26. Algo en el camino

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Él no dejó de pensar ni un segundo en Gyeong y en lo que había sucedido. No habían dicho qué harían al respecto, y Cein no la quería seguir interrogando, pues solo empeoraría las cosas para su estabilidad psicológica y emocional.

—Cein, hijo... ¿me oyes? —lo llamó el Sr. Lee frente al mostrador, tratando de llamar su atención. El muchacho estaba con la mirada perdida, fuera de su entorno. No se había dado cuenta de que el hombre lo había estado llamando por más de un minuto.

—Sí, sí... Dígame, ¿qué sucede?

—Han pasado tres personas a preguntar por libros y se fueron porque no les contestabas.

—Lo siento mucho, señor. Le prometo que no vuelve a pasar —contestó apenado al ver que, en efecto, habían algunas personas que lo miraban algo raro.

—Hijo, descansa una hora. Dohyun tomará tu turno.

—¿Puede darme el día libre? —pidió de pronto—. Vendré a trabajar el sábado —el señor le aclaró que no era necesario y le dio el día libre. Cein tomó sus cosas y salió del lugar a eso de las 11 de la mañana. Caminó despacio, tratando de evitar la luz del sol, escondiéndose bajo la sombra. Llegó hasta la esquina en donde podía tomar el camino hacia adelante y dirigirse a su casa, o a la iglesia por la derecha. Sinceramente no le importaba, solo quería deambular, sin embargo, su subconsciente le pedía a gritos que tomara la derecha, y así lo hizo. Se dirigió en dirección al templo para ver si por si acaso, Sungmin andaba por allí. Todo el trayecto pasó imaginando qué le diría si lo veía, y aunque no pensara en realidad en decirle nada, ¿cuál era el afán de martirizarse de esa manera? ¿Por qué quería ver al hombre que había abusado de su novia?

Porque no lo podía creer.

No podía creer haber sido tan descuidado como para dejar que Gyeong pasara por algo así, y sentía que debía pagar por no haberla cuidado. Ella, con la mirada le había tratado de decir tantas veces que algo sucedía, sin embargo, también negaba lo que decían sus ojos. Ella tenía que habérselo dicho, pues él no era psíquico, pero el muchacho asumía la culpa como si fuera él quien se la hubiese entregado a Sungmin y éste la hubiera violado frente a él.

Mientras veía el asfalto y las plantas de camino a la iglesia, Cein imaginaba dos opciones: uno, que Sungmin confesara y se entregara, así nadie tendría que volver a verlo y él pagaría viviendo el infierno en la cárcel. La segunda opción, era que negara lo que había sucedido y a él le tocara torturarlo hasta que confesara y él mismo llevarlo a la cárcel. Si tenía que llegar a extremos de castrarlo, lo haría. Por eso no quería pensar en esa opción. Si Sungmin era hijo de un pastor, Cein imaginaba que reconocería su pecado en algún momento y lo recordaría siempre como una mancha en su vida, indigno de perdón.

Cuando llegó al templo, lo encontró cerrado. La verdad, era muy ingenuo de su parte creer que el sinvergüenza estaría allí tan temprano. Se supone que la iglesia debía estar abierta todo el día, pero ellos sólo permitían entrada desde el mediodía hasta las 8 p.m., y aun así, sabía que Sungmin no estaría allí. Entonces, como no sabía dónde vivía, se resignó a esperar al día siguiente que sería viernes.

Conociendo el estado en el que se encontraba Gyeong, y que obviamente no era psicológicamente capaz de ver a su agresor, él le recomendó que se quedara en su casa y que fingiera estar enferma, lo cual resultó. Cein tampoco asistió a la reunión esa tarde, pero sí fue a la iglesia. Había llegado a eso de las 5:30 p.m. y se quedó en la calle al frente, escondido. Esperaba que el joven saliera, puesto que la reunión había terminado, sin embargo, no fue hasta las 7 p.m. que recién salió, como un ser normal a vagar por la calle.

Cein tapó su cara con la capucha de la chaqueta y lo siguió desde la otra calle, un poco alejado para que no lo viera. Avanzaron unas cuadras hasta que oscureció, y el joven se detuvo en una licorería, que fue donde se encontró con los que parecían ser sus amigos. Desde donde Yoongi estaba escondido, vio a Sungmin fumando junto a los demás muchachos y comprando unas cervezas para luego irse a esconder con ellos en un callejón. Seguro temía que alguien de la iglesia lo viera.

Blood, Sweat & TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora