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—¡Madre, madre! —llegó Hyacinth casi sin poder respirar.

Los presentes la voltearon a ver muy preocupados, por la inusual interrupción.

—¡Hyacinth, ¿estás bien?! —Anthony revisó a su pequeña hermana, Kate se acercaba a ellos.

—¡Yo sí, Penelope no, está muy mal, está pálida y casi se desvanece!

Eloise dejó caer la copa de cristal que estaba entre sus dedos y corrió antes de que cualquiera pudiera reaccionar. Luego del anuncio de los lacayos,  ella se había quedado  congelada y el aviso de que su mejor amiga estaba mal había sido lo único que la había despertado.

Violet y Anthony corrieron detrás de Eloise, el segundo le ordenó a Kate que no corriera, sería peligroso para su condición.

—Pen, cálmate, ya mande a traer a mi habitación unas hojas que te harán reaccionar, las conseguí en mi viaje a Grecia y...

—¡Ya deja de hablar de eso y concéntrate! —rogó Benedict, alterado.

Estaba al otro lado de la silla, sosteniendo el brazo de Penelope. Colin lo miró mal y le apartó los brazos de ella, no era correcto que la estuviera tocando, aunque no fuera nada indecoroso.

—¡Penelope! —gritó Eloise apartando todo lo que le estorbaba. Se inclinó y, sin querer, apartó a Colin.

—Oye...

—¿Enviaron por agua?

—Colin envió una doncella por unas hojas...

—¿Acaso son tan estúpidos como suponía? ¡Madre, que vayan por agua! —exclamó Eloise al ver a su madre. Violet le dijo a Anthony y este se devolvió.

Eloise estaba siendo muy práctica y ligera. Violet tuvo un poquito de tiempo para sentirse orgullosa.

Se acercó a Penelope, la señorita todavía no podía reaccionar muy bien, su mente trabajaba con lentitud y su cuerpo se sentía tan ajeno a las peticiones de su cerebro.

Violet se inclinó y alzó el rostro de la chiquilla. Muy lívida y tan alejada de su alrededor. Se preocupó bastante.

Penelope no se veía nada bien, era fuerte pero, había que entender que no por eso íbamos a recibir las cosas de la mejor forma.

—Manden a llamar a Portia y al doctor —pidió. Violet llamaba a Penelope, en vano porque la señorita Featherington no podía responder.

Buen Dios, ¿qué haré?

¿Y si el señor de la editorial me revela?

¿Y si alguien me ha visto y ha estado esperando este momento? Definitivamente la reina me guarda rencor y capaz me expulsa del país y me envía a Estados Unidos o a un lugar más desconocido.

Esos pensamientos tenían tan ocupada a Penelope que no se dio cuenta cuando Colin la tomó en sus brazos y la depositó en el sofá de la biblioteca.

El señor Bridgerton se sentía muy mal y la impotencia que resguardaba saldría a la luz en cualquier momento.

—Pero, ¿qué fue la que la dejó así? —discutió Kate un rato después.

Eloise tragó saliva.

—Bueno, se puso así cuando yo vine a decir lo del anuncio de la reina y... —Hyacinth analizaba.

—¡Es que ya se sentía mal! —Interrumpió Eloise, riéndose nerviosa —. Sí, hoy nos hemos escrito y dijo que, aunque le doliera la... cabeza, vendría por complacer a Anthony.

Cortejando A Penelope Featherington Donde viven las historias. Descúbrelo ahora