Todo estaba a su favor: las luces, la ubicación de los invitados e incluso la música. Su familia entró primero y ella, sin intención de que sucediera a propósito, quedó al último.
Entró al gran salón y las personas se quedaron calladas por instinto. Algo grande estaba sucediendo y sus sentidos los obligaban a parar el cotilleo.
El triunfo de Penelope Featherington sucedía y solo una persona se daba cuenta. Como si fuera un príncipe, de cuento de ada, se quedó al final del salón entre la dos líneas que formaba la sociedad. Llevaba su mejor traje y peinado, el corazón le latía con fuerza y las yemas de los dedos le suplicaban buscar el contacto humano de su querida amiga.
Poco a poco, sus labios se fueron abriendo, las fibras de su cuerpo le reclamaban y manifestaban un cosquilleo agudo, y pesado, por cada particula que recorría por sus venas.
No deseaba que sus ojos se empañaran, que lo retaran a un duelo si se perdía cada segundo de lo que vivía en esos momentos. Penelope venía con el mentón en alto, los ojos muy abiertos y la belleza cayendo una y otra vez por donde pasaba.
Por primera vez, en todo el tiempo que la conocía, escrutaba sus mejillas de manera placentera, su figura curvilínea y su pelo, oh Dios, ¿cómo se vería con esa melena suelta cayendo por su espalda? O mejor, ¿cómo se sentiría soltarla él mismo?
Casi un año. Buen Dios, había pasado casi un año desde la última vez que apreció a Penelope y ya había olvidado cómo era ella de cerca.
Se sentía fatal ¿siempre fue así de guapa y elegante? Buen Dios, el azul causaba algo inexplicable sobre su amiga.
Todos veían con adulación a la señorita que creían nueva entre ellos. Los caballeros deseaban acercarse, las señoritas se sentían frustradas.
El cotilleo intrigante empezó cuando Penelope terminó su recorrido, los grupos comenzaron a formarse. La máscara de Colin era negra, simple, pero le daba un toque, el que poseía cualquier Bridgerton: carismático.
Evidentemente, nadie podía creer que aquella fuera Penelope o más bien eran tan estúpidos que no se daban cuenta.
Lo admitía, admitía que esperaba verla esa noche. Pues, extrañaba aquella mirada llena de devoción, esos ojos, que, muy a su pesar, no recordaba el color. Le hacía falta esa voz alentadora y alegre y sobre todo, esa sensación que le nacía cuando Penelope estaba cerca, lo que más anhelaba.
-¿De quién se tratará esa bella dama? -preguntó lord Albansdale.
Era un hombre de figura corpulenta, muy parecido y de buena cuna. Había llegado hace unos días a Londres con la intención de quedarse a encontrar una buena mujer cuando iniciara la temporada.
Se había hecho muy amigo del señor Bridgerton en el club de Mondrich y este lo invitó a pasar una velada espectacular esa noche.
-Creo que está prometida a todos los bailes -le advirtió Colin enseguida. Sin darse cuenta del por qué.
Tampoco entendía por qué sus manos estaban hechas puños cuando vio al Barón mirando tan embobado a su amiga. ¡No era posible que ahora todas las miradas fueran para ella, con la suya debía bastarle a Pen!
-Bueno, ella decidirá eso -y con eso último, el Barón desapareció de su lado. Colin se sintió tan expuesto ante sus gestos, que su madre se acercó a él.
-Querido, ¿qué te tiene tan mortificado? -preguntó la cumpleañera, disimulando con sonrisas y saludos.
-Eso -Colin alzó una ceja mientras veía al Barón besarle la mano a Pen.
¡Era imperdonable, por amor a Dios! ¡Casi un año sin verse y lo primero que hacía Pen era prestar sus atenciones a otro!
-Ella...
ESTÁS LEYENDO
Cortejando A Penelope Featherington
Fiksi PenggemarPenelope está dispuesta a mejorar su apariencia sin importarle la opinión de nadie ¿Qué pasará cuando Colin la vuelva a ver luego de haber sido evitado durante casi un año? -¿Me permites un baile, Pen? -No, señor Bridgerton, no vaya hacer que sus a...