Capítulo Especial. Blake.

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- Estoy ocupado Jace - le solté a través de la lente de la cámara.

- ¡Vamos! No te pasará nada - rogó por tercera vez - si no vas, le pediré a alguien más que acompañe a Atenea. ¡Y lo digo en serio!

Suspiré y dejé mi documento para prestarle atención.

Estamos en videollamada. Me marcó hace diez minutos pidiéndome que vaya en su lugar a la Corte; no había entendido a qué va Jace si dudo que el Rey Innek le tenga aprecio, pero si quién tiene que ir es Atenea... Todo tiene sentido.

- ¿Por qué va ella?

- ¿Por qué quieres saber? - soltó con fingida molestia - te dejo. Voy a hacer otra llamada.

- ¡Jace! - cerré los ojos al notar la urgencia en mi voz.

- ¿Sí?

- Solo... dime la hora - hablé bajo y noté como su rostro se ilumina.

- ¡Ja! Lo sabía - talle mis ojos y observe cómo se le forma una amplia sonrisa - Te espero mañana a las nueve de la noche, en mi casa.

Colgué y me dejé caer en la silla.

Tal vez sea bueno que vaya a verlos... Podrían ayudarme a despejar un rato la mente.
Cerré los ojos y descansé la cabeza en el respaldo.

El trabajo en la empresa ha sido fuerte y constante en estos últimos días, además hemos estado quedándonos a entrenar y modificar algunas actividades en las noches en casa, y la escuela no nos da ni un solo respiro.

Escuché a alguien tocar de manera apresurada, por lo que simplemente le pedí pasar.

- ¡¿Joven Blake?!

- ¿Qué pasa Marco? - abrí los ojos y fruncí el ceño al verlo atracar la puerta.

- Me acaban de notificar que algunos periodistas se infiltraron en el edificio - me miró con ojos aterrados.

¿Es en serio? ¿Tanta conmoción provocó el hablar de matrimonio? ¿Qué sucederá el día en que en verdad quiera formar una familia?

Con toda la paciencia que me queda, tomé el puente de mi nariz y agarré mi teléfono, esperado a que me contesté.

- ¿Sí? - escuché lejana la voz Dylan desde el otro lado de la línea.

- ¿Dónde estás?

- ¡Atrás por favor! - escuché a alguien gritar.

- ¡Retrocedan!

- Hermanito, te veo en unos momentos. Chao - y colgó.

Di un respiro hombro y decidí dejarlo pasar.
Debí suponer que ya se encuentra al frente, tratando de arreglar el desliz.

- ¿Quieres algo de tomar Marco? - le pregunté, levantándome para tomar algo del mini refri.

- Un agua estaría bien.

Asentí y saqué dos botellas.

- Gracias.

- Seguro te mandaron a correr - me desperece y estire los brazos.

- No hay problema... Ya lo veía venir - le restó importancia - Desde que su hermano hizo esa declaración en televisión nacional, los medios han estado sobre nosotros como buitres.

- Si... - hice una mueca, recordando ese día.

Sus palabras corrieron como pólvora y en menos de tres horas ya teníamos a no sé cuántas personas esperándonos en fila y llamadas para crear matrimonios por conveniencia. Ese día en cuanto llegamos a casa, mamá regañó a Dylan y papá le dijo que, si quería hablar de cosas así, primero se consiguiera una novia y nos dejara en paz.

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