15. Líneas de deseo

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—Oppa... —Gyeong trató de despertarlo. Habían dormido la siesta que solían hacer los domingos cuando no tenían nada que hacer.

Él se removió algo cansado y ella le hizo notar que era casi de noche y que debía irse a su casa porque su papá ya la había llamado. Se hubiese ido sola, pero Cein insistía en ir con ella.
La acompañó todo el trayecto, tomando su mano y mirándola constantemente. Cuando ya había dejado a Gyeong e iba de regreso solo, en la noche, paró en una tienda para comprar cigarrillos, y al salir del lugar, se encontró con una cara familiar en la acera, justo frente al semáforo, esperando para cruzar la calle.

—¿Junseo? —llamó al muchacho, extrañado, mientras se dirigía hacia él—. ¿Qué haces aquí?

—Oh... hyung, ha pasado tiempo —respondió más que emocionado, sorprendido. Además se veía algo misterioso, como si escondiera algo, así que encontrar a alguien conocido allí no le gustó mucho— Um... voy a ver a unos amigos.

—Ah ya... —lo miró con detalle. No se veía bien, ni siquiera para decir que vería a sus amigos— ¿...Y por qué no has estado yendo a la iglesia?

En ese momento el semáforo dio luz verde y ambos cruzaron la calle.

—¿Quién te dijo? —preguntó Jun mientras llegaban al otro lado.

—Nadie.

Jun reprimió su risa de sólo imaginar la razón por la que Cein se hubiera dado cuenta de que él no iba a la iglesia.

—Hyung, no me digas que sigues asistiendo ¿Tú, Min Cein?

—No me digas que ya no estás asistiendo ¿Tú, Han Junseo? —respondió con el mismo tono de sarcasmo— No hacías más que hablar de Jesús. ¿Ahora voy a tener que hacerlo yo?

—Aish, no has cambiado nada. ¿Por qué sigues yendo si eres el mismo?

—Por compasión y devoción.

—¿En serio? ¿Devoción a Dios?

—Si crees que Dios es una mujer, pues sí.

—¿Acaso te estás drogando?

—...No —entonces sacó el paquete de cigarrillos y lo mostró—. Nada más esto, pero no he fumado todavía, y sólo es tabaco.

—¿Me vas a dar uno?

Cein creyó haber escuchado mal. ¿En verdad Han Junseo le estaba pidiendo un cigarrillo?—. Primero que nada, se dice "Por favor", segundo, si mal no recuerdo hacías un drama cada que vez que yo encendía uno de estos saliendo del colegio, y tosías diciendo que no tolerabas el humo —respondió Cein burlándose, todavía sorprendido, y al mismo tiempo, molesto por toda la amargura que le hizo pasar con su hipocresía.

—Ya no soy así. ¿Me vas a dar uno o no? —soltó un poco molesto. Cein sonrió con algo de malicia porque sabía que Jun algún día caería. Sólo era cuestión de tiempo, pero no dejaba de sorprenderle el descaro.

—Por esta vez, pero la próxima vez que te pongas grosero, no esperes recibir nada —el mayor le extendió el tabaco, y este lo prendió con el encendedor que cargaba en el bolsillo del abrigo y resopló frustrado antes de contarle al chico lo que sucedía. Cein no se lo había preguntado, pero no sólo intuía que éste quería saber qué había sucedido, sino que también necesitaba contárselo.

—Hyung, estoy en la mierda... mis padres ya no me quieren pagar la universidad y sólo estuve allí un semestre. Había conocido algunos chicos ahí y nos hicimos amigos, pero ahora sólo nos vemos cuando no están en clase.

—¿Por qué no quieren pagarte la universidad? —esa era la única parte que le interesaba. Los padres de Jun anhelaban que su hijo terminara su carrera, así que no entendía el cambio drástico, y el menor pensó un rato para contestarle la pregunta, por vergüenza.

Blood, Sweat & TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora