Capítulo 32

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Al adentrarme a la habitación, lo primero que noto es a Jackson observando todo y a todos con completa sorpresa.

Los Herondale parecen estar terminando una explicación general y tal vez algunas presentaciones, mientras que mis hermanos se mantienen callados, al pendiente.

Ender se gira a verme y antes de que pueda correr, ya me tiene entre sus brazos.

- Detesto tu impulsividad - susurra, apretándome contra él.

- ¿Qué te digo? Soy una Morgenstern - respondo mentalmente porque tengo la boca pegada a su pecho.

- ¿Porqué lo amadrinaste? - suelta con reproche - te generas problemas a lo imbécil.

- Eso mismo pienso - añade Daemon, el cual está recargado en la puerta con media sonrisa y mucho cansancio.

- Es para darle drama a mi existencia - les digo, empujando a Ender un poco.

Mi respuesta provoca que me mire mal, pero mi vista pasa al resto de mis chicos.

- ¿Podemos hablar un minuto?

Todos asienten y caminan hacia la salida. Le guiño un ojo a Ceci antes de atravesar la puerta, con Dae por detrás.

- ¿Qué te dijeron? - Percy es el primero en preguntar. Mantiene los brazos cruzados y su rostro se debate entre asesinarme, abrazarme o hacer ambas.

- No mucho - muevo los hombros de arriba a abajo - es obvio que se descontrolaron... Pero igualmente debo ir a arreglar las cosas.

- Iremos - acota Jace, como si fuese un hecho.

- ¿Deberían? - cuestiono, sin intención de refutar.

No soy la única que necesita desestresarse, como bien lo dijo Daemon. Y sinceramente, me vendría bien el apoyo de familia.

- ¿Planeabas ir sola? - Tobías parece desconcertado.

- Puedes ir olvidando lo - Ender mantiene su ceño fruncido y Thim niega con la cabeza.

- Deja de hacerlos sufrir - se ríe Kennet y pasa su brazo por mis hombros, sin importarle lo sucia que estoy - obviamente les está tomando el pelo.

Le sonrío y enfoco la mirada en Tobías.

- ¿Cómo están Janeth y tú hijo?

- Mejor - no había notado lo cansado que se ve, pero sus familiares ojos azules brillan con un nuevo cariño que jamás le había detectado - pronto les traeré a casa.

Asiento y sonrió.

- Fui un poco radical... Lo lamento.

- No pasa nada, entiendo la situación - resuelve con empatía y se acerca a acariciar mi cabeza - también fui descuidado en todo. Lamento los problemas en los que te metí.

Ambos nos miramos un momento, dispuestos a ceder y olvidar. Le sonrío y él hace lo mismo.

Confirmo una vez más que las relación entre hermanos en ocasiones es complicada, pero uno aprende más fácil a perdonar al otro y estar para nosotros siempre.

- Bueno, creo que es momento de irnos - suspiro y me separo lentamente de Kennet.

Grito el nombre de Tijya, la cual sale corriendo por la puerta, con los ojos bien abiertos y la mano en el mango de un cuchillo pequeño.

- A sus órdenes... Majestad - sus pupilas están dilatadas y parece estar buscando el peligro.

- Ven - avanzo hacia las escaleras y me río - ahora regreso. Prepárense para irnos.

Los Nuevos MorgensternDonde viven las historias. Descúbrelo ahora