Los tonos azules seguían haciendo maravillas en Penelope, aparte de su belleza natural. El vestido por el que optó esa noche era de seda en azul maya. El cabello iba hecho en una trenza de cascada, recogida en un moño, una peineta, con pequeños diamantes amarillos, sobresalía en medio de la cabeza; apesar de todo, quería mostrarle a su madre que un poquito de ella iba en su apariencia, para que esta no se sintiera tan infeliz por los nuevos gustos de su hija.
La señorita Featherington no quería abandonar su casa, no deseaba salir por el miedo de ser reconocida por alguien que la haya visto cerca de la imprenta, no obstante, no había remedio, con su madre no lo había.
—¡Te ves preciosa! —dijo Felicity Featherington entrando a la habitación de su prima.
Penelope se dio la vuelta y le sonrío. Su prima la hacía sentir muy bien, ella era un pan de Dios y un alma cariñosa, siempre queriendo estar al lado de Penelope sin ningún interés de por medio.
A Pen le fascinaba ser querida con honestidad y ser escuchada con intriga, no era usual que alguien sintiera algo por ella.
—Gracias Felicity, tú también te ves preciosa, el verde hace que se te resalten los ojos.
Felicity Featherington era una chiquilla muy guapa, a sus quince años, su belleza deslumbraba a muchas personas, Portia deseaba ser quien la presentara en sociedad el año entrante, para tener, por fin, un diamante bajo su techo, creía en la capacidad de su sobrina para destacar y eso aumentaba su actitud presumida.
—¡Gracias a Dios que la tía Portia te hizo caso y me dejó elegir mi vestuario, no podría llevar amarillo u otro color horrible! ¡Ay, lo siento!
Penelope sonrió.
—No te preocupes, sé que es horrible y si a ella le gusta tanto vestir así, que lo haga, sin obligarnos, claro.
Felicity tomó del brazo a su prima con orgullo y ambas bajaron las escaleras al tiempo que reían.
La señorita Felicity Featherington había llegado no hace muchas horas y como comentó Portia, estaría a tiempo para el primer baile de la temporada, y era de esperarse que no se oyeran protestas de su parte para asistir por su enérgico espíritu.
—¡Vamos, vamos, es tarde! —regañó Portia cuando las veía caminar con paciencia.
Frannie dio una entrada espectacular, del brazo de Kate y Anthony, quiénes la acompañaban.
Ese mismo día, por la mañana, como era de esperarse, quien la presentaría en sociedad sería la vizcondesa de Anthony Bridgerton, Kate, pero, al sentirse un poco mareada, no logró salir de la cama sin perder el equilibrio.
En las siguientes horas se empezó a sentir mucho mejor, gracias al médico y a los remedios caseros de la señora Wilson, insistió tanto en asistir al baile y apoyar a Francesca, que no hubo tanta objeción por parte de su esposo.
Todos los caballeros quedaron embobados a través de la forma en que iba arreglada el diamante y su manera de caminar sin parecer petulante, ganando una selección merecedora de adulación.
Anthony casi hace las cosas difíciles para su hermana porque, de no ser por Kate, el vizconde habría negado a todos los que estaban dispuestos a firmar el carnet de su hermanita, su bella Francesca.
Cuando Kate pudo alejar un momento a su esposo, llegó un joven muy apuesto, de mirada encantadora y sonrisa perfecta.
Hizo una reverencia, Frannie, inmediatamente, se sintió atraída por él, y no solo por su físico, sino por su alma que buscaba la suya.
—John Stirling, conde de Kilmartin, es un verdadero privilegio conocerla.
Francesca Bridgerton grabó ese nombre en la primer cara de su corazón.
—Francesca Bridgerton.
Y así, empezó la primer historia de amor de la temporada.
Las Featherington llegaron a tiempo, antes de que se formara la primera cuadrilla. Entraron con Portia llevando a su sobrina, Prudence y Penelope entrelazando los brazos.
La hermana mayor de Penelope sabía que mientras ella estuviera guapa, a los ojos de los caballeros, tendría oportunidades. Al fin y al cabo, ella también quería que la miraran y tener pretendientes, era una pena no haber conseguido una sola mirada en las dos temporadas anteriores.
