Capítulo 7: Una chica entrometida.

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Capítulo 7: Una chica entrometida.

Dos días después:

Ya todos estaban comiendo del banquete, el cuál habían hecho para el cumpleaños de Mérida; menos Hipo, ya que no podía mostrarse en publico. La cumpleañera se encontraba sentada a un lado de Fergus, y, cuando miró a un costado, vio a Hipo haciendo señas para que valla. La chica se levantó disimuladamente, y empezó a caminar hacía la salida; pero fue interrumpida por un hijo de los lords, el cuál le impidió su escape.

—¿Quieres bailar? —inquirió tomando pose galante, y la sacó a bailar sin siquiera dejar que contestase; Hipo miraba con celos la escena, en su interior lo carcomía este sentimiento.

—¿Qué pasó?, ¿la "princesita" te dejó plantado? —habló, muy cerca de su oreja, una chica de cabello celeste, delgada, y, en vista de todos los hombres de la fiesta, hermosa. Su vestido estaba cubierto de muchos adornos de oro y su cabello brillaba por las gemas de variados colores.

—¿Quién eres? —preguntó Hipo, mirando a la chica embobado debido a su belleza.

—Soy Bella, la princesa de unos de los clanes —se presentó, usando un tono seductor—. ¿Quieres bailar?

—No, no pue-puedo —contestó Hipo con sumo nerviosismo.

—Vamos —insistió con voz suplicante, intentando convencerlo.

Mérida miraba furiosa mientras bailaba, ya que conocía muy bien a esa chica y sabía que era una zorra. Cuando terminó el baile, fue hacia donde ambos se encontraban hablando, tomó, del brazo, a Hipo, y lo jaló hacia otro lado.

—Eh, yo estaba hablando con él —protestó Bella, tomando a Hipo del brazo restante, ambas de debatían por quién lo jalaba más fuerte, sinchandolo una para un lado y la otra para el otro. 

—¡Ya basta! —gritó Hipo, en un intento de no ser desmembrado, y ambas pararon en seco—. Ven, mer, tengo que mostrarte algo. —Mérida miró a Bella con una sonrisa victoriosa y se retiró con Hipo.

—Él será mío —aseguró en un susurro, que solo ella escuchó.

Con Hipo y Mérida:

—Toma, tapa tus ojos con esto —dijo Hipo, entregándole una tela para que tapara sus ojos.

—¿Para qué? —preguntó curiosa.

—Es una sorpresa —contestó con una sonrisa, Mérida se puso la tela, y empezaron a caminar hacia el bosque.

—¿Cuánto falta? —preguntó Mérida cinco minutos después.

—Ya casi llegamos. —Sonrió Hipo, aún sabiendo que no podía verlo, no podía evitarlo. Caminaron unos metros más—. Ya está —dijo, y destapó los ojos de la chica.

Wow, es maravilloso. —Estaban en una especie de barranca, con muchas flores, y abajo estaba escrito "Feliz cumpleaños, Mer" con ramas y flores. Hipo fue hacia atrás de un árbol—. ¿A dónde vas? —preguntó Mérida.

—Espera ahí —comentó Hipo, haciendo un movimiento con la mano, en señal de que esperase. Él salió de atrás del árbol con las manos en la espalda—. ¡Feliz cumpleaños! —felicitó con una sonrisa, entregándole un arco, una rosa y un carcaj con flechas.

—Gracias, no era necesario —dijo Mérida, con un claro sonrojo y una gran sonrisa; los dos se quedaron con sus vistas fijas a los ojos del otro, no aguantaron más y unieron sus labios en un apasionado beso. Al principio era solo uno tímido y tierno, pero después se volvió desesperado, los dos se tuvieron que separar por el oxígeno y quedaron con las frentes pegadas mirándose a los ojos.

—Mer, ¿quieres ser mi novia? —preguntó el chico un poco nervioso y Mérida lo besó de nuevo—. ¿Eso es un sí? —inquirió sonriendo.

—Es un no —bromeó Mérida, Hipo bajó los ojos apenado—. Claro que es un sí, bobo; ahora, tengo que probar mi nuevo arco —dijo ésta divertida.

Veinte minutos después.

—¡Este arco es increíble! —dijo Mérida eufórica—. ¿Cómo lo hiciste? —consultó con curiosidad.

—Era un diseño que había hecho cuando aún estaba en Berk, pero nunca tuve alguien quien lo probara —explicó Hipo—. Por cierto, eso no es todo lo que hace, con este botón el arco se cierra. —Hipo apretó el botón y el arco quedó en la mitad de su tamaño.

—Gracias —dijo Mérida—; ahora hay que volver al castillo. —Tras estas palabras, ambos salieron rumbo al castillo. Al llegar todos se estaban yendo, junto con los de Berk, por lo que ahora podían andar tranquilos. Bella vino corriendo al ver a Hipo, y le dio un beso en la comisura de los labios.

—Adiós —saludó la peliazul, colgada del cuello de Hipo, Mérida estaba hecha una furia, la tomó del brazo y la separó de Hipo. Bella dio un último saludo con la mano y se fue con su clan.

Los justicieros de dragones (mericcup)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora