06. Estigma

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Con esa sola conversación entendió que la manera de pensar de Gyeong era mucho más compleja de lo que él imaginaba, y se atrevía a decir que hasta rebelde.

Cuando fue a la iglesia el domingo, la miró todo el sermón y notó que en ocasiones contenía su risa o le hablaba al oído a su hermano, pero éste era tan débil que terminaba riéndose. Cein al ver en retrospectiva, se dio cuenta de que eso pasaba a menudo y no se había dado cuenta, ya que no se fijaba en esa acción, sino en su sonrisa burlona, por eso le extrañaba ahora haberla visto risueña en tantas ocasiones a pesar de que casi no hablaba.

Cuando ya todos se habían dispersado, se le acercó a hablarle con el fin de saber de una vez qué clase de persona era con la que estaba lidiando.
Ella seguía sentada en la silla, mirando cualquier cosa en lo que esperaba que su familia se desocupe.

—Gyeong, hola. ¿Sabes? Me quedó la duda de lo que estabas diciendo el viernes.

—¿Lo de la frase de Jesús?

—Sí.

—Ok —contestó y antes de que continuara hablando, él se sentó en la silla de atrás. Ella entonces, le contó que creía que lo que decía Jesús de poner la otra mejilla no se trataba de un acto de sumisión como lo decían todos, sino de rebeldía.

En los tiempos de esclavitud cuando el capataz daba una cachetada a sus esclavos, lo hacía con la mano derecha y golpeando la mejilla del esclavo con la parte dorsal de la mano. Eso era signo de humillación, pero cuando golpeaba con la palma, significaba retar a un duelo. Por eso cuando Jesús decía "poner la otra mejilla", se refería a acorralar, porque esta persona (el capataz), tendría que usar la misma mano pero golpearía con la palma y así el esclavo tendría derecho a enfrentarse.

Pero claro, eso tenía más sentido en una versión de la Biblia diferente a la que comúnmente se utilizaba. La versión a la que ella hacía referencia era una menos popular.

—No lo había visto así —dijo él al terminar Gyeong con su explicación.

—Sí, pero nadie va a aceptar que de pronto les cambien el significado de una frase que ha hecho que la gente promedio no se queje, sino que agache la cabeza y aguante como su señor Jesucristo.

Esa reflexión lo dejó más desconcertado, sobre todo porque parecía que se estaba mofando de su religión.

—Me habían dicho que eras correcta con respecto a la iglesia.

Ella pronto hizo cara de disgusto, pues ese "correcta" lo traducía como sumisión.

—¿En serio...? supono que también te dijeron que soy seria.

Él asintió y Gyeong suspiró, mirando hacia arriba por un segundo, como pensando, y pronto continuó:

—Bueno, es más fácil hacerse una idea de alguien en lugar de preguntarle directamente.

"¿Preguntar qué?", pensó Cein. De cualquier forma le ofendería la pregunta. Pero sí entendía qué sentía al referirse a eso, pues en el caso de él, tendían a estigmatizarlo. Tuvo suerte de no escribir nada sobre la forma delicada de ser de Gyeong-hui en la carta—algo de lo que él estaba convencido—, sino hubiera quedado como imbécil.

 Cuando hubo terminado de escribir la corta historia de amor entre ellos dos, empezó con algo más significativo. Una historia acerca de ella, como en realidad era, como la iba conociendo. Pensaba que estaba enamorado de su actitud cuando apenas la conoció, pero al ver que su idea de ella no era el que pensaba, no sucedió nada en cuanto a su manera de verla, y no es que era para decepcionarse, pero de pronto para despertar un poco.

Blood, Sweat & TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora