05. Si me quieres

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Después de esa interacción, el muchacho se sintió más animado a hablarle; quería saber cómo pensaba o qué le gustaba, y el domingo que se vieron, al terminar el sermón, esperó que Juwon se alejara a hablar con sus amigos para él poder acercarse a su hermana.

—Hola —dijo con timidez, ya estando frente a ella, y la chica contestó lo mismo con una sonrisa.

"¿Y qué procede?", pensó Cein. La verdad era que no sabía que al final se atrevería a saludarla, por lo que no preparó un tema de conversación, y con los nervios a mil en ese momento creía que colapsaría.

—Min Cein, ¿verdad?

él solamente asintió, agradecido de que ella continuara, y así esperaba que siguiera.

—¿Cuántos años tienes?

—18 —el chico parecía programado a contestar preguntas, pero rápidamente se dio cuenta antes de parecer psicópata—. ¿Y tú? No sé cuál es la diferencia de edad entre Juwon y tú. Él parece mucho mayor.

—Tiene tu misma edad. Pero sí, parece de 25. Yo tengo 16.

El chico no supo qué responder a eso, y sólo comentó que pronto comenzaría la temporada de clases, y que seguro era muy estresante tener que regresar.

—Pues, sí. Pero, la verdad las extraño.

—Ah, te gusta estudiar. Seguro eres buena estudiante —Cein intentaba sonar simpático y creía que lo estaba logrando, pero por la expresión de Gyeong supo que había pasado el límite, aunque no supo porqué.

—No exactamente... es complicado —trató de explicar, pero sólo lograba ponerse más ansiosa y no llegaba a ningún punto.

—Oh, entiendo. Perdón por haber sido imprudente —se apresuró a decir, junto con una reverencia.

—No te preocupes —aclaró, un poco avergonzada por haber sido muy obvia con su expresión. Cein se quedó sin entender porqué la había descompensado ese halago, por lo que dejó el tema allí, y sólo se despidió y ella concluyó—. Bueno, nos vemos el viernes, espero que sigas en mi grupo.

Ese día al llegar a su casa, Cein pasó por dos fases, la primera, la ira por haber sido imprudente al asumir algo y comentarlo sin pensar.

—Qué imbécil —se dijo, pensando que ella evitaría hablarle. Reprodujo tantas veces la escena en su cabeza, imaginando qué pudo haber dicho, pero al mismo tiempo dándose cuenta de que lo último que le dijo Gyeong fue que esperaba tenerlo en su equipo, o sea que lo quería de su lado, y claro que lo estaría, aunque al parecer no le podría dar cumplidos.

Eso dio paso a la segunda fase, la inspiración. Le escribiría una carta.

Era un poco cursi y tal vez pasado de moda, pero a él no se le ocurría otro modo de cortejar a una niña de tan buena moral y principios. Gyeong era muy educada y merecía ser tratada con respeto y romanticismo, que era algo que de por sí tenían las cartas.
Entonces tuvo toda la semana para escribir la carta. Quería simplemente hacerle saber que había alguien a quien había cautivado con su sola existencia.
Era la única confesión que quería hacerle, y además esperaba que ella no supiera quién lo había escrito. Así fue que pensar en cómo entregarle la misiva, había sido más difícil que escribirla. Tuvo que hacer memoria de algunos detalles que pudieran hacer favorable su misión, y se dio cuenta de que últimamente se levantaba para conversar en privado con Sungmin mientras los demás chicos socializaban entre ellos. Entonces aprovechó una de esas veces que él la llamó y con sigilo se acercó a la pequeña mochila de la chica y metió la carta sin que el hermano de ella o alguien más se diera cuenta. Luego regresó a su lugar habitual, pero le se estaba sintiendo ansioso, pensando en la reacción de ella, o imaginando que se daría cuenta que venía de él, por eso, mejor optó por salir del templo. Aun cuando siempre se quedaba hasta cuando la iban a recoger, esa vez le pareció más prudente simplemente retirarse antes, igual ya había logrado su cometido.

Blood, Sweat & TearsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora