38. Siempre serás...

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—Min Cein —escuhó el chico que estaba sentado en el suelo frío de esa celda y pronto se acercó al hombre del correo. Le habían entregado un sobre. Le pareció extraño hasta que vio quién lo enviaba. "Gyeong..."

No había tenido noticias de ella y lo mataba la incertidumbre. Estaba ansioso por abrirlo hasta que palpó algo más que un papel dentro del sobre. Y lo abrió tan solo para sacar dicho objeto. Pero, pronto sintió que se le cortó la respiración.

Era el anillo.

No necesito más que eso para dejar salir el grito más desgarrador que emitiría en su vida. Gyeong se había ido.

Afuera de ese lugar no se había hecho tanto escándalo como dentro donde él estaba. El dolor se había concentrado en esa pequeña celda, y no sabía si lo podría sobrellevar. No había leído la carta, pero no quería leer la despedida del amor de su vida, de la deidad que no pudo proteger.

Se juró a sí mismo permanecer en luto hasta que saliera de allí, y aunque no le habían dado tantos años de sentencia, sí parecían eternos al transcurrir los días. Había veces en las que no se lo creía, pues un anillo no podía significar más, y nadie había ido a darle la noticia personalmente. No podía estar seguro. Tenía que haber escapado con ella cuando tuvo la oportunidad. Cein sabía que no podía dejarla sola, y ahora se sentía el culpable principal de la muerte de Gyeong-hui. No hubo día qe no se odiara por lo que pudo haber hecho, y por lo que no debió haber hecho...

Si le hubieran preguntado a Cein qué sucedió mientras estaba allí dentro en esa celda, la verdad es que no lo recordaba. Desde ese sobre había sólo contado los días y las horas para salir. Afortunadamente su padre conocía a personas que podían ayudarlo a reducir su sentencia, o al menos eso creyó escuchar, porque nunca prestó atención durante todo el juicio. Pero lo que sí fue claro, es que al cabo de un par de semanas, ya lo habían dejado salir. Claro que, había pasado casi un año, y nada de lo que él conocía cuando entró era igual.

—Gracias —dijo a su padre cuando fue liberado.

—Lo hice por tu mamá. Ve a visitarla.

No le sorprendía lo orgulloso que era su padre incluso en un momento como ese sonde se supone que debía celebrar su regreso, su libertad.

—Voy en la noche.

Ya no tenía un cuarto que rentar, el pago se había vencido y vivía otra persona en ese lugar, por lo que movieron sus objetos personales a casa de sus padres y lo demás lo vendieron. Sin embargo, al lugar al que él en realidad le importaba ir, era a la biblioteca. Y esa tarde fue lo primero que hizo. Sin embargo, sintió extraño al entrar a la biblioteca, no supo porqué. De pronto era porque su puesto lo ocupaba otra persona, o por los recuerdos que le provocaba.

—Cein... —dijo el Sr. Lee al verlo y se acercó a abrazarlo. Cein le correspondió con gusto. Era el primer abrazo que alguien le daba en mucho tiempo.

—Sr. Lee, ¿cómo le ha ido? —el chico no pudo evitarlo, pero empezó a llorar. Todavía no lo habían consolado desde lo de Gyeong, y el Sr. Lee ya estaba enterado de todo lo que había sucedido. En cuanto a Gyeong, le dio mucha pena sobre todo por él, y en el caso de Cein, no le importaba que haya estado en la cárcel. Él se lo repetía bastante, solía decirle: "Hijo, tú tienes un corazón bueno", y Cein siempre se quedó con eso. En ocasiones lo olvidaba, pero cuando miraba a las estrellas desde la pequeña ventana de su celda, recordaba que al Sr. Lee le encantaban las estrellas, y se acordaba de las palabras que le decía. Ahora podía pensar que se convertiría en alguien como él, pues el mayor empezó su viaje espiritual después de la pérdida de su novia, y Cein ahora se sentía identificado con eso. Sabía lo que se sentía, y que desde ese momento tendría que trabajar en él desde adentro, tratando de desechar todo lo que el pasado haya transformado en él.

—¿Ya la visitaste? —preguntó el señor y Cein negó con la cabeza. Todavía no podía permitirse a sí mismo ir, aunque ya sabía dónde estaba—. Todavía la amas...

—Nunca dejé de hacerlo.

Aunque no había leído la carta todavía, le quedaba claro que ella sabía qué era mejor para ambos más de lo que él siempre creyó. Gyeong siempre fue más objetiva en ese sentido. Así que, cuando se armara de valor para ir a verla, le contaría todo lo que sucedió en su ausencia, y que siempre la sentiría parte de él. Pero sólo lo haría cuando al fin aceptara que no hubiera podido hacer nada, y que al final, lo más probable es que hubiese terminado igual con o sin él. De pronto él alargó su camino, o quizá, ella sólo era la persona que él necesitaba para buscar su propio camino.

Blood, Sweat & TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora