Él no iba a tratar de convencer a su amigo de que Jesús era la respuesta. Ni él mismo lo creía, y al parecer asistir toda su vida a la iglesia no le sirvió de nada a Jun, pues no eran la familia modelo que decían ser. Era la misma situación con Gyeong-hui. Toda la congregación creía que su vida era perfecta, que el hijo se convertiría en pastor y que la hija sería misionera —ya que no se les permitía liderar a las mujeres—, pero algo relacionado con la iglesia haría.
La familia Kang sin embargo, no estaba en su mejor momento. El chico, Juwon que ya había cumplido 18 años en febrero, se había ido a otro país como voluntario en un proyecto eclesiástico por un año. Todo estaba bien al parecer, pero al cabo de un mes, la cuenta que le llegaba a sus padres de los gastos del hijo era un poco más de lo que podían pagar. Así que ahora debían ahorrar en lo que podían, y además vendiendo algunas pertenencias. Allí fue que sus padres se encontraron con un problema más grande. Cuando revisaron el cuarto de su hija —mientras ella estaba en el colegio—, para buscar qué vender, se encontraron con la sorpresa de que había una cajeta de cigarrillos bajo el colchón. Cuando Gyeong llegó a su casa, después de uno de los días más estresantes de su vida, sus padres ya la esperaban en la sala con el objeto encima de la mesa junto a los adornos de porcelana. Su papá estaba furioso pero no lo expresó gritando, sino con una voz demandante y fría que le hizo dar escalofríos.
—¿Qué hacía eso bajo tu colchón?
La chica no respondió y solo miró hacia abajo, haciendo su mayor esfuerzo para no llorar. Ella esperaba que su papá le pegara con el cinturón o le diera una bofetada como hacía usualmente para castigarla, cuando se enteraba de algo malo que ella había hecho, aunque había muchísimas cosas que él no sabía. Pero estaba vez no iba a usar el cinturón. Sus padres detestaban a las personas que fumaban y pensaban que la forma de castigar a alguien que lo practicaba, era con el mismo objeto.
—Estira la mano —ordenó el Sr. Kang y ella imaginó lo que iba a hacer.
—¡No, papá! Por favor... —rogó con lágrimas—. Te juro que no vuelvo a hacerlo, por favor no me hagas nada.
—¡¿Cómo te voy a creer si haces lo que te da la gana?! Agradece que no te hice nada cuando te pintaste el pelo, que, ¿eres una prostituta o qué te pasa? —Gyeong se había arrodillado e hizo una reverencia con la cabeza en el suelo, rogando piedad. Y todo eso se lo había contado a Cein, el sábado en su cuarto y él no soltó palabra cuando ella terminó de hablar. Se notaba muy molesto, tanto que Gyeong se arrepintió de haberle contado lo que pasó.
—...Pero no me hizo nada —continuó con una sonrisa al no recibir respuesta de él—. Me dijo que por esta vez iba a confiar en mí y solo me advirtió que dejara de fumar.
—¿Y si encuentra otra cosa? ¿Qué va a hacer el hijo de puta? —dijo en un tono algo alto que la alarmó, haciendo que agachara la cabeza, queriendo esconderse por la vergüenza—. Perdón. No fue mi intención alzarte la voz, pero ese señor no debería tratarte así. Esa no es la manera de educar a alguien —pero cuando vio que ella no hizo más que responder que ya lo sabía, entendió que debía calmarse, porque podía tener las mejores intenciones, pero ella al contarle sus problemas, lo único que esperaba de él era que la escuchara y la abrazara, lo cual hacía siempre, pero esto era demasiado como para que él se lo tomara bien. No quería que nadie le tocara siquiera un cabello a Gyeong, ni que le alzaran la voz o que la insultaran, y su padre había hecho las tres cosas.
—Mi amor, es que no quiero que te pase nada. Tú no sabes de lo que sería capaz si llego a enterarme que te están lastimando.
A ella le había gustado el apodo, ignorando por un momento que todavía no le había dicho lo que quería decirle. En parte, contarle sobre lo que había hecho su padre era como una prueba. Quería saber su reacción.
—Pero no me hizo nada. Igual, gracias por preocuparte. Ya no puedo ni contarle a mi hermano. Lo peor es que él fue la razón por la que pasó esto.
—¿Juwon? ¿Qué hizo?
Ella le contó que su hermano necesitaba pagar sus gastos y lo que sus padres habían hecho para ayudarlo. Sin embargo, por la cantidad de dinero que debía, le hizo pensar a Cein que el chico estaba consumiendo algo, y se lo comentó a modo de broma.
—No lo creo. Ni siquiera bebe alcohol. Dice que hace a uno estúpido.
—Bueno, en eso tiene razón. El alcohol mata neuronas y no se regeneran, pero todo en exceso es malo. Además, solo porque no beba, no significa que sea inteligente.
A ella le gustaba escucharlo contar datos interesantes de cualquier tema porque lo hacía sin sonar pedante o pretencioso, además de que aprendía mucho con él porque era como una enciclopedia andante.
El día domingo fue en realidad un día inusual, pues mientras el pastor hablaba, a Cein se le ocurrió un pensamiento relacionado con la prédica y que a Gyeong le encantaría, pero no se lo pensaba decir. Quizá sólo lo escribiría.
Al finalizar el sermón, cuando ellos se quedaron en sus puestos para conversar, cuidando que los padres de ella no los vieran, ella le comentó una idea.—¿Qué te pareció el sermón homófobo? —le preguntó la chica con una sonrisa al chico que ahora se sentaba una fila detrás de ella.
—Como siempre, una estupidez que sólo puede venir de gente ignorante. No entiendo cómo hablan de amor al prójimo cuando tratan a los homosexuales con tanto desprecio.
—Estoy de acuerdo. ¿Sabes?, se me ocurrió algo. Deberíamos venir una noche de estas y escribir en la pared de enfrente.
Él muchacho rió al escuchar la sugerencia, pero no por lo descabellada que era, sino porque fue exactamente lo que él había pensado, y se lo quiso comentar mientras reía—. ¿Y qué dices? —preguntó ella, y él tuvo que repetirle un par de veces si era verdad lo que sugería.
—¿No dijiste que también lo pensabas?
—Sí, pero a lo mucho esperaba escribirlo —aclaró Cein aun extrañado con la idea—. Además, ¿qué pensabas escribir?
—"Dios es gay".
Cein quedó pasmado de solo imaginarlo. Era una frase muy fuerte para ser escrita fuera de una iglesia, y sabía que de seguro sería un insulto hacia los homosexuales, pues si Dios de verdad fuera uno, no los odiaría tanto como los religiosos decían. En esos términos, Dios tampoco podía ser mujer por la misma razón. Alguna vez cuando conversaban los dos sobre ese tema, ella le comentó: "Solo un hombre jodería las cosas como lo hizo Dios". Y aunque de cierta forma lo atacaba con esa frase, Yoongi estaba al tanto de que Gyeong siempre lo excluía de sus generalizaciones. Si él era una buen persona, no tendía porqué ofenderse.
—¿No vas a insultar a los homosexuales con esa frase?
Ella trató de reprimir una carcajada y luego respondió:
—Sí, es lo único que me hace dudar. Pero si así logro insultar a alguien aquí, vale la pena.
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Blood, Sweat & Tears
Ficção Adolescente"Mi sangre, sudor y lágrimas. También mi mente, cuerpo y alma. Sé bien que son tuyos. Este es un hechizo que me castigará..." Cein es invitado por su amigo Junseo a la reunión de jóvenes en la iglesia donde él asiste. Allí, Min Cein jura devoción en...