CUMPLIR CON EL DEBER

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El reino de YunMeng era un territorio cálido casi todo el año, los ríos y lagos abundaban en su superficie  con exuberante vegetación, grandes y bulliciosos mercados con toda clase de especias y cachivaches se extendían en cada aldea y ciudad. Sin duda un país próspero y alegre con calles empedradas y gente amable. Sin embargo, todos su alegres habitantes eran temibles guerreros.

No importaba la casta, ni el status social; cada uno de ellos era formado en las artes de la guerra desde su más tierna edad. Quizás era por eso que podía percibirse tanta armonía; eran fuertes, por ello no necesitaban crear rencillas, preferían una vida pacífica, alegre y bulliciosa.

Y en el corazón del reino, en medio de un gran lago de aguas cristalinas adornado con flores de loto que perfumaban el ambiente, se erguía majestuoso el palacio del Muelle de Loto, hogar de la familia real. El castillo negro estaba cubierto por detalles en oro,  plata y amatistas. Lo último en honor de la reina consorte, una guerrera temible, madre estricta y gobernante justa.

El rey Jiang FengMian era un Alpha de carácter suave y tranquilo, lo contrario a su reina; Madame Yu era una Omega imponente y orgullosa. Su temperamento hacía un marcado contraste con el de su hija, la princesa heredera Jiang YanLi, una bonita beta de carácter amable y gentil. Y por último, el menor de la dinastía; el príncipe Jiang WanYin, un Omega cuyo rostro no era conocido por nadie, pero, aún así, su porte orgulloso y grácil no era desconocido en lo absoluto. Se decía que había heredado la belleza demoniaca e imponente de su madre que otrora fuera conocida como la Omega más hermosa del reino.

Pero, la paz se vió interrumpida cuando  el ejército del Imperio Lan llegó por primera vez a las fronteras de YunMeng.

Un imperio vasto regido desde la antigüedad por la dinastía Lan, el trono ahora estaba bajo el cuidado del regente; el tío del futuro emperador. Sin embargo, en el primer enfrentamiento, las tropas imperiales fueron derrotadas por el ejército nativo aún cuando los superaban en número.

La guerra se extendió por seis largos años, cada parte tuvo  perdidas importantes y, al final, la destrucción fue tan grande  que el imperio Lan y el reino de YunMeng optaron por mantener la paz mediante un matrimonio político.

Un acuerdo en el que uno de los hijos del rey de YunMeng pasaría a ser consorte del futuro emperador, Lan WangJi, el único candidato al trono del Imperio  tras la muerte de su alteza, el príncipe heredero Lan XiChen. Su tío, el regente  Lan QiRen, fue el encargado de las negociaciones, y al final, el elegido fué el príncipe, pues la princesa estaba destinada al trono de los nueve pétalos.

Un Omega que se decía era el más hermoso del continente, cuya belleza era capaz de destruir países completos y hundir imperios, aunque, hasta el momento nadie le había visto, pues si bien salía en los desfiles y procesiones reales, siempre iba cubierto por un velo purpúreo que impedía que los habitantes pudiesen ver su rostro.

Así que en esa cálida tarde de invierno, bajo la tenue luz de las lámparas, en el palacio del muelle de loto, el Alpha Jiang FengMian se encontraba sentado en el trono de los nueve pétalos al lado de su reina, la temible Omega Madame Yu.

— Jiang WanYin, hemos llegado a un acuerdo con el imperio, la paz es un hecho. — su mirada acerada se posó sobre el Omega que se encontraba parado en medio del salón con el cuerpo rígido. — como príncipe, tu deber es para con este reino.

— Lo sé su majestad.— el Omega levantó la mirada que hasta ese momento había mantenido baja haciendo visibles esos ojos que contenían una chispa de ferocidad y cerró fuertemente los puños. Presentía que una gran tormenta se avecinaba.

— Hemos sellado la paz con el Imperio mediante un matrimonio político. — hizo una pausa antes de concretar su sentencia —fuiste elegido para contraer nupcias con su alteza Lan WangJi como su consorte y futura emperatriz.

El silencio era tal que incluso se podía escuchar la respiración de los presentes. Jiang WanYin frunció el ceño claramente molesto, sin embargo, sabía que no había manera de poder negarse. Suspiró levemente tratando de relajar su caótica mente.
— Lo entiendo su majestad.

— Dentro de unos días partirás hacia el imperio.— fue  lo último que escuchó Jiang WanYin al salir por las puertas del palacio.

En el campo de entrenamiento privado de la familia real, amparada bajo la lluvia y los fuertes truenos, la silueta de un joven furibundo que empuñaba una espada blandiéndola con saña era iluminada tétricamente por los relámpagos que impetuosos surcaban el firmamento. Aún exudando una aura asesina, oscura y fría sus movimientos eran tan gráciles cómo letales.

Una hermosa danza mortal.

Su cuerpo tenso se movió una y otra vez cortando con furia las gotas de lluvia, creando un círculo seco a su alrededor, tal era su velocidad. Perdió la noción del tiempo que estuvo fuera bajo la inclemente lluvia.

Casi al alba, cuando los primeros rayos solares comenzaban a asomarse perezosamente Jiang Cheng entró a sus aposentos con el cuerpo empapado y los músculos adoloridos. Sin embargo, grande fue  su sorpresa al encontrarse ahí a su madre.

— Jiang WanYin, príncipe de YunMeng, siéntate a mi lado — ordenó palmeando la superficie de la cama que hasta ese momento había permanecido en perfecto orden.

Con la velocidad de un caracol, el joven Omega se acercó de mala gana a su madre. — ¿Por qué estás aquí? — su característico ceño fruncido se marcó de inmediato.

— Jiang WanYin, sé que estás enojado por la decisión de tu padre, te pido por favor que te calmes y pienses las cosas. — su mano delgada se posó en el brazo del joven— hijo mío, tú conoces la situación de nuestro reino, la guerra ha durado ya bastante tiempo. Es momento de darle un final pacífico. Considera la situación por la que estamos pasando.

Una risa burlona emergió de las profundidades de su garganta; las penetrantes pupilas la miraron desdeñosas sin poder ocultar el enojo que carcomía sus entrañas.
—Tú lo has dicho madre, yo conozco mejor que nadie la situación de nuestro reino. He estado por seis años al frente del ejército, he derramado mi sangre y la de mis enemigos en los campos de batalla, he visto morir a los valientes soldados y los he enterrado con mis propias manos, los he visto sangrar, derramar lágrimas y vendar en silencio sus heridas. Por seis años madre, por seis años he dirigido nuestro ejército, celebrando las victorias y llorando las derrotas, los he conducido a la batalla una y otra vez día y noche bajo el implacable sol y la inclemencia de la lluvia.  ¿Y ahora vienes y me dices que considere la situación? Es absurdo.—  se levantó de la cama y se paró frente a la ventana, el viento  matutino revolvió ligeramente sus negros cabellos y giró con gracia sobre su eje. Los primeros rayos solares asomándose entre las montañas envolvieron su figura. —No te preocupes madre, dile a su majestad que no tiene nada de qué preocuparse. El príncipe cumplirá con su deber. — Su voz sonó más fría de lo habitual, tomó su espada y se marchó con su habitual andar firme y ligero de su habitación directamente al establo.

Yu ZiYuan se quedó perpleja por unos minutos, al mirar el sol envolviendo el cuerpo de su hijo le pareció estar contemplando a una criatura celestial o a una deuda bondadosa, sin embargo, esos ojos que parecían escudriñar su alma  refulgían con ferocidad y saña, eran como los de un dios vengativo del averno.

Por un momento, perdida en su estupor, olvidó que ese era su propio cachorro.
Cuando salió de su ensimismamiento, Jiang WanYin ya se había marchado.

A medio día, el sol alumbraba glorioso en el cenit, las tropas de YunMeng andaban de un lado a otro holgazaneando por el campamento con el sudor bañando su rostro. Hacía una semana que les había llegado un mensajero con una oferta de tregua entre ambos ejércitos; fue  cuando su general se marchó hacia el palacio, por eso ahora esperaban ansiosamente su llegada.

El sonido de cascos de caballo resonó por los caminos, el vigía en la atalaya de la fortaleza ordenó a voces abrir las puertas de par en par. Una figura se hizo visible, seguida de algunas más detrás suyo.

Su general había regresado.

Por las puertas pesadas de hierro, a lomos de un enorme animal cuyo negro pelaje refulgía bajo el sol, un hombre de porte orgulloso con el rostro  cubierto por una máscara plateada con intrincados detalles de lotos y aves hizo su aparición, detrás  avanzaba su escolta en perfecta formación.

Las tropas se reunieron por pelotones delante suyo con prisa y en perfecto orden.

El corcel negro relinchó orgullosamente haciendo una cabriola;  el  jinete movió ligeramente su cuerpo siguiendo el movimiento del caballo. — ¡Valientes soldados de YunMeng! — la voz clara y aguerrida se escuchó claramente por todo el campamento — ¡Finalmente he vuelto! ¡Las noticias son propicias para todos los que valientemente han luchado en esta ardua guerra! ¡La paz está sellada! Mañana mismo podrán regresar a sus casas y abrazar a su familia. — se paseó al frente de las filas del ejército. — ¡Esta tarde, organizaremos una ceremonia en memoria de nuestros compañeros caídos! ¡Despidámoslos con honor y gloria!.

Las tropas sacudieron sus espadas y estallaron en vítores; la paz que tanto habían anhelado finalmente había llegado.

En medio de tal algarabía; el joven general sonrió tristemente bajo su máscara plateada.

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Gracias por leer! 😊💕
Le he hecho ligeros cambios, aunque ni siquiera se notan😅.


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