Era guapa, como se mencionó, pero esos vestidos... Penelope tenía un plan y la ayudaría a cambiar su imagen, aunque su madre se interpusiera.
Quería a su hermana, quería que sintiera todas las experiencias bonitas que por años anhelo y al fin tenía, necesitaba compartir con Prudence.
Tomaron tarjetas de carnet y unos cuantos caballeros se acercaron, incluidos lord Fife. Penelope se percató de eso, y cuando intentó firmar, ella apartó el cartón.
—Oh, lord Fife, no creo que usted quiera saber cuánto de interesante pueda verse un baile conmigo, no hay que permitir que nos vean juntos para que después no lo cuestionen como usted al señor Bridgerton, ¿verdad?
Dicho eso, se fue con Prudence al otro lado de la pista.
—¡Qué tonta eres, Penelope, es lord Fife! —reprochó Prudence.
—¿Y? Prefiero mil veces bailar con nuestro cochero, me sentiría mejor con él que con otro caballero de aquí.
En ese momento, ambas damas, encontraron al señor Bridgerton. Colin vestía uno de sus mejores trajes y sonreía de oreja a oreja.
—¡Pen! —saludó.
Penelope se sonrojó.
—Colin —dijo, haciendo una reverencia ligera que explicara su apuro por marcharse de ahí.
Prudence se soltó de su hermana cuando fue sorprendida por un hombre, de esos que llegan a la ciudad en busca de una esposa, que le pedía firmar su carnet.
—¿Cómo estás?
Las miraditas de Colin Bridgerton, hacia Penelope, no cambiarían nunca, solo iban a evolucionar. ¡Cuántos destellos cruzaban por esos ojos!
—Bien, eh, tengo apuro, ¿sabes? Necesito...
Colin se sorprendió al tenderle la mano.
—Bailemos.
—No.
Pinchazo en su orgullo, pero más en su corazón.
—Penelope, por favor, déjame hacer...
La señorita Featherington suspiró cansada.
—Tú y yo sabemos que estás detrás de mi por tu consciencia y honor, calma, no sucedió nada indecoroso y no es como que a mí me interese hacer de las mías para atraparte. Y, no busques arreglar tus declaraciones, para eso no hay... Solo déjalo.
—Penelope, por amor a Dios —susurró exasperado Colin. Esa mujer lo sacaba de quicio.
—Mira, Colin, si ya estás tan cansado de andar detrás de mí, solo date la vuelta, porque yo sí estoy cansada de verte.
Había estado tantos días tan sonriente por los besos alocados de Colin, por la forma en la que la tomó, por su manera de enloquecer su cuerpo, hasta que volvió a la realidad y se dio cuenta de que todo era para buscar un perdón o quizá, ni eso.
En un acto desesperado, él tomó sus manos.
—Quédate.
—Pero...
—Quédate —suplicó con los ojos más desesperados que jamás nadie habría podido imitar.
Ella asintió en un momento de debilidad, él le sonrío, tenía tantas ganas de llevársela a un lugar para abrazarla y volver a besarla. Era un deseo descontrolado.
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Lo siento si no actualicé más de un capítulo por el día pero, hoy era mi descanso jeje, debía aprovecharlo.
Como siempre, es un placer💛💙🦋🐝
Por cierto, hoy volví a ver la serie y, ¿no les parece tan gracioso cuando Portia encuentra a Prudence y lord Featherington? Ja, ja, su forma tan exagerada de actuar para atraparlo y la cara de felicidad de Prudence y la alegría que transmitía; espero y ella también pueda recibir, en la t3, una propuesta de matrimonio como en el libro que ya estaba casada💙💛
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Cortejando A Penelope Featherington
FanfictionPenelope está dispuesta a mejorar su apariencia sin importarle la opinión de nadie ¿Qué pasará cuando Colin la vuelva a ver luego de haber sido evitado durante casi un año? -¿Me permites un baile, Pen? -No, señor Bridgerton, no vaya hacer que sus a...