—Tengo miedo —le dijo a Cein al estar frente a la clínica.
Gyeong tuvo pesadillas días previos a la visita a la clínica. Todas las noches se despertaba de la nada en la madrugada y se volvía paranoica por el miedo de estar a oscuras y a altas horas de la noche. Ella podía estar despierta a las 4 a.m. y no tenía problema, pero despertar a esas horas le provocaba miedo; quizá porque usualmente ocurría después de una pesadilla y era en lo único que pensaba en la soledad y silencio de su cuarto, tratando de conciliar de vuelta el sueño. Pero aún cuando despertaba por frío o por ganas de ir al baño, le daba mucho miedo. Tenía esa fobia desde los 6 años. Su inconsciente no lo dejaba salir, pues era un recuerdo muy traumático. Fue cuando regresó de un campamento cristiano al que sus padres la enviaron junto con su hermano. Allí, los separaron en secciones de hombres y mujeres y durante la noche sucedía algo impensable. La mujer que estaba al cuidado de ellas, la consejera, tenía un hábito muy extraño que despertaba a Gyeong en la madrugada. La consejera despertaba a una niña diferente cada noche, solo a una. La pequeña no sabía para qué pero le provocaba escalofríos. Gyeong tuvo miedo desde el primer día que sucedió y le costaba conciliar el sueño, pero no dijo nada, y peor cuando fue su turno, que solo atinó a llorar en silencio mientras la mujer la callaba y hacía lo suyo.
A pesar de que Gyeong no recordaba nada de eso, siempre le quedó el miedo. No sabía porqué, pero de haber ido con un especialista, es lo que hubiera concluido. Por eso ahora al despertar en la noche, la muchacha siempre intentaba mirar algo que la reconfortara, o ponía música, y desde que tenía a Ziggy, la verdad es que la calmaba al instante. Le daba paz verlo descansar y a veces observaba las actividades del gato, sintiendo envidia de su tranquilidad para existir. "Mi bebé, ¿qué hiciste en tu antigua vida para ser premiado como gato en esta?", le decía usualmente mientras lo acariciaba.
Ella lo despertaba en las ocasiones en que las pesadillas parecían demasiado turbias como para enfrentarlas sola, y el gatito no se resistía cuando su dueña lo arrastraba hacia ella, sino que se acomodaba sobre su estómago y la hacía sonreír. Sin embargo, esta pesadilla en particular era como un adelanto de lo que pasaría al día siguiente y ella lo sabía. En el sueño, ella estaba acostada en una cama y de forma muy gráfica le extirparon el feto. Los días anteriores soñaba que tenía al bebé y se lo presentaba a todos en la iglesia, quienes en fila veían uno por uno al niño, buscando defectos y murmurando sobre la irresponsabilidad de Gyeong al concebir sin casarse o tener la mayoría de edad siquiera. En otro sueño similar, todas las voces le decían cómo debía cuidar al bebé, que prácticamente lo estaba matando con los pocos recursos que invertía en él; entonces la muchacha al ver a su hijo muriéndose, le pedía a estas personas que la ayudasen, a lo que ellos replican que no pueden hacer nada y que después de todo es responsabilidad de ella.
Después de esos sueños, despertaba llorando y se repetía una y otra vez si estaba haciendo lo correcto.
—Yo sé. Yo también —respondió él, intentando mantenerse tranquilo para no alterarla. Le daba miedo que algo le pudiera pasar a Gyeong—. ¿Estás segura de hacer esto? —la miró a los ojos mientras sujetaba su mano con fuerza.
—No... pero hay que hacerlo, ¿verdad?
Él pensó un momento pero luego asintió y apretó más su mano, a lo que ella respiró profundamente para dar paso firme hacia la entrada de la clínica.
Después de las formalidades, una enfermera la acompañó a la sala en el que se realizaría la intervención, y del horror de saber lo que pasaría pidió que le dieran unos minutos para calmarse. Fue a un rincón del pasillo y estando frente a Cein comenzó a llorar mientras lo abrazaba.
—¿Por qué debo decidir yo? —preguntó en su desesperación, y Cein, aunque ya se había arrpentido hace una hora de lo que harían, sabía que no era decisión de él.
—Es tu cuerpo. Ya te dije que haré lo que decidas, pero yo no puedo opinar más que eso. Sólo piensa el porqué... y mira si te convence —de alguna esperaba que se retractara, pero pronto la chica calmó su llanto y fue decidida hacia donde estaba la enfermera, mientras Cein se quedaba en la sala de espera.
Todo lo estaba abrumando. Principalmente pensar que algo le pudiera suceder a su novia. Le daba miedo pensar que no estaría en sus últimos segundos de vida, sino que estaría en la sala de espera cuando le dieran la noticia. Estaba desesperado por tomar su mano en ese momento, y sabía que ella también lo necesitaba. Después de un rato, comenzó a pensar en el hijo que para esas alturas ya había perdido. Sabía que éste los hubiera hecho felices aunque sea por un corto tiempo y que los hubiese amado, sólo pensamiento lo hizo llorar de nuevo, aunque tratando de disimularlo, secando una que otra lágrima mientras su mirada se fijaba en la puerta del cuarto en el que se encontraba Gyeong.
Parte de su preocupación se desvaneció cuando le avisaron que habían terminado la intervención y que la chica se encontraba sedada, descansando. Él rápidamente fue a la habitación y se sentó junto a ella, tomando su mano. Estuvo en silencio, admirándola, viendo que su semblante de mucha tristeza. Era la primera vez que la veía tan deprimida, aun durmiendo, y cuando desperó, no hubo mucha diferencia, pero al menos la reconfortaba un poco ver al chico que siempre la acompañaba. Últimamente dependía de su presencia.
—¿Cómo te sientes?
—...No quiero volver a hacer esto —respondió antes de romper en llanto. Él imaginaba lo duro que había sido para ella renunciar a tener un hijo, al menos de la forma en que lo hizo, y cómo la conciencia la carcomía en esos momentos—. Pero tenía que hacerse —continuó, calmándose. Dentro de ella sabía que aunque había sido el peor error, también había sido la mejor decisión, y él estuvo de acurdo. Gyong lo miró bien, Cein tenía los ojos hinchados y un poco rojos, sabía que le había costado igual que a ella, qe no había sido una decisión fácil para ninguno.
—¿Te puedo preguntar algo? —pidió ella, aunque un poco nerviosa, a lo que él respondió que podía preguntarle cualquier cosa y ella continuó—. ¿Dirías que fue lo correcto si hubiese sido tu hijo?
La pregunta lo tomó por sorpresa por la misma situación en la que se encontraban, pero también, esa pregunta la había respondido desde el momento en el que le dijo que él se hacía responsable por todo.
—Era lo de menos de quién haya sido... pero algún día tendremos otro —ella asintió con un suspiro que pronto se convertiría en llanto, y él se hizo un lugar al lado de ella para recostarse un momento. Ninguno quería estar solo.
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Blood, Sweat & Tears
Teen Fiction"Mi sangre, sudor y lágrimas. También mi mente, cuerpo y alma. Sé bien que son tuyos. Este es un hechizo que me castigará..." Cein es invitado por su amigo Junseo a la reunión de jóvenes en la iglesia donde él asiste. Allí, Min Cein jura devoción en...