Capítulo 18: Defensores.
El pueblo de Dumbroch se había reunido en la orca que había en el centro del pueblo. Últimamente ejecutaban muchas personas ahí: por tratar de hacer una rebelión, oponerse a roma o no querer pagar los impuestos.
La gente no sabía a quién iban a ejecutar. Jorge se paró en un balcón adelante de todos.
—Esta ejecución es para que sepan que la sangre real será exterminada completamente —pronunció Jorge con sentido orgullo, su voz fue acaparada por bufidos y suspiros del pueblo.
Tres guardias subieron a los trillizos a la orca, la gente miraba espantada como iban a ahorcar a tres niños. Los guardias los subieron a un banquillo y le pusieron la cuerda en el cuello.
—Todos los presentes, prestad atención, si ven a alguien de sangre real, tendrán que informar a nosotros o sino morirán junto a él —dijo y otros guardias trajeron a un hombre que los había intentado liberar—: este hombre quiso ayudarlos —vociferó con rabia.
Todo era un plan, arriba de la orca habían cinco guardias, los trillizos y el hombre. Tres de los guardias sacaron sus espadas sorprendiendo a todos, uno le corto la atadura de las manos al hombre y los otros, sin siquiera dejarlos pensar, mataron los otros dos guardias. De entre la multitud salieron dos personas con capucha vestidas de negro. Cargaron a los trillizos sacándolos hasta unos caballos donde los subieron, el resto se disperso.
Todo fue tan rápido que los guardias no pudieron hacer nada.
Los trillizos galoparon por dos horas con esa gente hasta llegar a una especie de castillo, no muy grande pero fuerte, dos personas vestidas de negro les abrieron la puerta. Entraron al castillo y los guiaron a una habitación.
—¡Bienvenidos! —dijo una mujer joven, dándoles una sonrisa cordial.
—¿Quienes son ustedes? —preguntó Harris.
—¿Porque nos salvaron? —le siguió Hamish.
—¿Donde estamos? —terminó Humbert.
La chica rió suave. Sin dudas eran los trillizos que buscaba.
—Nosotros somos los defensores. Seguimos en el reino de Dumbroch. Siempre estuvimos aquí, pero nadie sabe de nuestra existencia. Los salvamos porque tienen sangre real y queremos que entrenen aquí —dijo la Mujer aclarando todas sus dudas, y abarcando el lugar con una señal de su brazo—. Yo me llamo Catalina y soy la jefa de los Defensores.
—¿Podemos empezar? —preguntó Harris emocionado, siempre había querido que su padre le diera un entrenamiento completo sobre armas.
—Alex, muéstrale sus habitaciones y luego llévalos a entrenar —ordenó Catalina.
El mencionado se retiró con los tres.
En Berk los ataques de dragones continuaban a diario, pero un pequeño rumor de los jinetes de dragones había llegado. Estoico era muy frío con todos y sólo se enfocaba en su trabajo.
—Debe ser genial volar en dragón —dijo Brutacio divagando en su mente.
—¿Tú crees que hipo puede ser uno de ellos? —inquirió Brutilda.
—¿Hipo? Seguro está muerto —dijo Patán riendo—, no es capaz de hacer lo que hicieron esos jinetes.
—Chicos tengo que contarles algo —dijo Astrid y todos enfocaron su vista en ella—. Cuando fui a Dumbroch estaba Hipo allí, es novio de la princesa, creo —lo último lo dijo con repugnancia.
—Si es novia de Hipo debe ser espantosa —dijo Brutacio burlándose.
—Sí, de seguro que sí —dijo Astrid, no muy convencida.
En el nido ya habían llegado y Bocon y Patapez se habían sorprendido por tantos dragones, ahora todos discutían sobre qué hacer, el alfa los miraba tranquilo.
—Podríamos llevar todos los dragones para rescatar a chimuelo y vencer a los romanos —propuso Hipo.
—No podemos, ponemos en riesgo la vida de muchos y el alfa no lo permitiría —dijo Valka.
—Pero podríamos llevar algunos dragones y pelear —sugirió Grum.
—No se puede —alegó Bocon, entrando a la conversación—, los romanos tienen unas catapultas que tiran redes, como la que te pegó a ti —explicó.
—¿Entonces qué hacemos? —preguntó Hipo decepcionado, extrañaba su dragón.
El alfa salió fuera del nido mientras todos discutían, solo Mérida se percató de ello.
—Miren —dijo Mérida, pero nadie la escuchó—. ¡Cállense! —gritó y tiró una flecha adelante de todos—. Miren —repitió señalando con el dedo.
Todos miraron y vieron al alfa esperando afuera.
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Los justicieros de dragones (mericcup)
Fanfiction¿Qué pasaría si hipo se fuera de Berk antes de ser descubierto? ¿Si se encontrara con cierta chica pelirroja? ¿Podría nacer el amor? Quizás, pero no todo sería color de rosas... una traición... una obsesión... ¿Podrá su amor vencer todos los obstácu...