29. Cuando la mente quiere descansar

48 5 0
                                    


—¿Cómo vas con la guitarra? —preguntó ella, curiosa al ver el instrumento sobre la cama. Cein, un poco inseguro con la pregunta, confesó que estaba aprendiendo a tocar una canción pero que no se la iba a mostrar, cuando ella le cuestionó la razón, él solo pudo responder que no era apropiada dada la situación, pero que tal vez se la enseñaría en otro momento.

Gyeong vio el estado en el que se encontraba la habitación; había ropa en el suelo, hojas de papel arrugadas y unas botellas de alcohol vacías adornando el piso. A ella le dio la impresión de que él había pasado por mucho mientras ella estaba en su casa debatiendo entre visitarlo o no. Además, notaba que el muchacho estaba alerta a cualquier ruido que escuchaba y en ocasiones se asomaba con cautela a la ventana para asegurarse de que nadie lo estuviera vigilando. Cein vivía escondido como prófugo.

Gyeong se sintió mal al darse cuenta de lo solo que había dejado a su novio y que él ni siquiera le había pedido nada más que su perdón y hasta le había dado tiempo para estar sola, aunque sí le preocupaba la reacción que había tenido hacia ella. Por esa razón, lo que restaba de la semana intentó restablecer la relación tan unida que tenía con él, tratando de perderle el miedo que Cein podía ver que ella todavía tenía hacia él. El muchacho la trataba con mayor cariño y atención para que ella supiera que él nunca se atrevería a hacerle daño a la persona que más importaba en su vida.

El día que se presentaron en la iglesia por primera vez en la semana, ambos chicos creían que seguramente Sungmin sería desenmascarado completamente ante la congregación y al pastor le tocaría retractarse de todo lo bueno que decía de su hijo, o al menos entender que éste lo había engañado, pues la noticia de lo que hacía Sungmin y de su estado, dejaban mucho que hablar de su estilo de vida. Sin embargo, no fue eso lo que contó el pastor, pues no se puede al vivir engañado tanto tiempo, quiso esconder y negar la verdad. Estaba acostumbrado a negar hechos, pues por eso la religión no trabaja con lógica o ciencia.

El pastor habló en su sermón sobre lo desamparada que estaba su familia, y que en cierta forma se sentía como el Rey David cuando Dios hizo que su hijo muriera. El pastor mencionó que después de meditar de acuerdo a su rutina religiosa, pasaron un par de días donde al final entendió que debía hacer lo mismo que David, y así lo hizo; entonces empezó su día como si nada pasara, pues su hijo estaba muerto y no podía hacer ya nada. Sin embargo, se notaba en los ojos del pastor que estaba mintiendo. Más bien, para un par de personas allí hubiera sido más que obvio que el hombre todavía se preguntaba el porqué del acto, lo cual hizo sentir un poco mal a Cein. La verdad es que poco se había puesto a pensar en la reacción de las personas allegadas a Sungmin, porque aunque fueran seres humanos de última categoría, no dejaban de ser familiares, padres.

Cein al mirar a su alrededor, vio cómo algunas personas sollozaban y se mostraban admirados por la actitud que el pastor había tenido en tomar la muerte de su hijo como una prueba de Dios. Al parecer solo Cein y Gyeong se dieron cuenta de que el pastor mentía.

Al escuchar el sermón, Gyeong-hui de pronto sintió que la volvía a invadir el miedo, el odio, y una necesidad repentina de gritar todo lo que Sungmin la había hecho pasar; todos los chantajes por un error que ella cometió en el pasado, y el momento en que se trató de zafar de su agarre y él la golpeó. No creía que un ser como él mereciera ser querido por tanta gente como la que ese día estaba allí.

Las personas se estaban retirando y la niña se giró en su asiento para mirar a Cein que de a poco se iba acercando a ella.

—¿Cómo te sientes? —preguntó él.

—No sé, pero... ¿y tú? Te noto nervioso.

—Es que... —empezó y ella vio cómo las manos del chico temblaban, a lo que él se dio cuenta y las escondió en su chaqueta—. No puedo creer que ese malnacido haya sido hijo de alguien —ella comprendía. Claro que no había pensado en el trauma que había sido para su novio el haber llegado a ese punto en el que no podía deshacer el daño—. Sé que te hizo daño, pero me descontrolé y no quise llegar a tal extremo. Aunque no sé si quisiera no sentirme culpable de lo que hice, o quisiera n haberlo hecho... —soltó y escondió su rostro con sus manos en un intento por despertar de esa pesadilla.

Blood, Sweat & TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora