Capítulo 3: Un visitante inesperado.

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Capítulo 3: Un visitante inesperado.

—¿Dónde se metió esta niña? —preguntó Elionor a su esposo, con aire de preocupación.

—Los guardias ya la están buscando, tranquila —dijo Fergus, a la vez que un guardia entraba.

—Ya buscamos en toda la ciudad, y aún no a aparecido —dijo el guardia acercándose —. También llegó una carta de Berk. —Le entregó la carta a Elionor y se retiró.

Se solicita que si encuentran a Hipo Horrendo Abadejo III, de cabello café, pequeño, ojos verdes y de quince años; se lo capture y sea enviado a Berk. A causas de su traición.

Firma: Estoico el Vasto, jefe de Berk.

—¿Hipo no era el hijo de Estoico? —preguntó Fergus confundido, Elionor aasintió—. ¿Qué puede haber hecho?

—No lo sé, debe haber sido algo muy grave —contestó—; pero, ¿por qué mandan una carta aquí?, no creo que solo pueda llegar tan lejos.

—No sé, pero si lo llegáramos encontrar, tendremos que entregarlo; sino romperíamos la alianza —dijo Fergus.

Hipo salió corriendo de la cueva, seguido de Mérida. Su emoción por ver a su amigo se hacía notar, Chimuelo al verlo le saltó encima.

—¡Aléjate de él! —le gritó Mérida, al ver que el dragón se había posicionado encima de Hipo, mientras le apuntaba con su arco.

—No, no le dispares —pidió Hipo con calma, y Chimuelo le lamvió la cara, al ver esto Mérida se tranquilizó.

—¿No eran enemigos los dragones y los humanos? —preguntó Mérida con curiosidad, a la vez que guardaba su arco.

—Aún lo son —respondió Hipo con melancolía—. ¡Pero se equivocan! son criaturas tiernas y amigables. —Hipo extendió la mano a Mérida, en busca de que le dé la suya.

—¿Que vas hacer? —preguntó confundida.

—Dame tu mano. —Hipo agarró la mano de Mérida, y la acercó al dragón; al principio Chimuelo rugió, pero después se tranquilizó y apoyó su cabeza en la mano de la chica.

—Asombroso —dijo Mérida—. ¿Qué le pasó en la cola? —preguntó señalando la mencionada, a la que le faltaba un pedazo.

—Larga historia —contestó Hipo con rubor en sus mejillas y una mano en el cabello—. ¿Sabes donde hay una herrería?—preguntó.

—Sí, en la ciudad. ¿Para qué?

-—Para arreglar la cola de Chimuelo —contestó.

—Ven al castillo conmigo —ofreció, o más bien pidió, Mérida. Hipo negó con la cabeza—. ¿Por qué no? —cuestionó.

—¿Qué hago con Chimuelo?

—Lo dejamos con Angus, en los establos, nadie lo va a ver. —Sonrió la chica.

—Gracias princesa —agradeció Hipo, brindándole una sonrisa.

—No me llames princesa, llámame Mérida —pidió de forma amigable, odiaba los títulos.

—Bueno princ... Mérida. —Hipo subió a Chimuelo, aunque no pudiera volar, sí podía correr; y Mérida subió en Angus.

Dos horas después...

Wow, qué grande —dijo un sorprendido Hipo, mirando el castillo.

—Espera verlo dentro —comentó Mérida de forma divertida. Llegaron al establo, dejaron a chimuelo en la caballeriza más alejada y oscura, y salieron; al hacerlo, se encontraron con una Elionor muy enojada.

Los justicieros de dragones (mericcup)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora