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Entonces, lady Whistledown es...

Antes de que su mente pudiera unir los pocos cabos que quedaban, la voz de Albansdale lo Interrumpió bruscamente.

Bridgerton puso los ojos en blanco y le pidió a Mondrich otro trago. Albansdale asumió que esa puesta de ojos blancos lo invitaban a sentarse.

—Creí que estaría ocupado con su pretencioso cortejo hacia Penelope Featherington —murmuró Colin, dando a entender cuánto le molestaban sus acciones.

Lord Albansdale formuló una sonrisa socarrona.

—He de admitir que me sorprende su actitud mordaz, parecen celos y no los entiendo, después de todo, usted dejó en claro, ante varios caballeros, que jamás iba a cortejar a una dama como Penelope.

Colin casi quebró el vaso de cristal entre sus manos, se lleno de tanta irá.

—Se ha de preguntar cómo lo sé, pues, es un cotilleo entre caballeros cuando se menciona el nombre de la señorita Featherington; casi nadie hablaba de ella y ahora, la única vez que pasa, solo es para reírse a sus anchas —no es de sorprenderse que lord Albansdale sepa muy bien la reputación que respalda a Penelope —. Bravo, Bridgerton, consiguió que, de pasar a la invisible ante los caballeros, fuera la burla.

Colin sabía que esa acción lo iba perseguir hasta su tumba. Se sentía tan arrepentido, más ahora que algunos sentimientos, dentro, buscaban la luz.

—Y no contento, declaró que no se querría casar con ella, de una manera tan poco amable.

Lord Albansdale se puso de pie, mientras Colin meditaba con la cabeza gacha.

—Yo...

—No diga nada, pensé que usted era un caballero, uno interesante pero, veo que es el único de sus hermanos que solo funciona como una pelota que va de aquí para allá.

El señor Bridgerton cerró los ojos, no era mentira eso que decía Albansdale, últimamente se preguntaba qué más necesitaba, qué objetivo tenía en la vida. Le encantaba viajar, eso no lo negaba, sin embargo, la última vez que lo hizo, no se sintió tan lleno, ¿lo hacía para huir y buscar un propósito?

Benedict era artista, pese a que se había salido de la academia por culpa de Anthony, Anthony era un vizconde, una cabeza de familia y un hombre excelente en los negocios.

Daphne era duquesa, Eloise, bueno, sabía que tenía la capacidad de hacer lo que se propusiera. Frannie pronto encontraría su objetivo, y no le sorprendería que sus hermanos menores lo fueran a superar antes de que él siquiera descubriera lo que lo motivaba.

Lord Albansdale dejó un gran sufrimiento en Colin, al recordar que Penelope era y siempre sería la burla de los caballeros gracias a su impertinente comentario.

Llegó a casa, a media noche, se quitó la chaqueta y quedó en su habitual chaleco. Se
acostó en el sillón y...

—Tenemos que hablar.

Violet encendió la luz de la esquina. Estaba en ropa de noche, con su cabello trenzado. Viendo seriamente el estado de su hijo.

Colin se incorporó para sentarse, jugaba con sus manos al tiempo que escrutaba la expresión de su madre.

—Madre... —quiso decir asustado.

Su mirada lo detuvo, realmente lo paralizó.

—¿Por qué, Colin?

Reconocía que sus hijos no eran perfectos, nadie lo era, no obstante, el comportamiento de Colin merecía ser, no notable, sino reprendido.

¡No era posible que se hubiese tomado esas atribuciones y exponer a una señorita así, de esa forma tan bochornosa!

—Estoy arrepentido.

—Eso no basta, ¿y si Penelope nunca logra casarse por tus palabras? Porque puede llegar a pasar, y necesito que entiendas las gravedad de tus declaraciones.

—Si no se casa no es por mi culpa...

—¡Colin Bridgerton!

—... sino por los caballeros que no saben apreciar a una buena mujer.

Violet se sintió sensible.

—¿Te has puesto a pensar que tal vez tú eres parte de esos caballeros?

—¿De cuáles?

—De los que no saben apreciar a una buena mujer.

—Mamá yo soy su amigo.

Violet se puso de pie. Lo quedó mirando.

—¿Un amigo, de buena familia y de honor, besa a sus amigas? ¿Mancilla su inocencia en una biblioteca?

Colin estaba petrificado, se puso de pie.

—Madre...

El semblante de la ex vizcondesa daba miedo.

—Espero y hagas lo que un Bridgerton haría al comprometer de esa forma a una señorita de sociedad.

Colin se quedó pensativo, hasta que entendió lo que su madre decía.

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Penelope no sabía qué iba hacer, ¿cómo seguiría con su trabajo si ya era un manjar para los hambrientos? No pudo cerrar un ojos en toda la noche, tampoco logró obtener una idea para seguir con su farsa.

¿Iba ser el fin de lady Whistledown? En el fondo, tal vez no le tenía miedo a la reina, quizás hasta pensaba que ella se había encaprichado en descubrir su identidad solo por demostrar su autoridad, sin embargo también significaba castigo, deshonra y desgracia.

A la mañana siguiente, Colin Bridgerton apareció antes de la hora del desayuno. Ella no bajo a recibirlo, no tenía cara, ella no debía sentirse avergonzada porque después de todo, él fue quien la besó y por lástima, aunque le haya dicho lo contrario.

El señor Bridgerton dejó unas flores, y todos los días que transcurrieron antes del inicio de la temporada, visitó la mansión Featherington, sin éxito, porque no volvió a ver a Penelope.

Necesitaba recuperar su amistad, empezar de nuevo con ella, conocerla más de lo que él mismo creía que lo hacía.

.
.
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Francesca Bridgerton sonreía al ser besada en la frente por su majestad, mientras una Violet, muy orgullosa, seguía inclinada a modo de respeto, casi con una lágrima cayendo por su mejilla.

El diamante de la temporada volvía a estar bajo el techo de los Bridgerton; es necesario mencionar que la reina quería llevar la contraria a Lady Whistledown, pero, sus opciones no eran tan convincentes hasta que la señorita Francesca apareció, fue inevitable, tenía todo para ser nombrada como la incomparable.

Toda la familia se sentía orgullosa por Frannie, ella, más que la elegancia natural proveniente de su estirpe, poseía, acorde a su personalidad y destreza, una exquisita imagen y unos modos, que, honestamente, resaltaban estando cerca de todos.

—¡Espero que Lady Whistledown haga una columna completa solo por ti! —exclamó Violet cuando ayudaba a cambiar a su hija.

—¡Ay, madre, es lo de menos! —murmuró Frannie, contenta.

—¡Los vestidos llegaron! —entró diciendo la doncella del diamante, con una sonrisa y otras doncellas a su lado, las cuales cargaban las finas prendas.

Madame Delacroix había hecho un trabajo sorprendente hacia el vestido de la impecable. Francesca iba por todo lo alto, y ella anhelaba encontrar el amor.

Lo que ella no sabía era que, tendría dos amores. Distintos por supuesto, y en diferentes tiempos.

Benedict seguía ansioso, no pudo reconocer a ninguna debutante como aquella con la que bailó. Esperaba, esa noche, poder encontrarla y reconocerla. No podía dejar ir lo que esa señorita causaba en él.

Colin por su parte, se sentía muy emocionado por ver a Penelope.

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Espero estén muy bien, mis queridos lectores 😍🦋🐝💙💛

Cortejando A Penelope Featherington Donde viven las historias. Descúbrelo ahora