Capítulo 12

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- Tenemos un problema enorme - escuché a Daniel soltar con un poco de sorpresa - ¡Ya no hay cereal!

- Está en la alacena - solté sin mirarle.

Llego a casa hace un rato queriendo platicar y jugar, sin embargo estoy atrasada con el trabajo y las solicitudes a la universidad. He estado ocupada la mayor parte de la mañana, por lo que apenas y he podido comer algo, sin embargo pronto terminaré esto y me daré un merecido descanso.

- ¡No está! Ya busque.

- Si están... Apenas las acomodé ayer en la noche.

- ¡No están Atenea!

- Y si las encuentro, ¿Qué te hago? - levanté cansada la mirada.
Mis párpados pesan por ratos, por lo que los talle con el interior de las palmas.

- Un cereal con leche

Baje lentamente las manos, viendolo sonreír. Únicamente me dedique a verlo sin una pizca de gracia. En más de una ocasión me he preguntado... ¿Qué diablos pasa en ese cerebro lobuno?

- Recuérdame porqué te permití entrar a casa hoy... - me levanté y comencé a caminar hacia la puerta.

- Por que soy guapo y uno de tus mejores amigos - comentó con naturalidad.

- Te detesto - empuje mis papeles a su pecho - léeme esto en lo que busco el maldito cereal.

- Por supuesto - sonrió con suficiencia y aclaro su garganta - "Entendiéndose así que las T representantes del cuadro contable, presentan activos y pasivos de cada operación. Los activos serán..."

Alcanzamos hasta la cocina y empecé a buscar todo mientras lo escucho. Después de 5 minutos buscando por cada rincón de la cocina, comedor y cuarto de guardado, no logré encontrar el desgraciado alimento.

- Kennet ¿Sabes dónde está nuestro cereal? - le hable mentalmente, dejando de prestar atención al texto.

- En la alacena.

- No está aquí... - suspiré y brinque hacia la mente de Jace - Oye, ¿Y el cereal?

- ¿No está en la alacena?

Chasquee la lengua.
Si somos los únicos que comen eso con mayor regularidad y ninguno lo tomo... ¿Entonces dónde rayos está?

Levanté una mano, pidiéndole a Daniel silencio.

- Bien, para. Parece ser que nadie en esta casa sabe dónde está... Así que ¿Quieres que vayamos por uno?

- Acepto tu propuesta - me sonrió y dejo los papeles en el buró más cercano - ¿No necesitas terminar esto?

- Si - moví los hombros - pero también tengo hambre.

- ¡Entonces vamos!

Tomamos el bus hasta una de las zonas comerciales más variadas y nos dirigimos hacia la parte de comida.

- ¿Deberíamos hacer las compras de la semana? - le pregunté, caminando con un carrito en mano.

- Claro, porque no - movió los hombros y saco su celular - ¿Empezamos con las sopas?

- Seguro. ¿Qué se te antoja para comer al rato: Pizza, hamburguesas o pasta?

- Pasta. Me quedaré a ayudarte.

Asentí agradecida e hicimos un recorrido al lugar, comprando lo que hiciera falta u ocupemos más: algunas cosas con azúcar, frutas, verduras, helados y leche.
Pasando las 6:00 pm, emprendimos el camino de regreso, el cual paso de manera tranquila. De ahí, fuimos a lavarnos las manos y empezamos a sacar y acomodar las cosas.

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