4

6.2K 397 28
                                    

A donde va uno, van todos...

Portia recordó muy bien las palabras que le dijeron en la primer temporada de sus hijas, cuando todos tenían el ojo puesto en Marina, actualmente: Lady Crane, a la ves que veía a su hija Penelope rodeada de buenos caballeros.

No solo el señor Bridgerton fue honrado por semejante invitación al siguiente día, sino cinco o seis caballeros más, para deleite de Portia y disgusto de Penelope, quien necesitaba ir a dejar el borrador para el próximo panfleto de L. W.

Generalmente, prefería viajar de noche pero, no podría escaparse debido a la invitación a cenar que le hizo su madre a lord Albansdale para ese día.

Bueno, ya comprendía un poco a los Bridgerton cuando se quejaban de Lady Violet convertida en una madre en busca de matrimonios.

Madame Delacroix le envió algunos vestidos a Penelope, los suficientes para cambiar todo su ajuar de siempre.

Ese día, por la tarde y antes de que llegasen los invitados a la comida. Penelope, con ayuda de su doncella, eligió un vestido azul celeste, con un diseño de ramas sobre el pecho. Penelope Featherington y los colores, en tonos no muy fuertes, se llevaban bien.

La doncella le hizo una trenza con una cascada de pelo arremetida sobre una liga, dejando hebras caer hasta sus mejillas. Se veía más guapa que ayer, y no se debía a su vestido, ni siquiera al peinado, sino a la alegría que cargaba su espíritu.

Se sentía muy bien, nunca creyó que de verdad pasara eso: amarse a si misma por sobre todas las cosas.

Ella era su prioridad.

Suspiró, y se miró en el espejo.

—Ojalá pudieras verme, El.

Extrañaba a Eloise, probablemente le dolía más no estar con ella que lo que le causó las declaraciones explícitas de Colin Bridgerton; tal vez hubieron más alternativas pero ninguna se le ocurrió en el momento que supo que su alma gemela estaba en peligro. Ella solo actúo con buena fe o quizás debió entregarse a la reina.

Aunque, si lo pensaba bien, ese escándalo no duro mucho, pues Kate y Anthony sin querer ocasionaron otro más fuerte y la atención de Eloise se desvío hacia ellos.

—¡Penelope! —gritó su madre desde el pie de las escaleras.

La señorita Featherington salió y corrió hasta llegar con ella.

—¿Qué pasa?

—¿Ya estás? Ya empezarán a llegar los pretendientes —suspiró —; todavía no entiendo cómo ese color te dio más oportunidad que mi buena elección —. Portia era todo un caso, pero uno inteligente.

Penelope esbozó una sonrisa. Aveces, solo se necesitaba oír algo gracioso para mejorar tu día.

—Es que, tal vez mi complexión este resuelta a estos colores que a los tuyos, madre.

Varley se acercó a su Lady y le avisó que ya habían tres o cuatro caballeros en la puerta. Con flores, chocolates, y otros obsequios.

Penelope se preparó.

.
.
.

—¡Lo veo y todavía no lo creo, al fin!

—¡Hyacinth! —reprendió Kate a su hermana al verla pegada con descaro en la ventana.

—¿Qué? No me quites la oportunidad de verme esto, hermana.

—¿Qué miras, Hyacinth? —preguntó Gregory con interés. Estaba a nada de tomar la coleta de su hermana para causarle dolor.

Cortejando A Penelope Featherington Donde viven las historias. Descúbrelo ahora