaba en la casa y que no había sido la primera vez que pasaba, pues cuando no robaba con Cein, era muy usual que terminara lastimando o amenazando a alguien con la navaja.

Cein solía visitarlo debido a la culpa que sentía, puesto que sintió que pudo haberlo ayudado pero no lo hizo, y le dolía saber que Donghee sí fue su amigo después de todo, porque nunca lo delató. Ahora no lo visitaba con tanta frecuencia, sólo cuando se acordaba de él. Y así fue el miércoles en la tarde, que le había pedido el día libre al Sr. Lee, y se dirigió a la penitenciaría. Al estar allí, hizo lo de siempre, contarle sobre su vida. Una vez Donghee le dijo que si le contaba cómo iba todo con él, de alguna manera sentiría que no estaba encerrado y viviría su vida en su cabeza a través de las experiencias Cein. A él no le molestaba y le contaba algunas cosas, pero más tiempo pasaba y era como hablar con un desconocido. Por esa extraña sensación ya no lo visitaba con frecuencia.

—Hyung, ¿qué tal? —continuó Cein, sonriendo igualmente, aunque un poco desanimado. Siempre se sentía así cuando iba a visitarlo.

—Bien, lo mismo de siempre. Y por cierto, estos tipos son idiotas. Todos fueron atrapados por pendejos —a Cein sólo se le ocurrió contestar eso con un "Ja", pues había escuchado que la manera en la que atraparon a Donghee no fue en una persecución como algún superhéroe o Ferris Bueller, sino que el chico se había caído por la escalera de la casa y quedó inconsciente, y cuando despertó ya estaba esposado. Pero Cein nunca le comentó que escuchó eso, y tampoco le preguntó qué fue lo que pasó en realidad—. ¿Qué has hecho hasta ahora? ¿Estudias? Y no me refiero a las lecturas.

—Um... según mis padres, asisto a la universidad, pero es cuestión de tiempo hasta que se den cuenta de que no y mi papá me dé una de esas palizas que ya extraño.

Donghee soltó una carcajada y dejó que Cein siguiera hablando. El menor le mencionó que tenía novia, pero no el nombre de la chica, y que ya tenía trabajo, pero no dónde. La verdad es que de no ser por la carga emocional, ya no iría a visitarlo, pues Donghee fue por mucho una mala influencia.

Cein se encontraba en la biblioteca al día siguiente, esperando a Gyeong. Ella siempre llegaba algo desanimada los jueves y él suponía que era porque los miércoles no podían verse por culpa del discipulado que ella recibía. Así que le gustaba estar ahí para animarla.

—¿Qué opinas? —preguntó Gyeong yendo hacia el puesto de trabajo de Cein, mientras él la miraba perplejo por el nuevo color de cabello que tenía.

—Te queda muy bien —lo decía en serio—. Pareces idol.

—Gracias —Gyeong fue a sentarse junto a él, besando su mejilla derecha, pero Cein no había reaccionado con la emoción y timidez que acostumbraba—. ¿Estás bien?

—Ajá —además estaba algo distraído—. Es que ayer fui a visitar a un amigo y me quedé pensando en él —no quería que le hiciera más preguntas sobre ese tema, así que cambió a una cara de felicidad y le hizo preguntas de su look y de su día. Gyeong tenía el cabello color rosa pastel y puesto que su corte apenas llegaba a los hombros, la hacía ver adorable.

Blood, Sweat & TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora