Advertencia: Contenido sexualmente explícito.
No le dijo nada, solo la miró embelesado por el tatuaje de estrella fugaz que tenía bajo la clavícula, cerca del brazo izquierdo. Gyeong siempre vestía con abrigos y ropa varias tallas más grande, cualquier cosa que la tapara, por eso nadie sabía del tatuaje o las marcas, o las cicatrices.
Gyeong-hui se separó unos segundos de Yoongi para sacarse lo que le quedaba de ropa, al igual que él. Parecía muy confiada de lo que hacía, pero en cuanto retomó su lugar, la invadió la timidez. De pronto se sentía expuesta. Era la primera vez que ella tomaba la iniciativa.
—Puedes quedarte arriba, si quieres. Se te hará más fácil —sugirió él en voz baja y gruesa, imaginando que la razón de la timidez de Gyeong se debía a su inexperiencia, sugiriéndole mejor esa posición. Cein le había escuchado decir a Donghee que era más fácil para las mujeres si lo hacían de esa manera. El menor no lo sabía por experiencia porque era virgen —aunque no por elección—; las chicas del colegio creían que Cein era muy raro. Atractivo sí, lo normal, hasta con sutiles rasgos femeninos, principalmente en los ojos y la forma redonda del rostro; pero muy callado y con una mirada gatuna como si escondiera algo. Eso podía ser un atributo en él, pero era tan retraído que terminaron por hacerse a la idea de que era un psicópata, sobre todo porque andaba con Donghee.
Cein era el "guardia" o el alcahuete de Donghee. Al mayor le gustaba mantener sus encuentros sexuales en lugares donde podían sorprenderlo, sobre todo en baños públicos. Cein debía cuidar que nadie entrara al baño, y como era al aire libre en un lugar al que casi nadie iba, no había mucho que cuidar. Era normal que Cein en su curiosidad haya espiado a su amigo, siempre encontrándolo en posiciones distintas; a veces de pie con la chica contra el lavamanos, ella sobre él en el sanitario con la puerta abierta, o en el suelo, encima de ella. Además, aunque a veces no los mirara, sí escuchaba todo lo que hacían, pero no decía nada, solo fumaba mientras hacía guardia. Algo se le tenía que haber quedado de toda esa experiencia.
—¿No te molesta que esté arriba? No sé muy bien cómo moverme —preguntó Gyeong-hui. Casi nunca había practicado esa posición, pues estaba acostumbrada a estar en cualquier pose, pero debajo.
—Haremos como tú quieras.
Gyeong entonces, con mucho cuidado introdujo el miembro erecto de Cein en ella, conteniendo un gemido para disimular su excitación, pues le daba vergüenza que pensara que estaba desesperada, sin embargo, el fuerte agarre de su mano sobre el hombro del chico, la delató.
—¿Estás bien? —preguntó algo preocupado, pensando que la había lastimado. Él estaba listo para terminar si ella hubiese querido, aunque sentirla por primera vez lo había hecho caer en cuenta de porqué los hombres eran infieles y porqué violaban. No los justificaba para nada, porque era un instinto primitivo que debían haber aprendido a controlar, partiendo del hecho de que eran hombres, no animales. Pero al parecer habían varios que habían demostrado un avance nulo en su evolución intelectual. Sin embargo, Cein ahora veía que las mujeres poseían algo invaluable, y de pronto le asustó. Era muy cruel para ellas.
Pasados unos segundos, ella comenzó a moverse sobre él; tenía las manos aferradas a los hombros del chico, mientras miraba con admiración su pecho pálido, y en esta colgando la cadena que le había regalado en navidad. Él siempre se la ponía.
El chico hacía lo posible por mantener los ojos abiertos, pues no se quería perder un solo detalle. No quería sentir su piel solamente con las manos, sino también con los ojos, ver sus dedos recorriendo su cuerpo; sus caricias sobre ella eran tan delicadas como si se tratara de un jarrón de cristal, sin embargo, los movimientos de la chica eran todo menos los de una mujer delicada. Todos esos meses conociéndola, tratando de entender su forma sarcástica, negativa y autodestructiva de ser, no se comparaba en nada a su forma de montarlo; porque allí, con ella encima de él, supo la clase de mujer de la que se había enamorado, y no paraba de sorprenderlo, en cambio, la deseaba más, si es que era posible.
Cein bajó la mirada a los senos de su novia, y acercó su boca a uno de ellos, atrapando el pezón izquierdo en sus labios, succionándolo con desesperación como un bebé en busca de leche, y con el mismo fin, satisfacerse. Gyeong-hui pronto enterró sus dedos en el cabello del muchacho, gimiendo bajo, cerca de su oído mientras se seguía moviendo sobre él, cada vez más rápido. Cein —como alguna vez le vio hacer a su amigo—, bajó su mano hasta dónde ambos sexos se encontraban y con su pulgar comenzó a jugar con el clítoris frente a él, haciendo que su novia soltara un gemido más sonoro que lo hizo sonreír victorioso para seguir moviendo su pulgar, ahora más rápido, hasta que sintió su pene aprisionarse por aquellas paredes vaginales. Sabiendo lo que vendría, se apresuró a sacar su miembro justo a tiempo para dejar que su esencia saliera y acabara en cualquier lugar, menos dentro de ella.
Ella todavía tenía sus manos aferradas a él, y él tampoco quiso separarse, ambos con la respiración acelerada y la piel ruborizada por el calor y el esfuerzo. Se quedaron así, sin hablar, sin moverse, solo descansando la cabeza sobre el hombro derecho del otro. Los dedos de Cein recorrieron con curiosidad desde su pecho, yendo hacia arriba hasta donde se encontraba el tatuaje que lo había sorprendido tanto minutos atrás. Gyeong lo sintió y sabiendo de qué se trataba, lo miró a los ojos.
—Me gusta —murmuró él, sin dejar de acariciar esa zona con su pulgar como había hecho sobre su clítoris, pero más lento, como queriendo sentir la forma del dibujo.
—Tengo otro —pronto se separó de su cuerpo para darle la espalda y que él viera la media luna con estrellas bajo su hombro derecho—. ¿Te gusta?
Él simplemente dejó con amor un beso en esa zona como respuesta, lo que la hizo sonreír, cerrando los ojos al sentir sus labios presionados contra su piel.
—Creía que te conocía hasta esta noche —comentó de repente el chico—. Si te pregunto algo, ¿prometes contestar honestamente?
La chica se giró, sentándose frente a él y cuando le respondió que sí, él continuó:
—¿Ya habías pintado sobre paredes antes?
—...Tal vez —contestó divertida, dándole una afirmación con esa respuesta.
—¿En el colegio?
—Y en la casa del profesor de biología.
Cein reaccionó con una risa de orgullo y sorpresa. Saber que su chica era más misteriosa de lo que él creía, lo hacía sentir como Sherlock Holmes con un caso que parecía estar resuelto, pero al final no era así.
Eran casi las 4 de la madrugada cuando salieron para dejar a Gyeong de regreso a su casa. Caminaron sin prisa a pesar de estar deambulando por la calle a altas horas de la madrugada, pero no importaba, el silencio de la noche era tan embriagador que pasaron más tiempo prestando atención al paseo que al destino en sí. Claro que, en el trayecto se encontraron con una cara conocida.
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Blood, Sweat & Tears
Teen Fiction"Mi sangre, sudor y lágrimas. También mi mente, cuerpo y alma. Sé bien que son tuyos. Este es un hechizo que me castigará..." Cein es invitado por su amigo Junseo a la reunión de jóvenes en la iglesia donde él asiste. Allí, Min Cein jura devoción en...