ZORRO

ALPHA VIL

A la mañana siguiente, antes que apareciera el alba, el ejército imperial estaba listo para continuar su camino. La nieve caía más ligera, probablemente la guerra culminaría cuando las flores tempranas aparecieran y la hierba comenzara a despertar de su largo sueño.
— General, en dos días llegaremos al camino principal, que sus hombres se mantengan alerta, no sabemos que sorpresas podemos encontrar.— Lan WangJi se acercó a caballo.— Y si todo sale bien, en tres días más llegaremos a las murallas.
Jiang WanYin esbozó un sonrisa ansiosa bajo la máscara.— Entiendo, les diré que se preparen.— La emoción de la caza destelló brevemente en su mirada.
Cinco días después, llegaron a las murallas.
— General Jīn, informe.— Lan WangJi se encontraba en la tienda del general, los mapas esparcidos en la mesa marcaban con cruces en rojo distintas ubicaciones.
— La unidad dos se encuentra apostada en el cañón, la unidad uno la hemos perdido por completo y…
— Cuántos.— Lo interrumpió el Alpha Lan.
— 300 hombres valientes mi señor.

Lan WangJi suspiró en silencio.— Prosiga.

— La tercera unidad es nuestra última línea de defensa. Se prevé que dentro de dos días los Wen lleguen a este lugar.
— Mn.— los ojos dorados se sumieron en un  sinnúmero de pensamientos y emociones que daban vueltas y vueltas entrelazándose entre sí, creando hilos extendiéndose de un lado a otro buscando la  estrategia más adecuada y la mejor manera de llevarla a cabo.— ¿Qué opina usted general?.— Preguntó con la mirada fija en el hombre que yacía recargado en la entrada de la tienda con los brazos cruzados y la mirada fija en el mapa.
Jiang WanYin se acercó lentamente a la mesa y señaló un lugar en específico.— Aquí.
La mirada interrogante de los presentes se posó sobre él.
Continuó.— Éste lugar es campo abierto, atraigamos  a los Wen a este sitio.
— Con todo respeto general, no creo que sea una buen idea, las montañas nos proporcionaran refugio en cualquier caso imprevisto.— Jīn ZiXuan frunció el ceño en total desacuerdo mientras su mirada se dirigía a Lan WangJi con una protesta silenciosa.
Jiang WanYin hizo caso omiso.— Ellos están acostumbrados a luchar en las montañas, y eso será una gran desventaja para nosotros. Sé que la guardia personal del emperador está entrenada para luchar en zonas montañosas, pero el resto del ejército no. Se deben considerar todas las variables…
— Prosiga.— Lan WangJi interrumpió
— Pongamos barricadas aquí, aquí y aquí.— Sus dedos señalaron continuamente lugares estratégicos.— también cavaremos trampas en estos sitios. — hizo un pausa y bajo la máscara se relamió ansioso los labios.— Éste lugar de aquí, es mío.
— General, no es lo adecuado, sus hombres son muy pocos.— Jīn ZiXuan lo vió con desdén, “¿Acaso este Alpha  era el tan aclamado Sandu-SengShou?” él no le veía en absoluto lo especial.
— ¿Quién dijo que iría de frente? Eso es algo que sólo alguien temerario y estúpido haría. Elegí este lugar porque aquí y aquí. — un dedo elegante señaló un par de pequeños puntos que pasaban desapercibidos si no se miraba con  detalle.
— Son fuentes de agua, no tienen otra opción más que beber de ahí.
Lan WangJi lo miró conmocionado.— Eso es un acto vil general.— reprendió.
— En la guerra cualquier acto es justificable, ¿Acaso no sabía usted de antemano quién soy? O su memoria es tan mala que ha olvidado quién está hablando ahora mismo con usted Su Majestad— La arrogancia y nobleza se hizo presente en la gallarda figura erguida.— Le recuerdo que fué usted, Majestad, quien ha  invitado a sus tierras al maestro de los tres venenos. No hay lugar para los arrepentimientos.— sacudió ligeramente sus vestiduras y salió de la tienda al encuentro de sus hombres dejando tras de sí al par de Alphas conmocionados.

Esa noche, bajo la luna y el cielo estrellado, un hermoso y astuto zorro mostró los colmillos dispuesto a defender su territorio.
El joven a caballo era escoltado por dos hombres a los costados cabalgando en silencio bajo la protección las sombras siendo el único sonido el galope armonioso de los tres corceles a toda prisa; antes del amanecer llegaron a su destino. Ante sus ojos, las tiendas se esparcían como plaga cubriendo la tierra; los soldados Wen pululaban alrededor del campamento ajenos a los tres pares de ojos que los observaban vigilantes entre la maleza.
El sonido sibilante entre la hierba trajo consigo un pequeño reptil negro de ojos carmesí que gustosamente se coló entre las túnicas de su amo.
— Está hecho. — Xue Yang desató la pequeña bolsa de tela atada en el cuerpo de la pequeña serpiente.

Así como llegaron, se retiraron, en completo silencio como fantasmas invisibles a los ojos de los mortales.

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