Capítulo 20: Comprometidos.

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Capítulo 20: Comprometidos.

El barco romano estaba por llegar al puerto de Dumbroch después de un largo viaje, algunos marineros aún seguían en shock. Todos bajaron y el capitán fue directo al palacio, allí encontró a Jorge y Fernando comiendo. Los dos lo miraron.

—¿Encontraron a la princesa y al príncipe? —preguntó Jorge metiéndose un pedazo de carne a la boca.

—Sí, la encontramos, mi lord —dijo el capitán asustado. Fernando notó eso.

—¿Y porque no la traes aquí? —preguntó Fernando.

—Es que... —dijo muy asustado—, el príncipe tenía ayuda —dijo por fin y los dos se levantaron de la mesa.

—¡¿De quien?! —dijo Fernando—. ¡Quién podría derrotar a una flota entera de soldados bien entrenados romanos! —gritó enojado.

—No sabemos quién fue, señor —dijo el capitán—. No había personas, eran dragones que atacaban por su cuenta.

—Todos los barcos tenían armas contra dragones —dijo Jorge, también furioso.

—Pero eran muchos... —contradijo el capitán—. Y lo peor de todo, es el gigante —agregó muy asustado.

—¿Gigante? —preguntó Fernando confundido y el capitán asintió—. ¿Cómo es? —preguntó.

—Es del tamaño de cinco embarcaciones, escupe hielo y creo que controla a los demás dragones —contestó el capitán.

—Hay que informarle de esto al rey —dijo Fernando—. ¡Guardia! —gritó y un hombre apareció.

—¿Sí, mi señor? —dijo haciendo una reverencia.

—Arma un escuadrón —ordenó Fernando—; iremos a roma. Jorge, quedarás a cargo —dijo y todos se retiraron a sus cosas sin objeciones.

Dos meses después de muchos viajes por tierra y por mar llegaron a las puertas de roma. Fernando enseguida pidió para hablar con el rey.

—¿Cómo que no puede hablar en este momento? —le preguntó Fernando a un guardia, muy enojado.

—Él va a dar un aviso importante —dijo el guardia—. Sí quieres puedes pasar a ver —agregó el guardia corriéndose del camino.

Fernando entró y todo estaba lleno de comida. Vio al Rey, se iba a acercar pero una mujer lo hizo antes y le susurró algo en el oído.

—Mi amor, ya es hora —le dijo Bella en un susurro a Hans. Él agarro una copa y hizo ruido para que le prestaran atención. Cuando todos lo miraron empezó a hablar.

—Hoy, les quiero informar que Bella y yo estamos comprometidos —dijo feliz, algunos aplaudieron, otros se enojaron porque tenían hijas pretendientes del rey, otros se sorprendieron; entre ellos estaba Fernando, que no se lo esperaba. Pensaba que iba hacer como las demás mujeres que se acostaba con ellas y las abandonaba, pero con ésta era diferente. El rey dio un discurso y le puso fecha a su boda, específicamente en un mes. Después de un rato de que lo felicitaran, el rey quedó solo con Bella, Fernando aprovechó para acercarse.

—¿Fernando? —preguntó el rey al verlo—. No sabía que estuvieras en roma —agregó sorprendido.

—Sí, llegué hoy mismo —dijo Fernando y notó la mirada de Bella.

—¡Qué bueno!, Bella me contó mucho sobre ti —comentó Hans, cosa que asustó a Fernando.

—¿Y qué cosas...? —preguntó muy nervioso y Hans rió.

—De como la ayudaste en todo y le dijiste que venga para acá.

Fernando miró extrañado a Bella y ella le hizo una seña para que continuara.

—Ah, eso. Vine para decirle que hay una gran amenaza —dijo Fernando—. Se trata del príncipe y la princesa.

—¿Qué pueden hacer dos personas? —preguntó Hans, con el menor interés.

—Tienen dragones —argumentó y Hans puso una cara de espanto—. Y el del príncipe es un furia nocturna —dijo y esto lo asustó aún más.

—¿Son de los defensores? —preguntó Hans.

—No lo sé —dijo Jorge—. El príncipe y la princesa no, pero hay dos jinetes más con ellos.

—No puede ser que hayan vuelto —dijo frustrado—. Mis ancestros los expulsaron a todos y mataron todos los furias nocturnas.

—Pero no eran sólo furia nocturnas —dijo Fernando y Hans lo miró con atención—. En realidad era sólo un furia pero había muchos mas dragones y un dragón gigante.

—Busca a todos los cazadores de dragones y llévalos a Dumbroch, creo que va a haber una guerra —dijo Hans y se quedó mirando hacia la nada, Bella aprovechó y agarró a Fernando del brazo y se lo llevó a otro lado.

—¿Qué quieres? —preguntó Fernando confundido—. ¿Y por qué le hablaste bien de mí?

—Lo que quiero es a Hipo, y tú me ayudarás en eso. Si no lo haces, le contaré toda la verdad a Hans —amenazó Bella.

—Está bien. ¿Qué quieres que haga? —dijo rendido.

—Quiero que captures a Hipo con vida —dijo Bella—. Y tendrás que mantenerme informada sobre todo lo que pase —agregó Bella y él asintió.

Los trillizos habían aprendido mucho en los dos meses de práctica, no sólo en pelear, sino también en la Historia de los defensores y de la misma roma. Ellos le empezaron a tomar más odio del que le tenían, pero los monjes también les enseñaban a no sentir odio ni sed de venganza.

En el nido ya había aumentado mucho la cantidad de dragones y todas las islas habían aumentado al doble la guardia, ya que los justicieros de dragones, que era ahora como eran llamados, habían atacado en muchos lugares.

Los justicieros de dragones (mericcup)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora