Capítulo 5: Nueva vida.

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Capítulo 5: Nueva vida.

En Berk, Astrid estaba a punto de entrar a la arena, para matar al dragón; aunque las palabras en la carta de Hipo todavía rondaban su cabeza, de igual manera estaba decidida a hacerlo. Bocón se sentía apenado por la desaparición de Hipo, ya que lo quería como a un hijo; y cansado porque Patapez en la forja no era lo mismo. Por este motivo había pedido a Estoico unos barcos para buscar al chico, pero se había negado a eso y al hecho de tener un hijo.

—Como Hipo se alió a los dragones —comenzó su discurso Estoico—, Astrid será la que mate al dragón. —La gente empezó a aplaudir y gritar su nombre.

Tras esto la chica entró, tomó un hacha y un escudo; se posicionó en el centro de la arena, e hizo una seña para que liberen al pesadilla monstruosa. Éste salió, y de inmediato trepó a las cadenas que cubrían la parte superior, y se dedicó a lanzar fuego hacía todos lados. Bajó la mirada hacia la arena y vio a Astrid, no lo dudó ni un segundo, le saltó encima. Astrid rodó por el suelo esquivando el golpe, y quedó detrás del dragón; aprovechó, con su hacha, para dañarle el ala. Furioso, se dio vuelta y le escupió fuego; pero Astrid, haciendo uso de su agilidad, lo cubrió con su escudo. La pobre criatura se quedó sin fuego y Astrid, con un rápido movimiento, le dio un golpe final.

—Bien, Astrid, ahora eres una guerrera vikinga —felicitó Estoico, los demás aplaudieron eufóricos—, y serás la nueva heredera de Berk. —Todos se sorprendieron ante aquello y las quejas no tardaron.

—Patán tendría que ser el heredero —se quejo Patón—, a tu no tener un hijo, él es el heredero —agregó enojado.

—Ya esta decidido —dijo Estoico con firmeza—, Astrid será la heredera de Berk. —Los Hofferson se pusieron a festejar, aunque Astrid se sentía mal por robar el lugar de Hipo, sabía que Patán de heredero sería el final de Berk—. Astrid ven conmigo —llamó Estoico, y la chica lo siguió, alejándose de la bola de gente que la felicitaba.

—En una semana iremos a Dumbroch, a firmar un tratado de paz —habló—; quiero que me acompañes, para que sepas como se debe ser jefe. —Astrid asintió y se retiró.

En Dumbroch ya estaba amaneciendo, y Elionor empezó a abrir la cortina del cuarto de Mérida, para permitir entrar a la luz.

—Mérida, levántate ya salió el sol —protestó Elionor.

—Cinco minutos más, máma —pidió la chica adormilada.

—Vamos, que tienes que ir a despertar a Hipo para desayunar —comentó mientras se iba.

—Vale, mamá. —La pelirroja se levantó, se colocó un hermoso vestido azul, y fue a despertar al chico. Cuando entró al cuarto no encontró a nadie, por lo que fue a los establos; y ahí lo encontró, haciéndole caricias a Chimuelo.

—Ven a desayunar —dijo Mérida mirándolo con una sonrisa.

—Ya voy —contestó mientras se levantaba y se acercaba a Mérida, sus miradas se cruzaron por un segundo, por lo que desviaron la vista y esto provocó un silencio incomodo.

Em, Hipo, ¿después me das una vuelta en tu dragón? —preguntó Mérida un poco insegura, desde el día anterior había querido hacerlo.

—Pues claro, pero tú me tienes que enseñar a disparar con arco —propuso sonriendo—; y primero hay que arreglar su cola.

—Trato hecho —contestó Mérida extendiendo su mano, al tocarse los dos sintieron un cosquilleo en el estomago—. Vamos a comer, nos están esperando —dijo, ignorando lo que acababa de sentir. Empezaron a caminar hacia el salón principal, donde los esperaban Elionor, Fergus y los trillizos.

—Buen día —saludó Hipo mientras se sentaba al frente de Mérida.

—Buen día —dijo Fergus—, ya que te vas a quedar aquí, tienes que tener responsabilidades. —Hipo asintió—. ¿Qué sabes hacer?

—Yo era ayudante en la forja de Berk —contestó con seguridad.

—Muy bien, entonces serás el nuevo ayudante aquí; y también practicarás esgrima conmigo —dijo Fergus feliz.

—Muchas gracias. —Tras esto todos empezaron a comer en silencio.

Los justicieros de dragones (mericcup)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora