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—Permitame que le diga que usted es muy buena bailando —expresó lord Albansdale cuando la cuadrilla acabó.

Penelope se sonrojó terriblemente y aclaró la garganta, antes de que pudiera responder unos cuantos caballeros se acercaron a ella para presentarse y luego firmar su carnet, eso se le hizo extrañó a Albansdale, según su compinche, Bridgerton, ya estaba prometida a otros bailes.

Los caballeros se llevaron una enorme sorpresa al reconocer la voz de Penelope Featherington ¿Será posible que bajo todo eso estuviera ella? o mejor dicho, ¿será posible que todo eso sea ella y nadie se dio cuenta? ¡Qué equivocados estuvieron tanto tiempo!

Pero, solamente la observaban por estar diferente, la empezaban a notar por su belleza.  Si Penelope hubiese llegado con sus vestidos amarillos y sus peinados horribles, sería más de lo mismo hacia ella.

La señorita Featherington estaba a punto de negarse a esos bailes con la excusa de tener lleno su carnet pero, Lady Portia Featherington llegó a estropear todo.

—Vamos, vamos caballeros, firmen en el carnet de la señorita Penelope antes de que se  llene.

Y así empezó una tortura para Pen. La pobre no se sentó en toda la noche y mucho menos dispuso de tiempo para ver o pensar en Colin Bridgerton.

Todos ya estaban enterados y pensaban que Penelope Featherington, aun sin ser nueva en el mercado conyugal, podría ser un diamante de temporada.

Portia estaba orgullosa, Cressida enojada, y parte de los Bridgerton atónitos. Eloise no creía lo que veía, y aunque ella misma se dijera que no le importaba nada la vida de Penelope, en el fondo, un cosquilleo de orgullo, hacia su ex amiga, la traicionaba.

Colin no perdía de vista a Penelope, más que celoso estaba enojado o quizás estaba más celoso que enojado. Era difícil de saberlo, tenía un temperamento poco conocido y temía que estuviera saliendo a la luz.

Detestaba que esos caballeros ahora sí quisieran bailar con su amiga cuando, meses antes, se estuvieron burlando de ella. Él juro protegerla y le falló, iba reparar tal falta.

Intentó acercarse pero, Eloise lo detuvo. Colin miró a su hermana menor, pidiéndole una explicación por tal acción.

—Tuviste mucho tiempo para bailar con ella, no vengas a quitarle ahora el que ella tiene luego de haberte dedicado años.

Tal vez, habían cosas a las que él no prestaba atención por estar más en su inmadurez que en su alrededor. Eloise no había estado con Pen y no recuerda cuándo fue la última vez.

Eloise se alejó. Amaba a su madre sin embargo, no tenía ganas de estar ahí.

—¿Qué pasa, hermano? —Benedict llegó muy sonriente. Colin interpretó eso como satisfacción. Había visto bailar a su hermano con una joven de melena rubia, muy guapa y bien vestida.

—Nada, bueno, sí. Pasa algo: esa de ahí, es Pen.

—¿Qué? ¿En serio?

Benedict no podía creerlo.

—Sí. Aparentemente el campo la puso más hermosa.

—¿Más?

—¿Acaso no te parecía hermosa antes, Benedict? —Preguntó Colin a su hermano, a un paso de partirlo con su mirada que parecía un taladro.

—Sabes bien que para mí no hay joven fea, solo hay distintos tipos de belleza que uno debe apreciar. Repliqué con "más" porque no era consiente de que tú pensaras así de nuestra amiga.

—No soy un ciego, hermano —contestó ofendido el tercero de los hermanos.

—Pues, parece que nuestra amiga Penelope ya está teniendo lo que merece, y lo que toda señorita debería tener: atención. Al menos, para ti ella siempre resaltó ¿no?

Colin bebió de su trago mientras veía a Pen bailar con el señor Albansdale por cuarta vez.

—Desde el primer momento —susurró Colin.

Podía ser que aquellos caballeros miraran a Pen por fuera pero, solo él podía decir, con orgullo, que había disfrutado de la Penelope graciosa e inteligente.

Le estallaba la cabeza y ya tenía que dar por hecho que sería su peor noche.

Kate y Anthony eran unos anfitriones maravillosos, la fiesta de Violet fue una exquisita reunión, como un bocadillo extravagante antes del inicio de temporada.

La gente comenzaba a retirarse, Colin corrió en cuanto reparó a las Featherington yéndose. Portia con una cara de satisfacción.

—¡Pen!

La mencionada volteó a verlo.

Suspiró frustrada, de verdad no quería perder los estribos pero Colin ya comenzaba a fastidiar.

No quería estar cerca de él, nadie podía perdonar tan fácilmente el comportamiento que tuvo. Sus intenciones tampoco eran de hacerlo.

—Señor Bridgerton —dijo Portia, deseaba conseguir maridos para Prudence y Penelope pero ya estaba cansada —. Si quiere una entrevista con Penelope, vaya mañana a acasa a la hora del té.

Por primera vez, se sintió complacido con Lady Portia Featherington.

—¡De acuerdo!

—Mamá.

—Chi, calla niña —le susurró su madre. Ja, quién diría que Penelope había atraído más caballeros que Lady Crane en su debut.

Colin ofreció su compañía hasta la casa que quedaba frente a la suya. Le ofreció, con gran ilusión, el brazo a Pen y esta obligada por la madre, lo tomó.

Cuando la puerta fue abierta por el mayordomo, Colin retuvo a Pen, sin importar lo escandaloso que fuera si lo vieran con ella al pie de su puerta a la media noche.

—Pen...

Penelope se quitó la máscara de antifaz. Su rostro brillaba debido a la escarcha y sus preciosos ojos tenían un tono azul muy precioso.

—Colin, si alguna vez, de verdad te consideraste mi amigo, por un mísero segundo, no vengas mañana.

—¿Por qué? —increpó no muy contento el mayor.

Pen tenía que resistir, mantener su muro de orgullo.

—No quiero verte, no deseo estar cerca de ti, no me hace feliz tu compañía.

Se detuvo a respirar. Quería soltar muchas cosas pero, aun mejor era demostrar que ella estaba bien y estaría mejor.

—Estoy feliz, muy feliz —no mentía, no mucho —. ¿Y sabes por qué? Porque no tengo mentirosos y farsantes a mi alrededor.

—Pen, si me dejaras explicarme.

—No hay nada que explicar, no dijiste nada que no sintieras. En fin, qué gusto verte.

Tiro de la puerta y sin querer, la cerró en las narices del señor Bridgerton. Ella se sentía feliz, con Colin o sin él, lo era.

Cortejando A Penelope Featherington Donde viven las historias. Descúbrelo ahora