13. Guarda un lugar para mi corazón

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Gyeong y Cein mantenían su relación a escondidas de los padres de ella, por lo que en la iglesia debían tener más cuidado. Y como si en verdad hubiera alguien que los vigilara, el tema de la prédica en la reunión de jóvenes fue precisamente sobre el noviazgo en la adolescencia. Pronto Cein se puso nervioso al escuchar a Sungmin hablar sobre qué era lo que buscaban los chicos como él —que no pertenecían a la iglesia—, de chicas cristianas como Gyeong. Sexo. El chico se sentía incómodo de pensar que esas palabras podían repercutir en la forma en que ella lo veía, pero su preocupación cesó cuando vio a su novia tratando de ocultar su sonrisa. ¿Qué quería decir? A él no se le había cruzado por la cabeza pedírselo de una vez, pues recién llevaban dos semanas de relación. Todo muy lindo y romántico, pero no creyó que ella quisiera ir más lejos. Él, bien hubiera esperado algunos meses.

—Y, pues, Gato, ¿qué te pareció el tema que tocó Sungmin? —preguntó ella al final, ansiosa por escuchar la opinión de él.

—Creo que nos vigilan —contestó en broma, haciéndola reír.

—Yo creo que es estúpido de su parte imaginar que todos los chicos que no pertenecen a la iglesia son malos. Tú eres una excelente persona, y el Sr. Lee, por ejemplo, es más amable y honesto que cualquiera de aquí. No necesita la religión y es todo un sabio.

"Ah, a eso se refería", pensó Cein, y él imaginando quién sabe qué cosas.

—¿Cuándo empiezas de nuevo el discipulado?

—La próxima semana. Va a ser una pérdida de tiempo porque Sungmin y yo vamos a terminar peleando.

—Entonces dale motivos para que se harte —comentó con una sonrisa maliciosa, sin saber que Gyeong tendría que lidiar con consecuencias graves a futuro.

Cuando Cein, hace tres meses, se armó de valor para decirle a sus padres sus planes de no estudiar, tuvo una discusión al ver que sus padres ya lo habían postulado, y en realidad eran ellos los que ahora querían hablar con él de su obligación como hijo y sus responsabilidades con todo el proceso de admisión. Él al final les hizo creer que se había resignado a ir a la universidad, sin embargo, la verdad era que no había pisado la institución desde el primer día y no pensaba hacerlo. En vez de eso seguía su rutina de trabajo y de conversaciones con Gyeong, aunque no le confesó que fingía ir a la universidad sino hasta la primera semana de novios, cuando le pudo decir sin pena la razón por la que prefería estar con ella.

Oppa, ¿qué vas a hacer si se enteran? —le preguntó una vez en el parque, mientras fumaban entre los dos el último cigarrillo que le quedaba a Cein.

—No sé, irme de la casa, creo.

—¿Por qué no lo has hecho ya?

—No tengo dinero suficiente para sostenerme solo por tanto tiempo —ella hizo una mueca de decepción. Entendía el dilema de Cein, pues en parte era la de ella también.

—Hubiese sido lo ideal... porque si tuvieras un lugar para ti solo, yo me iría a vivir contigo —decía ella entre broma y seriedad, porque sí le hacía ilusión irse de su casa.

Ese pensamiento lo había emocionado, y lo considero seriamente por un momento. ¿Por qué no?—. Sí, creo que sería lo ideal —expresó con calma. No quería decirle lo mucho que le había gustado eso. Ahora tenía otro motivo para independizarse, además, su corazón dio un sobresalto al escuchar que ella se iría a vivir con él antes de que él siquiera imaginara proponérselo.

Cein se había quedado callado pensando en lo que haría para conseguir dinero y no se había dado cuenta que Gyeong lo había abrazado, alcanzando a apoyar su cabeza sobre su pecho, que era a lo mucho que llegaba por ser tan bajita. Podía pasar como una niña de doce años, pero a Cein siempre le pareció adorable su estatura.

Blood, Sweat & TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora