Capítulo 1: Dejando Berk.

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Capítulo 1: Dejando Berk.

—Vámonos Chimuelo —dijo hipo al ver al dragón dormido en la cala—, despierta dragón dormilón, ya es hora de irnos. ¡Vamos Chimuelo, se va hacer tarde! —El dragón se levantó un poco dormido y se acercó a su jinete.

Hipo había traído comida, un hacha, ropa y algunas mantas, planeaba irse de Berk y buscar un nuevo hogar, pero había dejado una nota informando el porque se iba a ir. Luego de terminar de acomodar todo en las alforjas emprendió el viaje sin rumbo fijo, pero antes le dio una última mirada a su antiguo hogar.

—Adiós Berk —dijo con un tono nostálgico, él no quería abandonar a su padre, pero era lo único que podía hacer si quería seguir con Chimuelo—, adiós padre, adiós Astrid. —Hipo no se había percatado de que una multitud de personas estaban mirando a el dragón volar.

—¡¡Furia nocturna!! —gritó el vigilante con alertado tono.

—¿Qué? Nos vieron Chimuelo, mejor nos vamos —dijo Hipo volando hacia el horizonte, dejando tras de sí toda su vida, familiares y amigos.

Mientras en Berk todos observaban al dragón marcharse, pero lo que más les sorprendía era que había una silueta de una persona en su lomo. Todos los chicos miraban al dragón y a la persona que lo montaba.

—Pellíscame, debo estar soñando —dijo Brutacio—. ¿Me pareció o sobre el dragón iba una persona?

—No estás soñando, sí, había una persona —contestó Astrid aún sorprendida.

-—¿Una persona montando un dragón? —preguntó Patán—, eso es imposible, ¿quién podría hacerlo? —se respondió a si mismo riendo.

Estoico veía asombrado la escena, aunque estaba muy lejos para distinguir quién era, le había resultado familiar.

—Bocón, ¿quién crees que pueda ser? —Bocón negó con la cabeza dando a entender que no tenía ni la más mínima idea—. Sea quién sea, es aliado de los dragones y enemigo de nosotros.

—Yo no sé, no es bueno tenerlo de enemigo —puso en duda Bocón. Estoico dio un paso hacia adelante tomando la atención del público.

—¡No se alarmen, no sabemos quien era el jinete pero no hay nada por lo cual preocuparse! —gritó Estoico para tranquilizar a los habitantes.

Habían pasado 2 horas y Hipo y Chimuelo no habían encontrado nada.

—¿A dónde crees que llegaremos? —consultó Hipo y el dragón lo miró—. ¿A la isla de los Bog-Burlands?, ¿al gran continente?, ¿a Berserk? —lo último lo dijo con un poco de miedo, los berserkes no eran muy amistosos.

Viajó por tres horas más y no había nada, sólo era mar y mar. Chimuelo se había comenzado a cansar y a darle hambre, Hipo tenía un poco de comida en las alforjas pero no era suficiente para él y su dragón, además no tenían donde parar.

Mientras, en Berk, tan sólo faltaba una hora para que Hipo fuese a matar al dragón y nadie lo había visto.

—Astrid, ¿sabes dónde está Hipo? —preguntó Bocón

—No, no lo he visto desde la mañana —contestó Astrid.

—Seguro que no va a venir, ¡tiene miedo! —dijo Patán en forma de burla.

—Habrá que esperar —dijo Bocón yéndose— ¡Thor!, ¿dónde se habrá metido ese niño?

Chimuelo ya estaba muy agotado, no podía ni con sus alas. Para empeorarla se venía una tormenta y aún no había ni rastros de tierra firme.

—¡Hay que apresurarnos! —dijo gritando ya que el viento no dejaba escuchar nada—, la tormenta se nos viene en sima.

Chimuelo aumentó la velocidad pero estaba muy cansado, no sabía si iba a poder llegar a tierra firme. Y de repente vino mucho viento y el dragón no se podía mantener estable.

—Estamos en problema chi... —No pudo terminar la frase ya que un rayo le cayó en la cola— Oh no, que Odín nos ayude. —Chimuelo empezó a caer en picada hacia el mar.

En Berk el día estaba precioso, no había señales de tormenta. Pero hacía cinco minutos que tendría que haber llegado Hipo, y Estoico se había empezado a desesperar.

—Bocón, ¿dónde está Hipo? —preguntó Estoico.

—No lo sé —contestó Bocon—, le pregunté a los otros chicos pero no lo habían visto desde la mañana.

—¡No se enloquezcan es sólo un retraso, ya va a llegar! —gritó a la gente—. Al menos eso espero... —añadió casi en un susurro que sólo él escuchó.

—¿Que hacemos Estoico? —preguntó Bocón.

—Dile a los chicos que lo busquen, manda a alguien a la herrería, otro a su cuarto y los demás que lo busquen en la isla —contestó.

—¡Chicos! —llamó Bocón.

—¿Qué, Bocón? —dijo Astrid— ¿Apareció hipo?

—No, Astrid tu búscalo en su cuarto —dijo Bocón mirando a Astrid—, y tú, Patapez, en la herrería.

—¿Y nosotros? —preguntó Patán.

—Búsquenlo en el pueblo. —Y así todos empezaron a buscarlo. Astrid entró a la casa, subió las escaleras y al no verlo en su cuarto se iba a retirar pero vio un papel arriba de su cama.

—¿Qué será esto? —dijo empezando a leerlo.

Al que esté leyendo esto, me tuve que ir de Berk se que me van a acusar de traidor por lo que voy a decir a continuación, derribé a un Furia Nocturna, nadie me creyó y fui a buscarlo; lo encontré envuelto en la red, no quise matarlo y lo liberé. Después me hice su amigo. No son lo que creíamos, son seres lindos y cariñosos pero nadie me iba a hacer caso, por lo que decidí irme. Hasta pronto, papá. Lo siento.

Hipo

No puede ser —dijo Astrid sorprendida—. Hipo es un traidor. —Tras decir esto salió corriendo de la casa.

El pueblo ya empezaba a rumorear que Hipo se había asustado y no iba a venir, Estoico trataba de entretenerlos con algo, pero ya empezaba a preocuparse.

—¡Estoico! —Miró para todos lados y vio que Astrid venía corriendo muy apurada.

—¿Lo encontraron? ¿Qué pasó, Astrid? —le preguntó Estoico.

—¡Hipo es un traidor! —dijo Astrid dándole la carta—. Léala, la encontré en su cama —agregó una enojada Astrid mientras Estoico la leía.

—¡No puede ser! —dijo Estoico decepcionado—. Mi hi.. hijo es un-. —No pudo terminar de hablar porque Bocón lo interrumpió.

—¡Genio! Pudo domar un dragón y montarlo, ¿sabes lo qué eso significa?

—Sí, significa que él es un traidor y se pasó para el lado de esas bestias —dijo Estoico mientras caminaba, a donde estaba su asiento, para avisar de lo sucedido—. ¡Cálmense!, vengo a informarles que la muerte del dragón no se llevará a cabo hoy —gritó para que todos lo escucharan, las quejas no se hicieron esperar.

—¿Por qué? —preguntaron todos en una sola voz.

—¿Será que hipo se asustó y no va querer matar un dragón?, ¡sigue siendo el inútil de siempre!—- dijo Patón insultando a Hipo.

—¡Cálmense!, Hipo abandonó la isla, se alió a los dragones, el que vimos esta mañana montando un dragón era Hipo, será acusado de traidor. Vayan a sus casas, mañana Astrid matará al pesadilla monstruosa. —Todos quedaron sorprendidos, menos los Hofferson que empezaron a celebrar.

Los justicieros de dragones (mericcup)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora