Capítulo 12: Reencuentro.

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Capítulo 12: Reencuentro.

Bocón estaba acarreando cosas de aquí para allá a un barco. Ya tenia todas las provisiones para un mes de viaje, había tenido una fuerte discusión con Estoico y, aunque no quisiera irse, tenía que hacerlo porque lo desterró, pero igualmente él lo hacía para buscar a Hipo.

—Bocón, ¿qué haces? —preguntó Patapez con confusión.

—Voy a buscar a Hipo —dijo Bocon sin prestarle más atención de la necesaria. Y Patán y los gemelos comenzaron a reír.

—Lo más seguro es que ya esté muerto —se burló Patán—. Y si estuviera vivo, ¿para qué lo quieres traer de vuelta a ese inútil? Estamos mucho mejor sin él —argumentó mientras reía.

—¿Alguien quiere acompañarme? —prosiguió ignorando los irrelevantes comentarios del chico, sus palabras iban dirigidas más que nada a Astrid y Patapez; y todos menos Patapez estallaron en carcajadas.

—¡Yo voy! —declaró avergonzado de sus amigos y todos se sorprendieron—. Hipo logró domar a un dragón y podría estudiarlos mejor, y además es mi amigo —agregó decidido, Bocón sonrió satisfecho.

—Ayúdame a subir esto —le dijo a Patapez— y ve a tu casa a buscar ropa y cosas que precises para el viaje —ordenó Bocón. Todos se fueron yendo y solo quedó Astrid, algo en su interior le decía que vaya, pero ella no iba a ir, su orgullo se lo impedía.

El dragón de cuatro alas apareció delante y Grum se asustó, Chimuelo quedó mirando de frente al dragón, pero de repente otros dragones aparecieron al rededor, y después estaban rodeados de dragones.

—Ay mamá —lanzó un quejido Grum mientras miraba los dragones— ¡Estamos rodea...! —No pudo terminar porque un dragón lo agarró de los hombros—. ¡Ah!, ¡adiós mundo cruel! —gritó con la tonalidad de voz y el espanto de una niña de cinco años. Chimuelo al perder su jinete se empezó a desestabilizar y por consecuencia a caer, otro dragón agarró las redes pero Chimuelo cayó al mar; justo en ese momento Hipo despertó.

—¡Chimuelo! —gritó Hipo al verlo intentar, con todas sus fuerzas, salir del agua.

Después de unos diez minutos de viaje, Grum ya le había contado lo que pasó y Hipo se había enojado con él, pero en parte lo entendía. El jinete misterioso no había dicho ni una sola palabra. Después de un rato llegaron a una enorme isla con muchos árboles, parecía un volcán pero inactivo. Entraron por un agujero de la pared, tiraron a los tres al centro de la cueva y se vieron rodeados de dragones.

—Creo que nosotros somos la cena —dijo Grum tragando saliva, en eso llegaron tres dragones y tiraron a Chimuelo al lado de ellos— y me parece que Chimuelo el postre —dijo con temor. Mérida empezó a despertar y cuando vio todos esos dragones retrocedió chocando con Hipo, que estaba de espaldas, Hipo se dio vuelta y apunto con su espada a Mérida.

—No me rebanes —pidió la chica alzando las manos, Hipo le sacó la espada del cuello y la apuntó hacia los dragones— ¿Me puedes decir que esta pasando? —preguntó Mérida fastidiada, no le gustaba la confusión.

—Es una larga historia —dijo Grum, los dragones se empezaron a acercar y Hipo encendió la espada, el jinete misterioso miraba todo atentamente.

—¿Quién eres? —preguntó Hipo, la mujer bajó de su dragón y se acercó a Chimuelo, éste se puso a la defensiva, pero con un movimiento de las manos lo durmió. Hipo le apuntó con la espada y la mujer empezó a sacarse la mascara, Hipo se sorprendió al ver que era mujer.

—Hijo —dijo la mujer en un susurro.

—¿Qué? —preguntó Hipo confundido— ¿Dijiste "hijo"? —inquirió con un gesto dudoso.

—Sí, tú eres mi hijo —habló el jinete a la vez que una lágrima recorría su mejilla.

—Mamá... —murmuró Hipo con los ojos cristalinos— ¿pero cómo es posible?

—Brincanubes nunca me quiso hacer daño —dijo Valka acariciando a su dragón—, él me trajo hasta aquí.

—¿Por qué nunca volviste? —cuestionó casi llorando.

—Porque los vikingos nunca cambiarían su forma de pensar —dijo Valka— ¿éste es tu dragón? —preguntó acercándose a Chimuelo.

—Sí —contestó Hipo—, es el último de su especie, supongo.

—Es la primera vez que veo uno —dijo Valka emocionada— ¿puedo tocarlo? —Hipo asintió.

—Señora —llamó Mérida y Valka la miró asintiendo—. ¿Crees que nosotros podamos tener un dragón? —preguntó señalándose a ella y a Grum.

—Sí, por supuesto —respondió Valka—, pero se van a tener que ganar su confianza —dijo y los dos asintieron decididos a hacerlo.

Los justicieros de dragones (mericcup)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora