Capítulo 6: El pasado siempre vuelve.

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Capítulo 6: El pasado siempre vuelve.

Una semana después:

Hipo ya había comenzado a trabajar en la forja, además se había vuelto muy unido a Mérida, y Fergus le tomó mucho cariño, era como un hijo para él, Fergus como un padre para el chico, ul padre que nunca tuvo. El cumpleaños de Mérida era en dos días, y vendrían todos los lord, Hipo se encontraba en la forja haciendo el regalo.

—¿Qué es eso que estás haciendo? —preguntó Grum, era el herrero de Dumbroch, tenía unos veinticinco años, y se había vuelto muy amigo de Hipo.

—Un regalo para Mer —contestó sin poner muchas atención, mientras admiraba el arco que acababa de terminar—, en dos días es su cumpleaños —agregó con una sonrisa, Grum lo miró pícaro.

—¿Te gusta la princesa? —intuyó Grum, Hipo casi se cae de la silla en la que se encontraba.

—No, no, no me gust-a —contestó tartamudeando y con un claro rubor.

—¿Y entonces porque tartamudeas? —preguntó Grum de forma burlona.

—Cállate. —Fulminó con la mirada al herrero,  y salió de la herrería con el arco en la mano, rumbo al castillo.

—¡Hipo! —gritó Mérida, de forma alarmada, mientras se acercaba corriendo a gran velocidad.

—¿Qué pasa? —preguntó Hipo con preocupación.

Mérida recuperó un poco el aliento y habló:

-Llegó el jefe de Berk junto a una chica rubia. —Hipo se sorprendió ante esto.

—¿A qué vinieron? —preguntó Hipo de forma fría.

—Para renovar el tratado de paz, supongo. —A los segundos, se ve que tres personas vienen hacía donde están; eran Fergus, Astrid y Estoico.

—Hay que escondernos —murmuró Hipo, tomó a Mérida de la mano y se colocaron debajo de una carreta de fruta.

—¿Y por qué vino ella? —Se escuchó la voz de Fergus a lo lejos, la misma duda rondaba la cabeza de Hipo.

—Ah, me olvidaba, ella es la nueva heredera de Berk —informó el jefe de Berk señalando a Astrid con ambas manos, a la vez que un gesto orgulloso se dibujaba en su rostro.

—¿No que era tu hijo? —cuestionó Fergus, para evitar sospechas de que se encontrara en la misma ciudad en la que estaban.

—Yo no tengo hijo —contestó de manera fría, Fergus se impresionó ante eso, y a Hipo le corrió una lágrima por la mejilla; Mérida vio esto y se la limpió con suavidad, intentando calmarlo.

—No llores —pidió Mérida a la vez que lo abrazaba y, con su mano, acariciaba su cabello; Hipo correspondió el abrazo y lloró en silencio sobre su hombro.

Los tres se alejaron por un camino diferente, lo que aprovecharon para salir de su escondite; pero Hipo, recalcando su torpeza, tiró una azada y hizo mucho ruido. Estoico y Fergus ni se percataron, pero Astrid sí, se dio vuelta y vio dos personas alejarse al bosque, y por puro instinto los siguió. Ellos no se habían dado cuenta de esto, pararon y se pusieron a charlar de forma normal, sentados en el tronco de un árbol.

—Así que aquí estás, Hipo. —Los sorprendió Astrid, apareciendo al frente de ambos—. Volverás a Berk y se te castigará por tus actos —sentenció, apuntándo al chico con su hacha, Mérida se levantó de forma rápida, y le apuntó con su arco.

—Él no se va a ningún lado —dijo colocándose delante de éste.

—Tú no te metas, niña —dijo Astrid, y comenzaron una discusión muy poco amigable—. ¡Niña mima...! —No pudo terminar porque la interrumpió Hipo.

—¡Ya basta! —dijo enojado—. Por favor, Astrid, no le digas a nadie que estoy aquí —suplicó ya más tranquilo, por nada en el mundo quería volver a Berk.

—Sí, cómo no — dijo Astrid sarcástica, mientras caminaba hacia el castillo a hacer lo contrario a lo que se le había pedido.

—¡Ocasionarías una guerra! —gritó Mérida desde lejos—, Fergus jamás entregaría a Hipo. —Astrid bufó rendida.

—Está bien, no le diré a nadie —dijo—. Pero que conste que es porque no quiero una guerra, no por ti —aclaró señalando al chico.

—Gracias. —Sonrió Hipo.

Los justicieros de dragones (mericcup)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora